Verlo de cerca
El escritor Friedrich Reck registr¨® el desagradable encuentro con Hitler en 'Diario de un desesperado'
En el oto?o de 1932, dos se?ores llamados Friedrich cenaban en la Osteria Bavaria de M¨²nich cuando ambos vieron entrar a Hitler, quien atraves¨® el sal¨®n y ocup¨® en solitario la mesa que les quedaba al lado. Iba sin guardaespaldas y Friedrich Reck luego registrar¨ªa el desagradable encuentro en su Diario de un desesperado (Diary of a Man in Despair, NYRB, 2013).
Reck ya lo hab¨ªa visto en dos ocasiones anteriores: en una el Diablo ya m¨¢s que en potencia le pareci¨® m¨¢s bajito de lo que aparentaban las fotograf¨ªas en los peri¨®dicos que documentaban su ascenso entre el azoro y la burla. Fue en una casa particular y el futuro F¨¹rher llevaba su pelo grasoso sobre la frente y sin que nadie lo pidiera se puso de pie para lanzar una perorata. Escribe Reck que ¡°parec¨ªa un pobre hombre queriendo impresionar al cocinero y me di la impresi¨®n de la estupidez b¨¢sica (¡) el tipo de estupidez del estadista que parece estar haciendo de cuatrero¡±. M¨¢s adelante, de ese primer encuentro, Reck dir¨ªa atinadamqente que Hitler parec¨ªa despedirse con una leve inclinaci¨®n que lo hac¨ªa parecer camarero en s¨²plica de jugos propina y al mismo tiempo, al salir, dejaba en el ambiente ¡°una esencia insalubre de monstruosidad¡± que provocaba una sensaci¨®n de haber viajado en el compartimento de un tren con un psic¨®tico.
En septiembre de 1932, Friedrich Reck cenaba con su amigo Friedrich von M¨¹cke en la Osteria Bavaria y Hitler se les qued¨® mirando a ambos ¡°con una expresi¨®n de bur¨®crata menor que se ha aventurado a cenar en un lugar al que normalmente no acudir¨ªa, pero ya que est¨¢ entrado exige con su ostensible dinero que le sirvan tal y como atienden a los caballeros aqu¨ª sentados¡±. Debido a la inseguridad que ya campeaba en las calles de M¨²nich, Friedrich Reck cargaba con pistola y escribe en su diario que ¡°en aquel restaurante casi vac¨ªo pude haberle disparado. Si es que llegara a tener en ese instante una pizca de intuici¨®n, una m¨ªnima conciencia del papel futuro que habr¨ªa de desempe?ar ese pedazo de mugre ¨Cam¨¦n de los a?os de sufrimiento que habr¨ªa de endilgarnos¡ª le habr¨ªa disparado sin pensarlo dos veces, pero lo consider¨¦ un personaje de caricatura y no le dispar¨¦¡±.
Seg¨²n Reck, al verlo de cerca, Hitler parec¨ªa un buf¨®n sin futuro o peligro alguno, y pens¨® que, adem¨¢s, ¡°nuestro martirio ya estaba signado. Si en ese momento hubieran amarrado a Hitler a las v¨ªas del tren, la m¨¢quina se descarrilar¨ªa antes de llegar a herirlo¡±. Entre la inofensiva proyecci¨®n de un payaso y la desidia o resignaci¨®n de quien cre¨ªa que en realidad no hab¨ªa nada que hacer con Hitler, el diario de Reck es el minucioso testimonio de un hombre justo que document¨® paso a paso el ascenso y glorificaci¨®n del insignificante pedazo de basura que cen¨® junto a su mesa con el grasiento fleco sobre la ceja derecha, el bigotito recortado y la apariencia de mosquita muerta.
Friedrich Reck fue detenido varias veces por la Gestapo y lleg¨® al campo de concentraci¨®n de Dachau en enero de 1945, donde muri¨®. No exhorto a que la demencia intente alterar martirio alguno, mas suplico que nadie calle (o deje de registrar en su diario) lo cerca que sonr¨ªen los demonios de hoy con su racismo silente, su xenofobia ejecutiva, su delirio contagioso y ese fleco que a veces ondula al vuelo para mostrar la calaca.
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