La vida es dif¨ªcil para todos
"?QU? SOLOS SE quedan los muertos!¡±, dec¨ªa B¨¦cquer en un poema memorable. El animal acababa de ser sacrificado en una matanza celebrada en un pueblo de Toledo, seg¨²n rezaba el pie de foto. Tal vez agoniz¨® sobre el mismo banco de madera sobre el que ahora descansa, desprovisto al fin de las tensiones propias de la vida. Sorprende que no haya nadie alrededor del cad¨¢ver, como si hubieran ido todos a cambiarse de ropa, pues tenemos entendido que los cochinos, adem¨¢s de gritar como cerdos, sangran mucho cuando se les corta la yugular, y lo ponen todo perdido con la agitaci¨®n y los estertores que preceden al ¨®bito. En ocasiones, cuatro o cinco hombres no bastan para mantenerlos quietos. Quiz¨¢ los ejecutores est¨¦n, pues, recuperando el resuello o echando un cigarrillo mientras comentan las incidencias del holocausto. La ventana de la derecha tiene el p¨¢rpado echado, como si fuera la hora de la siesta. Combinan bien la siesta y la muerte, sobre todo en los d¨ªas de calor durante los que conviene mantener la casa oscura. Tambi¨¦n los colores de la pared, con sus manchas de humedad y la textura del suelo, algo grosera, colaboran a crear esa atm¨®sfera de soledad a la que nos refer¨ªamos m¨¢s arriba.
Nada que decir, pues, de la composici¨®n, del dise?o, ni del punto de vista elegido para obtener la imagen. De hecho, el d¨ªa que tropezamos con ella en una p¨¢gina del peri¨®dico dedicada a la triquinosis, nos detuvimos un rato en su contemplaci¨®n, en parte conmovidos por el sentido art¨ªstico del fot¨®grafo y en parte identificados con el abandono del puerco. La vida es dif¨ªcil para todos
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