Vacaciones t¨®xicas
No es la primera vez que Acapulco, uno de los destinos tur¨ªsticos m¨¢s representativos de M¨¦xico, encabeza las listas de playas contaminadas del pa¨ªs
?Tiene usted ganas de meterse al mar y salir cubierto de sustancias horrendas, como si fuera el Vengador T¨®xico o la Criatura del Pantano? Me parece que la respuesta ser¨¢ que no. Pero el riesgo existe y muchas veces, demasiadas, no somos conscientes de ¨¦l.
Un amigo extranjero viaj¨® el pasado julio con todo y familia a Acapulco, una de las playas m¨¢s conocidas en el mundo entero, para pasar el verano. Se trata de un tipo que ha persistido en visitar nuestro pa¨ªs y no se ha dejado desanimar por la hiperviolencia nacional ni por los peligros (bien sabidos) que corre todo el que pise nuestras calles, comenzando por los locales y terminando por los turistas. Mi amigo y los suyos han desfilado, en veranos anteriores, por Los Cabos, Punta Mita, Holbox y Cozumel. Este a?o, luego de leer en la prensa reportes sobre problemas con la contaminaci¨®n por sargazo en el litoral de la llamada ¡°Riviera maya¡±, que hab¨ªa sido su primera elecci¨®n, se olvidaron del Caribe y decidieron que Acapulco, en el Estado mexicano de Guerrero, ser¨ªa su destino.
Los problemas comenzaron pronto. La primera playa acapulque?a a la que mi amigo y su familia decidieron ir parec¨ªa normal. Se metieron al mar y nadaron. Nadie les avis¨® de que la playa estaba reportada como no apta para el uso recreativo por la Comisi¨®n Federal de Protecci¨®n contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). Se enteraron de rebote, gracias a un peri¨®dico, y ya en la cena. ?De qu¨¦ estaba contaminada la playa? De algo siniestro. La presencia de enterococcus faecalis exced¨ªa los l¨ªmites permitidos por las regulaciones ambientales. Adivin¨® usted: la culpa era de las descargas irregulares de aguas negras, toneladas de desechos humanos arrojados al mar por roturas o mala planeaci¨®n de los desag¨¹es. Peor a¨²n: la playa de marras, llamada Caletilla, no era la ¨²nica en ese estado espantoso. Otras cuatro (Hornos, Manzanillo, Suave y Carabal¨ª) estaban en las mismas condiciones.
Por suerte para mi amigo y su familia (y tambi¨¦n para el resto de los turistas y, sobre todo, para los miles de trabajadores del puerto, cuyos ingresos dependen de que lleguen multitudes a sus hoteles, restaurantes y tiendas) en Acapulco hab¨ªa playas m¨¢s limpias. La historia, pues, tiene una suerte de final feliz, porque a pesar de haberse ba?ado en aguas repugnantes, las consecuencias no pasaron del asco y una irritaci¨®n de ojos epis¨®dica. La siguiente playa a la que fueron estaba perfecta y all¨ª se instalaron el resto de la vacaci¨®n. Pero el problema persiste, desde luego.
La Playa Suave, en Acapulco, ha excedido el l¨ªmite tolerado de bacterias astron¨®micamente. El rango permitido es entre 0 y 200 enterococos por cada cien mililitros de agua, y en Playa Suave la Cofepris encontr¨® 3968 bacterias en su monitoreo del 1 de julio, es decir, casi veinte veces m¨¢s que el tope (en ese mismo monitoreo, por cierto, en Caletilla se encontraron 1607; en Hornos y Carabal¨ª, 657; y en Manzanillo, 616). El 11 de julio pasado, tras unas medidas urgentes de limpieza y un nuevo monitoreo, Caletilla y Carabal¨ª fueron sacadas de la lista negra. El 26 del mismo mes, Hornos y Manzanillo tambi¨¦n fueron reportadas como limpias. La Playa Suave, sin embargo, sigue literalmente hundida en la porquer¨ªa y no ha sido sacada de la lista a¨²n, pese a los reclamos de las autoridades locales.?
Esta no es la primera vez que Acapulco (que, repitamos, no es cualquier destino tur¨ªstico, sino uno de los m¨¢s representativos del pa¨ªs) encabeza las listas de playas contaminadas de M¨¦xico. Los reportes de enfermedades e infecciones entre lugare?os a causa de ello son frecuentes. Sin embargo, pol¨ªticos y empresarios se quejan de que en realidad hay una ¡°campa?a negra¡± contra el puerto guerrerense.
Las medidas de limpieza fueron veloces, s¨ª, pero cabe preguntarse si ser¨¢n suficientes. O permanentes. Y tambi¨¦n cabe preguntarse si no ser¨¢ que tenemos una visi¨®n tan corta que preferimos arruinar el medioambiente y perder miles de visitantes (y de divisas) antes que optar por soluciones de fondo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.