Conducir
A diferencia de la seguridad a¨¦rea, la seguridad vial sigue siendo una asignatura pendiente en la mayor¨ªa de pa¨ªses
"El coche es una m¨¢quina de matar¡±, me dijo una vez un amigo. Una frase lapidaria que se me ha quedado y que me viene a la cabeza en estas fechas en las que las estad¨ªsticas de mortandad en la carretera son noticia. M¨¢s de un mill¨®n de muertos al a?o en todo el mundo; una persona fallecida cada 25 segundos. M¨¢s de 1.000 muertos anualmente s¨®lo en nuestro pa¨ªs.
A diferencia de la seguridad a¨¦rea, que ha aumentado significativamente en las ¨²ltimas d¨¦cadas (de miles de fallecidos anuales en la d¨¦cada de 1970 hemos pasado a unos pocos cientos en la de 2000, a pesar del incremento exponencial de vuelos), la seguridad vial sigue siendo una asignatura pendiente en la mayor¨ªa de pa¨ªses. Cuando comenzaron a circular autom¨®viles a principios del siglo XX, los comentaristas de la ¨¦poca se quejaban de la desconsideraci¨®n de estos nuevos veh¨ªculos para con los peatones. Hoy, estos siguen siendo las principales v¨ªctimas en accidentes de tr¨¢fico rodado (un tercio en los pa¨ªses en desarrollo).
Desde el movimiento futurista y aquellos poemas de Marinetti en los que veneraba la m¨¢quina y la velocidad, resaltando su dimensi¨®n er¨®tica, incluso afrodisiaca, la industria del autom¨®vil se ha encargado de totemizar el coche y convertir la conducci¨®n en expresi¨®n de libertad y poder¨ªo (masculino). La industria del cine ha reforzado, a su vez, este reclamo publicitario en el tiempo. Las espectaculares persecuciones de coches de las pel¨ªculas de Hollywood evocan, una y otra vez, ancestrales cacer¨ªas de animales. No es casual que la palabra drive, conducir, en ingl¨¦s, tenga entre sus acepciones tanto la de ¡°un deseo fuerte hacia otra persona¡± como la de ¡°cazar animales o a un enemigo, acorral¨¢ndolo¡±.
Drive (2011) es tambi¨¦n el t¨ªtulo de una de las pel¨ªculas que estrenaron esta d¨¦cada. En ella, el actor Ryan Gosling interpreta a un excepcional conductor que de d¨ªa trabaja como doble en escenas de conducci¨®n de riesgo en diversas producciones cinematogr¨¢ficas; y de noche, como conductor de alquiler especializado en huidas de g¨¦nero criminal. La doble vida del enigm¨¢tico conductor, que oscila entre la ficci¨®n y la realidad m¨¢s letal, podr¨ªa verse como una met¨¢fora de la conducci¨®n en nuestra sociedad: una experiencia, potencialmente fatal en la pr¨¢ctica, a la que nuestro imaginario atribuye propiedades liberadoras y libidinosas. Sin embargo, quiz¨¢ estemos ante el ocaso de un paradigma social y cultural. Cabe preguntarse si el smartphone no est¨¢ adquiriendo el mismo car¨¢cter de t¨®tem que hasta ahora ostentaba el coche, pero con atributos diferentes.
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