La prioridad
Los n¨¢ufragos del ¡®Open Arms¡¯ tienen que ser desembarcados cuanto antes
Las instituciones comunitarias y los 28 Gobiernos de la Uni¨®n no pueden seguir demorando la soluci¨®n para que un centenar y medio de hombres, mujeres y ni?os hacinados sobre la cubierta del buque Open Arms desde hace dos semanas desembarquen y sean atendidos de inmediato. Las decisiones adoptadas por el vicepresidente y ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, acerca del destino del buque han pasado de ser un problema a ser simplemente una r¨¦mora.
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Llegados a este punto, no cabe albergar dudas por m¨¢s que la brutalidad de Salvini produzca frustraci¨®n: es la seguridad y la integridad de las personas embarcadas en el Open Arms el objetivo que debe prevalecer sobre cualquier otro, sin que eso signifique resignarse a que el ministro del Interior italiano cante victoria. El dilema frente al que Salvini ha colocado a la Uni¨®n es, en realidad, el dilema frente al que su feroz histrionismo acabar¨¢ colocando a Italia. Europa podr¨¢ escoger otro puerto para que desembarquen los n¨¢ufragos sin traicionar sus valores. Corresponde en exclusiva a los italianos decidir si son fieles a los suyos, confiando su suerte a un l¨ªder cuyas decisiones responden a una siniestra falta de escr¨²pulos.
Los elementos imprescindibles para este desenlace acorde al derecho internacional y a un elemental sentimiento de humanidad est¨¢n reunidos desde que seis socios europeos, entre ellos Espa?a, han mostrado su disposici¨®n a acoger a los n¨¢ufragos, y la justicia italiana ha autorizado el ingreso de la embarcaci¨®n en las aguas de este pa¨ªs. El hecho de que el ministro del Interior italiano se niegue ahora a ofrecer un punto de atraque, oponi¨¦ndose, incluso, al criterio de su propio primer ministro, es la venganza de un pol¨ªtico de marcada impronta fascista consciente de estar librando un pulso electoral, miserablemente ejecutada contra personas exhaustas a la espera de llegar a tierra.
La falta de ofrecimiento de un puerto alternativo ha obedecido, sin duda, a una raz¨®n geogr¨¢fica, dada la cercan¨ªa del Open Arms a la isla de Lampedusa y a Malta, el otro pa¨ªs que, incumpliendo las leyes del mar, ha propiciado que esta odisea se prolongue. Pero existe tambi¨¦n una raz¨®n pol¨ªtica: aceptar que los n¨¢ufragos se dirijan a otros puertos europeos puede interpretarse como una rendici¨®n frente a las exigencias de Salvini, que podr¨ªa as¨ª incrementar su capital a costa de la Uni¨®n Europea y de sus propios aliados en el Gobierno, p¨²blicamente en desacuerdo con ¨¦l.
El esperpento en el que se desenvuelve la pol¨ªtica italiana ha llegado al extremo de que el primer ministro se ha limitado a disentir de Salvini a trav¨¦s de una carta abierta, en lugar de imponer su criterio y ordenar que el Open Arms se dirija a tierra. Esta actitud claudicante del Gobierno italiano como instituci¨®n ante uno de sus miembros est¨¢ trasladando a la Uni¨®n un dilema, en el que las razones pol¨ªticas entran en contradicci¨®n con las responsabilidades morales: la derrota de Salvini y su gesticulaci¨®n populista solo es posible a costa de prolongar la agon¨ªa de los n¨¢ufragos. Y ese dilema es precisamente lo que Europa no puede aceptar. Desembarcar y atender a esas personas de inmediato es la prioridad. Y Salvini no habr¨¢ logrado nada, sino demostrar su crueldad y salvajismo.
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