La verdad como ant¨ªdoto
A 20 a?os del asesinato de Jaime Garzon y casi 30 del de Luis Carlos Gal¨¢n hay que preguntarse ?por qu¨¦ Colombia asesina a sus grandes hombres?

?Por qu¨¦ un pa¨ªs asesina a sus grandes hombres? ?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil castigar a los responsables? La raz¨®n es simple. Castigarlos, llegar a ellos, implica quitarles la m¨¢scara a las fuerzas oscuras. Esas de las que se habla cada vez que se quiere evitar dar nombres, especialmente los de hombres en uniforme militar, de acumuladores, de populistas, de terratenientes.
Por estos d¨ªas me he llenado de reflexiones sobre la justicia colombiana en los 20 a?os del asesinato de Jaime Garz¨®n y en los casi 30 del de Luis Carlos Gal¨¢n para ir a las oscuridades del pasado con la ilusi¨®n de encontrar luces para que esas tragedias paren en Colombia. Porque no est¨¢ ocurriendo. Siguen asesinando a los mejores, ahora con nombres de l¨ªderes sociales e ind¨ªgenas.
El ejercicio pasa por preguntarse si se trata de vac¨ªos y debilidades institucionales, pero la prueba de haber logrado condenas ejemplares, en algunos casos, demuestra que hay temas que son tan descaradamente visibles, gracias a la labor de los periodistas y defensores de derechos humanos y de jueces incorruptibles, que tambi¨¦n los hay, que es imposible para los poderosos salir impunes. Pero esa no es la constante.
La justicia ha sido esquiva para muchos que cayeron tambi¨¦n asesinados como Rodrigo Lara, Carlos Mauro Hoyos, Orlando Sierra, monse?or Isa¨ªas Duarte, H¨¦ctor Abad G¨®mez y el profesor Alfredo Correa de Andreis, con la injusticia que conlleva hacer listas donde no aparecen todos los nombres.
En el caso de Jaime Garz¨®n solamente se han emitido dos condenas en estos a?os. Una contra el jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia, Carlos Casta?o Gil (qepd), y otra de 27 a?os de prisi¨®n contra el exsubdirector del DAS, Jos¨¦ Miguel Narv¨¢ez, con el beneficio de rebaja de penas.
Jaime Garz¨®n fue asesinado hace 20 a?os, una ma?ana de agosto cuando iba hacia su trabajo. El hombre de la risa fue asesinado por dos razones que hoy siguen estando en el centro de nuestra realidad como naci¨®n: La verdad y la estigmatizaci¨®n.
En sus interpretaciones cruzaba la l¨ªnea que muchos prefieren gris para caminar sin riesgos. Y entendi¨® la nuez del asunto en la que para m¨ª es su afirmaci¨®n m¨¢s l¨²cida: ¡°Aqu¨ª los poquitos han convertido la guerra en un negocio del que se surten y viven y por eso hay que darse a la tarea de decir qui¨¦nes son¡.¡±
Su obsesi¨®n por la paz lo llev¨® a recorrer monte adentro en busca de secuestrados por la entonces guerrilla de las FARC para devolverlos a sus familias. Labor humanitaria que no le perdonaron. Miembros del Ej¨¦rcito lo estigmatizaron. El entonces general Mora Rangel lo se?al¨® de ser amigo de la guerrilla. En complicidad con los paramilitares, fue ordenado su asesinato. Nos quitaron la risa, la posibilidad de que otro dijera lo que muchos no ¨¦ramos capaces de decir entonces.
Luis Carlos Gal¨¢n cumple 30 a?os de asesinado este domingo 18 de agosto. Esta ma?ana, horas antes de escribir esta columna, escuch¨¦ en la radio el relato como si fuera ayer. En uno de los a?os m¨¢s tenebrosos de Colombia bajo el terror de Pablo Escobar, cuando Gal¨¢n simbolizaba la lucha contra el narcotr¨¢fico desde su partido el Nuevo Liberalismo y gritaba al mundo ¡°a nuestra patria lleg¨® el poder oscuro y criminal del narcotr¨¢fico¡±, lo mataron. Cerca de Bogot¨¢, en Soacha, de noche al subir a la tarima, lo remataron. S¨ª, su asesino fue Escobar pero en complicidad con los llamados a ser los hombres de bien. Seg¨²n las autoridades: otro exdirector del DAS, Miguel Alfredo Maza M¨¢rquez, y el excongresista Alberto Santofimio.
Cr¨ªmenes de Estado que involucran a esos poquitos poderosos que dec¨ªa Jaime Garz¨®n que viven de la guerra, para ellos o para sus jefes pol¨ªticos.
Han pasado tres d¨¦cadas y el narcotr¨¢fico sigue sembrando de sangre una naci¨®n que lo ha dado todo.
Me pregunto qui¨¦nes son ahora los Maza, Santofimio, de Narv¨¢ez, Casta?o que se encargan de matar a los l¨ªderes sociales previa estigmatizaci¨®n. Qui¨¦nes son los que han vuelto la guerra en el Catatumbo, documentada por HRW, en un mundo de asesinatos, desapariciones, cr¨ªmenes de violencia sexual, reclutamiento de ni?os y desplazamiento forzado de 40.000 personas entre 2017 y 2018 cometidos por el ELN, el EPL y las disidencias de las FARC.
?Por qu¨¦ m¨¢s 11.000 militares no pueden controlar el desangre? Las explicaciones conducen a una complicidad. A la misma fuerza oscura de siempre, para quienes la guerra es un negocio y por eso la JEP y la Paz, y la Comisi¨®n de la Verdad, son los nuevos objetivos.
Han pasado 20, 30 a?os, estamos en otra ¨¦poca en la que necesitamos superar la desesperaci¨®n que alimenta la p¨¦rdida de valores, mina las instituciones, incrementa nacionalismos, cr¨ªmenes de piel y g¨¦nero, a la de la verdad y a la resiliencia.
Las muertes de Jaime y Gal¨¢n tienen que convertirse en las razones que inspiren el ejercicio period¨ªstico, judicial, pero sobre todo para que logre despertar en los ciudadanos la obligaci¨®n moral de denunciar, de negarse a convivir socialmente con los victimarios. Que se vuelva una cruzada decir la verdad ante la JEP, ante los tribunales, en los hogares, en las escuelas. La verdad contra los poderosos, esos que ya no son tan poquitos. Pero los otros, somos m¨¢s.
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