El tratado sobre la crueldad y el amor de Carlota Casiraghi
Carlota Casiraghi y Robert Maggiori son, a todas luces, una extra?a pareja. Una tiene sangre azul y el otro es hijo de inmigrantes italianos. Ella es nieta de Grace Kelly y octava en la l¨ªnea de sucesi¨®n monegasca, mientras que ¨¦l ejerce de fil¨®sofo, especialista en Gramsci y Jank¨¦l¨¦vitch. Ella es un personaje de papel cuch¨¦, cuando ¨¦l oficia como cr¨ªtico en Lib¨¦ration, el diario que fund¨® Sartre. Su pasi¨®n compartida por el pensamiento los llev¨® a fundar, en 2015, los Encuentros Filos¨®ficos de M¨®naco. Bajo ese paraguas, este d¨²o improbable pilota varias actividades: un coloquio anual que re¨²ne a los mayores intelectuales del planeta, un premio al mejor libro filos¨®fico del a?o y un programa educativo de iniciaci¨®n a esta opaca disciplina en todas las escuelas del Principado. ¡°No aspiramos a que alumnos de primaria resuelvan cuestiones que han preocupado a los pensadores durante 25 siglos. El objetivo es que, cuando sean mayores, la filosof¨ªa no les resulte ajena¡±, afirma Casiraghi, en blusa y deportivas, durante una tarde veraniega en Par¨ªs.
Por una vez, la heredera monegasca no ha venido a hablar de su vida privada, sino de su primer ensayo filos¨®fico, Archipi¨¦lago de pasiones (Libros del Zorzal), a punto de llegar a las librer¨ªas espa?olas. Casiraghi firma este tratado sentimental con Maggiori, su antiguo profesor de Filosof¨ªa en el instituto, inspir¨¢ndose en sus conversaciones sobre asuntos como el miedo, la arrogancia, la crueldad o el amor. Y as¨ª, hasta llegar a 40 emociones distintas. Igual que en los di¨¢logos socr¨¢ticos, pero observando la sociedad actual y sus derivas. Insinuar que la iniciativa aspira a reparar la imagen superficial de los Grimaldi ser¨ªa una ofensa para esta licenciada en Filosof¨ªa por La Sorbona y apasionada lectora de Lou Andreas-Salom¨¦, una de las primeras mujeres psicoanalistas, que se codea con dos disc¨ªpulos de Derrida, Joseph Cohen y Raphael Zagury-Orly, cofundadores de una plataforma que aspira a democratizar el acceso a la disciplina.
Maggiori recuerda a Casiraghi como una alumna aplicada y escrupulosa, perfeccionista hasta lo obsesivo. ¡°Siempre entregaba los deberes tarde porque quer¨ªa que estuvieran lo mejor posible¡±, se?ala el profesor. En realidad, siempre hubo m¨¢s en su vida que cenas de gala y concursos h¨ªpicos. ¡°Desde peque?a me interes¨® la literatura, la poes¨ªa y, m¨¢s tarde, el pensamiento. Cuando iba de campamentos, me llevaba una libreta para anotar mis reflexiones¡±, recuerda. Durante las clases de Maggiori, entendi¨® que lo suyo era vocacional. Y que el mundo de las ideas la ayudaba a vivir mejor. ¡°La filosof¨ªa fue un auxilio frente a la intensidad de la vida. La conciencia de ser vulnerable me llev¨® por este camino¡±, admite. Sin embargo, se niega a relacionarlo con su condici¨®n de nieta de jefe de Estado acosada por los paparazis. ¡°Hay factores en mi historia que explican ciertas cosas, pero esa fragilidad es com¨²n a todo ser humano¡±, zanja la hija de Carolina de M¨®naco.
En el libro, los autores recurren a Montaigne y Rousseau, a Nietzsche y Mar¨ªa Zambrano, a Alberto Moravia y Martha Nussbaum. Su misi¨®n es subrayar la complejidad de lo que sentimos. La ira tambi¨¦n puede ser positiva. La alegr¨ªa, melanc¨®lica. Y la tristeza, un motor de cambio. Una emoci¨®n no existe sin sus zonas lim¨ªtrofes. ¡°Por eso lo llamamos archipi¨¦lago: son peque?as islas en un mismo mar, separadas por fronteras difusas¡±, resume Casiraghi. ?Abogan los autores por una filosof¨ªa pr¨¢ctica que resuelva los conflictos de la vida diaria? ¡°No es un libro de autoayuda, pero es verdad que no hacemos filosof¨ªa para fil¨®sofos¡±, concede Maggiori, partidario de combinar ¡°el rigor intelectual con un lenguaje inteligible¡±. Tampoco es el volumen de un maestro dando lecciones a su disc¨ªpula, sino un di¨¢logo entre iguales. ¡°Esta es una de las grandes virtudes de Robert como profesor: contemplar la igualdad de las inteligencias¡±, afirma ella. ¡°El objetivo de un buen profesor es que su disc¨ªpulo acabe convertido en su maestro¡±, sonr¨ªe ¨¦l. Dedican el libro a sus muertos: al hermano de Maggiori y al padre de Casiraghi, fallecido en un accidente n¨¢utico cuando ella ten¨ªa cuatro a?os. ¡°Escribir es una manera de invocar a los ausentes¡±, responde con extremo pudor esta princesa sin t¨ªtulo nobiliario. Su antiguo profesor aportar¨¢ alguna pista m¨¢s: ¡°A veces vivimos cosas irreversibles que agitan nuestro pensamiento. Y son esas experiencias las que nos hacen llegar m¨¢s lejos de lo que cre¨ªmos en un comienzo¡±.?
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