Deshielo con Rusia
Es necesario reconstruir una estructura de seguridad que incluya a Putin en vez de dejarlo de lado
El presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, ha querido escenificar, justo en v¨ªsperas del G7, la posibilidad de unas nuevas relaciones de la Uni¨®n Europea con Rusia. Su reuni¨®n con Vlad¨ªmir Putin en el fuerte de Br¨¦gan?on ha servido para precisar tanto las abiertas diferencias sobre las libertades y los derechos humanos como las coincidencias de orden estrat¨¦gico entre Francia y Rusia en la actual ¨¦poca de desorden mundial y de renuncia al liderazgo por parte de Estados Unidos.
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El lugar de Rusia en el orden pol¨ªtico internacional ya no es el de una superpotencia capaz de influir en las reglas de juego e incluso de establecerlas como hizo junto a Estados Unidos despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Una ambici¨®n tal de superpotencia emergente radica ahora en Pek¨ªn, mientras que Mosc¨² se ha especializado en sacar provecho de las divisiones y debilidades ajenas, sin apenas capacidad para dise?ar un mundo a su imagen.
El destino de Rusia, tras la actual etapa de oportunismo geopol¨ªtico, se bifurca en dos direcciones: hacia China o hacia Europa, en un papel abiertamente subordinado en el primer caso y probablemente m¨¢s equilibrado en el segundo. Al margen de los lirismos propios de las cumbres internacionales, tiene raz¨®n Macron cuando subraya las ra¨ªces europeas de la cultura rusa. El problema es que no son las ¨²nicas, y tambi¨¦n cuenta el magnetismo de las ideolog¨ªas antioccidentalistas que identifican la democracia liberal con la decadencia de Rusia y, lo que es peor, con el inter¨¦s occidental por minar el poder del Kremlin.
No debiera constituir un inconveniente mayor para una mejora de las relaciones con Mosc¨² que el propio Putin comparta estas ideas, que identifican los movimientos en favor de la democracia y de las elecciones libres, como los que se han movilizado en Rusia, con la infiltraci¨®n y la manipulaci¨®n occidentales. A fin de cuentas, Estados Unidos y los pa¨ªses europeos mantuvieron durante la Guerra Fr¨ªa un intenso di¨¢logo que se concret¨® en acuerdos de desarme sustanciales con un r¨¦gimen, el de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, mucho peor que el de la actual autocracia rusa.
Son muchos los argumentos en favor de un deshielo y ninguno impide seguir manteniendo una actitud cr¨ªtica con las vulneraciones de los derechos humanos y las limitaciones a las libertades por parte de Putin. El mayor de todos es la necesidad de reconstruir una estructura de seguridad que incluya a Rusia en vez de dejarla de lado, que recupere el camino del desarme bal¨ªstico y nuclear ahora interrumpido y que resuelva o al menos amortig¨¹e la crisis de Ucrania, de enorme potencial conflictivo, especialmente para los pa¨ªses vecinos de Rusia que pertenecen a la UE y la OTAN.
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