El clamor de un rohingya que se qued¨® en Myanmar
Suleiman vive en Nget Chaung, en el estado de Rakhine, donde los de su etnia no tienen libertad de movimiento ni expresi¨®n. ?l era maestro, ya no. Hoy es vigilante de M¨¦dicos Sin Fronteras
Nac¨ª en el pueblo de Nget Chaung y toda mi familia vive aqu¨ª. Mi esposa y yo tenemos ocho hijos y trabajo como vigilante de la cl¨ªnica m¨¦dica de M¨¦dicos Sin Fronteras. La organizaci¨®n lleg¨® a Nget Chaung justo despu¨¦s de los primeros brotes de violencia en 2012; comenzaron a trabajar aqu¨ª solo siete d¨ªas despu¨¦s de que nos atacaran.
Cuando era ni?o, fui a Sittwe para estudiar. Pero cuando ten¨ªa 15 a?os, no ten¨ªamos el dinero para seguir yendo a la escuela. As¨ª que cuando complet¨¦ mi educaci¨®n primaria, volv¨ª a casa y termin¨¦ viviendo en la mezquita. Comenc¨¦ a ganarme la vida como profesor, impartiendo clases de ingl¨¦s y birmano para los ni?os y adultos que ven¨ªan al templo.
Estaba trabajando en otro pueblo cercano cuando comenz¨® la crisis en 2012: llegu¨¦ a casa r¨¢pidamente y la situaci¨®n era muy tensa. Una noche nos despertamos sobre las dos de la ma?ana; pudimos escuchar gente afuera. Nos vestimos en silencio y salimos. Estaba oscuro y no pod¨ªamos ver bien, pero nos dimos cuenta de que muchos no eran de nuestra aldea, sab¨ªamos que ten¨ªamos que escapar. Usamos las casas para escondernos, agach¨¢ndonos detr¨¢s de las cosas para que no nos vieran. Luego corrimos.
Solo queremos vivir aqu¨ª, solo queremos nuestra libertad, tener nuestros propios medios de vida y dormir por la noche sin preocuparnos
Corrimos muy lejos y buscamos otros lugares para escondernos. Cuando volvimos a mirar el pueblo, vimos grandes incendios. Decidimos quedarnos donde est¨¢bamos hasta la ma?ana siguiente. Cuando volvimos, muchas de nuestras casas hab¨ªan desaparecido, hab¨ªan sido quemadas, incluida la m¨ªa. Todas nuestras vacas y cabras tambi¨¦n se hab¨ªan ido. Un oficial de polic¨ªa vino a ver qu¨¦ hab¨ªa pasado. Mir¨® a su alrededor, vio el da?o y luego se fue.
Durante mucho tiempo vivimos en tiendas. Se tard¨® casi dos a?os en reconstruir todo. Poco despu¨¦s de que se quemaran nuestras casas, algunos soldados vinieron a hablar con nosotros. Nos dijeron que pod¨ªamos quedarnos y vivir aqu¨ª, pero que no pod¨ªamos ir a ning¨²n otro lado. Algunos de ellos se quedaron mucho tiempo, controlando el ¨¢rea, y m¨¢s de un a?o despu¨¦s, la polic¨ªa estableci¨® un puesto de control.
No hay oportunidades reales de empleo aqu¨ª; apenas hay peces para pescar. Debido al poco comercio, no podemos comprar todo lo que queremos. Solo podemos adquirir pescado o langostinos, aunque a veces las personas de las aldeas cercanas de Rakhine vienen y nos venden comida. La gente aqu¨ª est¨¢ triste y frustrada porque no puede ir a ning¨²n lado ni hacer nada. Nos guardamos nuestra frustraci¨®n porque no podemos hablar, no hay posibilidad de hacerlo. Ni siquiera podemos viajar al municipio de al lado, as¨ª que la gente guarda todo adentro, a presi¨®n. Tambi¨¦n hay un campo aqu¨ª, al lado del pueblo. Muchos musulmanes rohingyas de diferentes pueblos viven aqu¨ª ahora. Como hay personas de tantos pueblos diferentes que viven juntas, hay algunas tensiones, a veces agresiones e incluso violencia sexual entre las comunidades. Las personas viven muy cerca unas de otras, sin mucho espacio.
Los rohingyas son como otras etnias en Myanmar. Solo queremos vivir aqu¨ª, solo queremos nuestra libertad, tener nuestros propios medios de vida y dormir por la noche sin preocuparnos. El longyi (una pieza de tela con forma de falda) es un s¨ªmbolo de Myanmar, y todas las etnias de Myanmar tienen su propio dise?o, pero nosotros no. Llevamos el longyi, pero no tenemos un dise?o espec¨ªfico. No poseemos nada. Desear¨ªa que la gente pudiera mirarnos y ver qui¨¦nes somos. Solo quiero que la gente sepa qui¨¦nes somos los rohingyas.
Suleiman es un vigilante de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) que vive en el pueblo de Nget Chaung, en el estado central de Rakhine. A ¨¦l, como a los otros 9.000 musulmanes rohingya all¨ª, se le niega la libertad de movimiento, confinados por la fuerza a la aldea y al campo de internamiento adyacente, con malas condiciones de vida y acceso muy limitado a los servicios b¨¢sicos. Las restricciones a la circulaci¨®n de los rohingyas en el estado central de Rakhine llegaron despu¨¦s de brotes de violencia entre las comunidades rohingyas y de Rakhine en 2012. Hoy, unos 128.000 rohingyas y otros musulmanes est¨¢n detenidos por la fuerza en campos o entornos similares a campos en el centro de Rakhine. Antes de que se impusieran estas restricciones, Suleiman era maestro y viajaba a diferentes pueblos y ciudades para impartir clases de ingl¨¦s y birmano en mezquitas.
Este fin de semana se cumplen dos a?os de la violenta ofensiva en Myanmar (2015) que oblig¨® a m¨¢s de 745.000 rohingyas a huir a Bangladesh.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.