Mar-a-Lago, la Casa Blanca del Sur
Trump compr¨® esta mansi¨®n de Palm Beach en 1985. Hoy es un club de golf, su retiro vacacional y el negocio que pone como ejemplo de su ¨¦xito
Marjorie Merriweather Post, la que un d¨ªa fue la mujer m¨¢s rica de Estados Unidos, escribi¨® alrededor de la d¨¦cada de los a?os setenta un documento titulado Propuesta original para la colocaci¨®n de Mar-a-Lago. La heredera del imperio de los cereales envasados Post Consumer Brands y fundadora de General Foods contemplaba dos opciones para la mansi¨®n que hab¨ªa erigido en una estrat¨¦gica punta de Palm Beach, ubicada entre al oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el Lago Worth: donarla al Estado de Florida para que la convirtieran en un centro de acad¨¦micos de renombre o entreg¨¢rsela al Gobierno federal para que los presidentes estadounidenses la utilizaran como residencia de descanso. La Casa Blanca de invierno, la bautiz¨® en los escritos que conserva la Biblioteca de la Universidad de Michigan. Medio siglo despu¨¦s, Donald Trump ha logrado algo similar a lo que dese¨® la multimillonaria.
Mar-a-Lago era algo especial. Post invirti¨® en los a?os veinte una suma que hoy en d¨ªa superar¨ªa los 90 millones de euros. El arquitecto Marion Sims Wyeth dise?¨® una casa de 58 habitaciones y 33 ba?os sobre piedra italiana, con 36.000 azulejos espa?oles y tapices flamencos del siglo XVI, un techo laminado en oro y un suelo de m¨¢rmol blanco y negro extra¨ªdo de un antiguo castillo cubano. La majestuosa construcci¨®n fue testigo de los bailes y las cenas ben¨¦ficas m¨¢s glamurosos de la exclusiva isla. Post, reconocida por su riqueza y por su generosidad, tambi¨¦n recibi¨® all¨ª a ni?os desfavorecidos y en 1944 convirti¨® la residencia en un centro de terapia ocupacional para los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. A fines de los sesenta la mansi¨®n se catalog¨® como Hito Hist¨®rico Nacional.
En 1972, el entonces presidente Richard Nixon firm¨® un proyecto de ley en el que aceptaba el regalo de Post, de 85 a?os. La mansi¨®n se convertir¨ªa en la Casa Blanca de invierno cuando la fil¨¢ntropa y empresaria muriera. Al a?o siguiente, Post falleci¨® y, con ella, parte de la maquinaria que manten¨ªa viva la lujosa residencia. A pesar de que hab¨ªa dejado un fondo de 200.000 d¨®lares anuales para el mantenimiento de la casa, el Gobierno vio imposible hacerse cargo de ese elefante blanco y devolvi¨® la herencia a la Fundaci¨®n Post. Los mismos motivos que aleg¨® el Instituto Smithsonian para hacer lo propio con la residencia de Washington DC que les hab¨ªa dejado Post. Su complejo de caba?as en Camp Topridge, donado al Estado de Nueva York, fue vendido en su mayor parte a un privado.
Cuando Mar-a-Lago sali¨® al mercado en la d¨¦cada de los ochenta, apareci¨® Donald Trump. En el libro Trump: The art of the deal se afirma que el magnate ofreci¨® 15 millones de d¨®lares por la mansi¨®n, pero que se los rechazaron. Esta informaci¨®n fue desmentida por miembros de la junta directiva de la Fundaci¨®n Post, quienes dijeron que el neoyorquino nunca les hizo esa oferta y que de hacerlo, la hubieran aceptado. Trump compr¨® la playa aleda?a al terreno y amenaz¨® con levantar una casa justo enfrente que arruinar¨ªa las vistas de la antigua propiedad de Post. En 1985 logr¨® comprarla por ocho millones de d¨®lares, precio en el que iban incluidos sus muebles antiguos.
Cuando el empresario y actual presidente de Estados Unidos pas¨® por aprietos econ¨®micos a principios de los noventa quiso parcelar el suelo para ponerlo en venta, pero Palm Beach no se lo permiti¨®. Entonces, lo convirti¨® en un club de golf privado. Durante su campa?a presidencial, Trump respond¨ªa a las cr¨ªticas sobre su falta de experiencia pol¨ªtica afirmando que sus negocios en la isla de Florida ofrec¨ªan una lecci¨®n sobre c¨®mo Estados Unidos ¡°deber¨ªa negociar con Ir¨¢n, con China, con India, con Jap¨®n y todos los dem¨¢s¡±, ya que bajo su batuta Mar-a-Lago se convirti¨® en uno de los s¨ªmbolos de su ¨¦xito econ¨®mico. Agreg¨® canchas de tenis, un spa, remodel¨® la casa en la playa y mand¨® a construir un sal¨®n de baile estilo Luis XIV, por el que han pasado personalidades como Bill Clinton, Tony Bennett o Joan Rivers.
Mar-a-Lago funciona como un club privado de golf de 27 hoyos en el que para ser socio ¡ªcuenta con 500¡ª hay que pagar una membres¨ªa de 200.000 d¨®lares. Una cifra que era la mitad antes de que el republicano fuera elegido presidente, pero que la Organizaci¨®n Trump afirma que era una rebaja por la recesi¨®n que azotaba al pa¨ªs. Eso s¨ª, econom¨ªas saneadas como la de Michael Jackson y Lisa Marie Presley ¡ªque celebraron en ella su boda en 1994¡ª pueden alquilarla para eventos puntuales.
La familia de Donald Trump tiene una secci¨®n reservada solo para ellos y el patriarca decidi¨® cambiarle el nombre y ahora la llama la Casa Blanca del Sur. No en vano, sus constantes visitas han dejado claro que sirve para todas las estaciones del a?o y no solo para el invierno.
El retiro oficial de los presidentes
Aunque ha pasado a tercer plano durante esta Administraci¨®n, desde 1942, el lugar de retiro para los presidentes estadounidenses es Camp David. Franklin Roosevelt bautiz¨® el complejo de caba?as r¨²sticas como Shangri-La en alusi¨®n a la tierra de la eterna juventud creada por el escritor James Hilton. M¨¢s tarde el presidente Dwight Eisenhower cambiar¨ªa el nombre en honor a su nieto, David Eisenhower. Est¨¢ situada en las monta?as de Catoctin, en Maryland, All¨ª las actividades principales suelen ser paseos por los bosques o montar a caballo. Pero tambi¨¦n ha acogido cumbres diplom¨¢ticas como las del Acuerdo de Camp David en 1978, firmado por el primer ministro de Israel Menajen Begin y el presidente de Egipto Anwar Al Sadat, con el presidente Jimmy Carter como mediador.
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