El islote presidencial
El fuerte, situado en la Costa Azul, es el destino blindado y obligatorio de los mandatarios franceses pese a que lo aborrecen. Macron mantiene la tradici¨®n
Charles de Gaulle pas¨® una sola noche all¨ª. Y fue espantosa. Aun as¨ª, decidi¨® que el fuerte de Br¨¦gan?on, en la Costa Azul, se convertir¨ªa en residencia presidencial. Desde entonces, con m¨¢s o menos entusiasmo, todos los presidentes de la V Rep¨²blica francesa han pasado al menos unos d¨ªas en alg¨²n momento de su mandato en este islote de vistas privilegiadas pero protegido de miradas curiosas. Fran?ois Hollande, que junto al tambi¨¦n socialista Mitterrand fue uno de los mandatarios que m¨¢s aborrec¨ªa el lugar, quiso acabar con la tradici¨®n abri¨¦ndolo al p¨²blico en 2014, bajo el argumento de que ahorraba costes al Estado. La medida dur¨® poco: Emmanuel Macron ha vuelto a hacer del fortificado islote el s¨ªmbolo de las vacaciones de los presidentes galos.
Y eso que Br¨¦gan?on, por mucha reforma que hayan hecho algunos de sus inquilinos, incluida la piscina que se ha construido Macron, est¨¢ lejos de la magnificencia del El¨ªseo en Par¨ªs. Este islote, a 35 metros sobre el nivel del mar, ha sido un puesto militar estrat¨¦gico desde hace m¨¢s de 2.000 a?os y sus instalaciones siguen siendo comparativamente espartanas.
Propiedad del Estado desde la Revoluci¨®n Francesa, cuando De Gaulle se fij¨® en ¨¦l llevaba d¨¦cadas arrendado a particulares. El primer presidente de la V Rep¨²blica solo pas¨® una sola noche en Br¨¦gan?on, el 25 de agosto de 1964. No fue una buena experiencia. Su cama era demasiado peque?a y los mosquitos se ensa?aron con ¨¦l. ¡°Ni durante sus campa?as militares en ?frica vio jam¨¢s mosquitos tan feroces¡±, contaba su esposa Yvonne. Pero la verdadera raz¨®n de que no volviera a Br¨¦gan?on fue ella, que prefer¨ªa que ¡°su Charles¡± veraneara como siempre en Colombey, cuenta el periodista Guillaume Daret en El fuerte de Br¨¦gan?on, historia, secretos y bambalinas de las vacaciones presidenciales, uno de los libros m¨¢s completos sobre este fuerte declarado por De Gaulle residencia presidencial en 1968.
Esa decisi¨®n fue proverbial para Georges Pompidou (1969-1974). Los Pompidou eran habituales de la Costa Azul y de su famoseo hasta que De Gaulle le llam¨® la atenci¨®n porque no lo ve¨ªa digno para su cargo. ¡°?Se acab¨® Saint Tropez! A partir de ahora ir¨¢ a Breta?a¡±, le orden¨® cuando le nombr¨® primer ministro, en 1962. A Pompidou le gustaba tanto el islote que incluso redact¨® all¨ª su testamento, dos a?os antes de que la muerte le impidiera terminar su mandato. La fascinaci¨®n con Br¨¦gan?on continu¨® con Val¨¦ry Giscard d'Estaing (1974-81), que igual que su predecesor decor¨® a su gusto el fuerte, poco retocado desde entonces. ¡°Si usted fuera presidente, disfrutar¨ªa aqu¨ª de una felicidad casi perfecta¡±, escribi¨® en sus memorias.
La ideolog¨ªa no era lo ¨²nico que lo separaba de su sucesor, Fran?ois Mitterrand. ¡°Qu¨¦ feo es esto¡±, exclam¨® el socialista la primera de las solo tres o cuatro veces que pas¨® por el islote. Aun as¨ª, supo ver su valor pol¨ªtico. En 1985 invit¨® a Br¨¦gan?on al canciller alem¨¢n Helmut Kohl. Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, Macron usar¨¢ el mismo escenario para recibir el 19 de agosto al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin.
Con Jacques Chirac (1995-2007), Br¨¦gan?on volvi¨® a florecer, aunque no le entusiasmara el fuerte. ¡°Me aburro¡±, le dijo a su ch¨®fer. Pero a su mujer, Bernardette, le encantaba ¡°esa casa de buen gusto¡±, as¨ª que ah¨ª iban siempre al menos unos d¨ªas. Para la posteridad ha quedado la foto de Chirac en pantalones cortos con calcetines y zapatos negros. Pero eso es porque la foto nunca lleg¨® a publicarse. El 4 de agosto de 2001, Chirac compart¨ªa las aguas del Mediterr¨¢neo que ba?an Br¨¦gan?on con otro visitante ilustre: Michael Schumacher, que hab¨ªa alquilado un gigantesco yate. A primera hora de la ma?ana, un helic¨®ptero despeg¨® del barco del campe¨®n de F¨®rmula 1. El ruido, seg¨²n el paparazi Pascal Rostain, debi¨® intrigar al presidente, que sali¨® a mirar qu¨¦ pasaba con prism¨¢ticos pero¡ ?desnudo! ¡°Ni siquiera hab¨ªa colocado a¨²n mis cosas. Y de pronto, vemos a Chirac en el balc¨®n como lo trajeron al mundo¡±, cont¨® en Le Figaro otro de los tres fot¨®grafos testigos, St¨¦phane Ruet. Aunque Le Canard Encha?n¨¦ revel¨® poco despu¨¦s el incidente, la imagen del rey desnudo, como lo describi¨® el semanario sat¨ªrico, nunca sali¨® a la luz en un pa¨ªs donde la prensa tambi¨¦n silenci¨® durante a?os que Mitterand ten¨ªa una hija secreta.
Le gustara m¨¢s o menos Br¨¦gan?on, si Chirac pas¨® mucho tiempo all¨ª, se?ala Daret en su libro, es porque le permit¨ªa seguir trabajando, lo consideraba un ¡°El¨ªseo de verano¡±. Algo que tambi¨¦n comprendi¨® su sucesor, Nicolas Sarkozy (2007-12). Aunque prefer¨ªa quedarse en la casa de su nueva esposa ¡ªes el ¨²nico mandatario franc¨¦s que se ha divorciado, y casado, estando en el El¨ªseo¡ª Carla Bruni, en el cercano Cap N¨¨gre, Sarkozy era consciente de que el fuerte, por su relativa austeridad y por su historia, transmite una imagen de presidente responsable siempre trabajando, incluso en su periodo de descanso.
Ignorado por Hollande, que solo fue una vez all¨ª, en 2012, con su primera pareja en el El¨ªseo, la periodista Val¨¦rie Trierweiler, la idea ha sido retomada por un Macron a quien, tras meses de protestas de los chalecos amarillos, no le conviene dar se?ales excesivas de excesos en su tiempo de descanso. As¨ª que tras el ¨²ltimo consejo de ministros, los Macron hicieron sus maletas y se plantaron, a finales de julio, en Br¨¦gan?on, aunque el presidente asegur¨® que se trata de ¡°vacaciones con trabajo¡± para preparar el nuevo curso pol¨ªtico en el ecuador de su mandato.
La pizza Carlita de Bruni
Fran?ois Hollande, quien ha calificado la residencia presidencial veraniega como ¡°un museo de los a?os setenta¡±, decidi¨® abrir sus puertas al p¨²blico en el a?o 2014. Durante los siguientes tres a?os, fue un ¨¦xito de afluencia: solo en el primer verano lo visitaron 55.000 personas. En 2018, el El¨ªseo recuper¨® el control del fuerte. Cerca de las puertas, en la entrada de la playa de Cabasson, un chiringuito ofrece desde la ¨¦poca de Sarkozy la pizza La Carlita. El nombre se debe a Carla Bruni, quien en 2011, estando embarazada, pas¨® una temporada en Br¨¦gan?on y, al visitar el restaurante, se dej¨® convencer por el due?o para que comiera una pizza de jam¨®n serrano y queso, ingredientes no recomendados en ese estado. Y desde entonces lleva su nombre.