Sin complejos
El mejor ejemplo de esta nueva manera de hacer y decir las cosas, lo est¨¢ dando el gran fichaje de Albert Rivera, Marcos de Quinto
Hab¨ªa un injustificado temor a que Vox participara en la pol¨ªtica general. Yo creo, y tendr¨¦ que rectificar anteriores errores al decirlo, que ha sido muy sano para el sistema en su conjunto que, por ejemplo, el paso firme y sereno de Roc¨ªo Monasterio haya servido para que Isabel D¨ªaz Ayuso pueda decir que ella no es feminista sino mujer. ?Un buen palo a la demagogia biempensante de la izquierda! Se va pudiendo decir lo que sea sin complejos, sin pararse a pensar si lo dicho cumple los requisitos m¨ªnimos de la correcci¨®n pol¨ªtica. Y eso se lo debemos en gran medida a Vox.
El mejor ejemplo de esta nueva manera de hacer y decir las cosas lo est¨¢ dando el gran fichaje de Albert Rivera, Marcos de Quinto, con dos actuaciones estelares, dignas de ser observadas por Stefan Zweig. Una sobre etarras y otra sobre los ocupantes temporales del Open Arms. La segunda no habr¨ªa podido mejorarla ni el mism¨ªsimo doctor Mengele, cambiando el nombre del barco por el de St. Louis y a los negros por jud¨ªos bien alimentados.
El asunto es grave solo si queremos que lo sea. Decir ese tipo de cosas tiene mucho que ver con la reacci¨®n ¡°r¨¢pida¡± de cualquiera. Si alguien hace brillar una navaja en una feria, pensamos de inmediato en un gitano. De igual manera, nos parece normal que una multitud pueda linchar a un negro por una violaci¨®n cometida por un blanco.
Puede ser que algunos de los habitantes ocasionales de barcos propiedad de ONG hayan pagado a mafias para salir del infierno libio, pero eso no les convierte en mafiosos, siguen siendo v¨ªctimas, ni a Pedro S¨¢nchez en Al Capone, que es lo que la derecha ¡°sin complejos¡± de Salvini y de De Quinto pretende.
Algo que nos distingue de los leones, por ejemplo, es que no nos pasamos gran parte del d¨ªa pensando la forma en que podremos destripar a una gacela.
Podemos pensar, por el contrario, en c¨®mo ser mejores personas, en c¨®mo hacer que la ¨¦tica pueda ser una buena base de nuestra actuaci¨®n. Decir sin complejos lo primero que uno (o una, ?ojo!) piense puede acabar por ser un ejercicio nada liberador, sino embrutecedor.
Al portero de mi casa he dejado de decirle lo de ¡°quita de ah¨ª, enano murciano¡±, y le doy los buenos d¨ªas. Nos llevamos mejor, curiosamente.
Mucho mejor. Por eso no voto a De Quinto ni a Vox.
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