Una lecci¨®n de democracia
Las crisis pol¨ªticas no se resuelven en el secretismo de las conspiraciones ni en la intemperie de las redes o de las plazas colmadas
El mejor episodio de un Gobierno corto e imposible ha sido su final, una doble culminaci¨®n: de una cabalgada demag¨®gica y de una trayectoria acad¨¦mica. El demagogo ha intentado un golpe de audacia: romper el Ejecutivo de coalici¨®n desde dentro, en pleno periodo vacacional; obtener el voto de desconfianza contra el primer ministro, su primer ministro; ir a elecciones anticipadas, y hacerse con el trofeo, los plenos poderes seg¨²n su definici¨®n de indiscutible inspiraci¨®n dictatorial. El profesor, el primer ministro, ha exhibido sus dotes de jurista para pararle los pies y responder con una entera lecci¨®n, pr¨¢ctica y te¨®rica, de democracia.
El centro de la pol¨ªtica es el Parlamento, que es el que otorga la confianza al primer ministro y el que puede neg¨¢rsela. Las crisis pol¨ªticas no se resuelven ni en el secretismo de las conspiraciones ni en la intemperie de las redes sociales, o menos todav¨ªa bajo la presi¨®n de las plazas colmadas. Los representantes pol¨ªticos, y especialmente los gobernantes, deben tener sensibilidad institucional, una actitud respetuosa con las reglas de juego, las escritas y las no escritas, y un buen conocimiento de la cultura constitucional. No hay lugar para el poder personal, y menos todav¨ªa para los plenos poderes en un sistema con equilibrios y contrapesos entre las distintas ramas del Estado. Finalmente, no es tolerable la mezcla entre s¨ªmbolos vinculados a los sentimientos religiosos y los esl¨®ganes pol¨ªticos, que atentan contra algo tan esencial como la laicidad.
La novedad de nuestra ¨¦poca es que estas obviedades, el ABC de la democracia representativa, la ¨²nica realmente existente, no son compartidas por el jefe de un partido y ministro de un Gobierno con aspiraciones de alcanzar la presidencia del consejo ejecutivo en un pa¨ªs de tanta envergadura y centralidad como Italia. Matteo Salvini, hasta ahora ministro del Interior y presidente de la Lega, ha intentado el asalto al poder enarbolando la doble y negra bandera del rechazo a la inmigraci¨®n y a la Uni¨®n Europea y ha sido, como consecuencia, debidamente aleccionado en el Senado italiano, aunque sin provecho ni caso alguno, claro est¨¢, por el hasta ahora primer ministro Giuseppe Conte.
Salvini no es un caso excepcional de p¨¦sima educaci¨®n democr¨¢tica, sino uno m¨¢s de los muchos pol¨ªticos demagogos que compiten por pervertir la democracia hasta reducirla, al final, a la m¨ªnima expresi¨®n de introducir un d¨ªa una vez un voto en una urna y esperar a que luego, con ellos ya en el poder, llegue el diluvio. La lecci¨®n impartida por Conte tiene valor universal.
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