Cabezas cortadas
Es posible que ni el propio Ignacio Aguado sea consciente del todo de las nociones enfermizas que le han inculcado
Para muchos hay un feminismo que comienza en la famosa r¨¦plica de la marquesa de Condorcet. Ya viuda de su genial marido, el emperador Napole¨®n se atrevi¨® a hacerle una recomendaci¨®n muy franquista avant la lettre: ¡°Las mujeres no deber¨ªan meterse en pol¨ªtica¡±. A lo que Sophie de Condorcet respondi¨® con enorme elocuencia: ¡°Se?or, si a las mujeres tambi¨¦n nos cortan la cabeza tenemos derecho a preguntarnos por qu¨¦¡±. Ese por qu¨¦ ejemplifica un derecho a la acci¨®n y la necesidad de exigir explicaciones. Los a?os han pasado desde entonces, pero la recomendaci¨®n imperial sigue implantada por culpa de ese paternalismo irremediable de la sociedad, que oprime a las mujeres con condicionantes en su comportamiento que se excusan para el hombre. El ¨²ltimo en meter la pata en ese pantano ha sido el l¨ªder madrile?o de Ciudadanos, Ignacio Aguado. Para justificar la escasa presencia de mujeres en el Gobierno de la Comunidad de Madrid que copreside, no se le ocurri¨® peor argumento que alegar que estaba en contra de la cuota femenina y que para tener A¨ªdos y Pajines prefer¨ªa prescindir de mujeres. Recurri¨® a la eterna injusticia de sostener que hay m¨¢s mujeres mediocres que hombres mediocres, algo ya refutado cient¨ªficamente. Pero adem¨¢s lo hizo con una curiosa memoria selectiva.
La memoria selectiva de Aguado consiste en recurrir a dos ministras espa?olas de hace nada menos que quince a?os. Lo ten¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil para haber puesto de ejemplo de mala gesti¨®n a altos cargos de la Comunidad vinculados a su partido de coalici¨®n. Presidentes y vicepresidentes, consejeros y altos cargos que robaron, pasearon bolsas con billetes, guardaron miles de euros en altillos familiares y esquilmaron cada organismo p¨²blico que cay¨® a su alcance. ?Prefiere esos consejeros habilidosos a supuestas mujeres sin m¨¦rito? Es normal que no rectificara sus declaraciones. Es posible que ni ¨¦l sea consciente del todo de las nociones enfermizas que le han inculcado. M¨¢s all¨¢ de un an¨¢lisis profundo de su labor y val¨ªa, A¨ªdo fue impulsora de medidas de protecci¨®n a la mujer frente a la violencia machista y Paj¨ªn aplic¨® una ley antitabaco y una reforma de la compra farmac¨¦utica, que pasado el tiempo se reivindican como aciertos incontestables. Como su trabajo no pod¨ªa ser atacado, sufrieron entonces una persecuci¨®n cavern¨ªcola que destruy¨® su prestigio personal y que sigue calando una generaci¨®n despu¨¦s.
Aguado es joven y seguro que puede cambiar estas doctrinas inducidas, pero m¨¢s grave es la pelea de su partido por quedarse con el caladero de votos a la derecha de la derecha. Ah¨ª el machismo suma en lugar de restar. No deber¨ªa ir a buscar mediocridades femeninas al pasado remoto, basta con que mire da?inos ejemplos masculinos junto a su sill¨®n. Ha nombrado consejero de Transportes al expresidente Garrido. Alguien que se cambi¨® de partido en plena campa?a, tras fingir enfermedades para no acudir a los actos que ten¨ªa programados, y cuyos mayores m¨¦ritos en la materia que ahora rige consistieron en depauperar el Metro de Madrid hasta el hacinamiento diario actual y su esmero por condenar al gremio del taxi frente a sus rivales especuladores. El plan para cargarse la idea de transporte p¨²blico y ponerlo en manos privadas parece serio. Pero incluso esa maldad puede llevarse a cabo sin cortarle la cabeza a m¨¢s mujeres y adem¨¢s negarles el derecho a preguntar por qu¨¦.
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