La reciprocidad y el Brexit
Con sus amenazas de unilateralidad, Boris Johnson olvida las reglas que rigen las relaciones internacionales
El primer ministro brit¨¢nico, Boris Johnson, sorprendi¨® a la opini¨®n p¨²blica con una brusca declaraci¨®n dirigida a ¡°sus amigos europeos¡± seg¨²n la cual su pa¨ªs est¨¢ dispuesto a terminar con la libre circulaci¨®n de personas si la salida de la UE se produce sin acuerdo. Quiz¨¢ debiera a?adir ¡°sin el acuerdo que el Gobierno del Reino Unido desea¡±, porque el acuerdo ya existe; fue aceptado por ambas partes el pasado 19 de febrero y ligeramente modificado para amoldarse a preferencias brit¨¢nicas el 25 de abril. Llevado por Theresa May ante su Parlamento, ¨¦ste lo rechaz¨® en tres ocasiones.
Resulta curiosa la amenaza impl¨ªcita en tal declaraci¨®n unilateral, porque olvida que las relaciones internacionales ¡ªsalvo entre poderes claramente desiguales¡ª se rigen por el principio de reciprocidad.
Dec¨ªa Francisco de Vitoria, padre del derecho internacional, que el derecho a circular libremente fuera del pa¨ªs de origen ¡ªincluso la libertad de comercio¡ª era un derecho, un t¨ªtulo de la sociedad natural; pero, claro est¨¢, sobre la base de la reciprocidad. Aunque los Estados modernos ignoran en muchas ocasiones ese derecho, nuestros contempor¨¢neos Keohane y Nye, creadores de la teor¨ªa de la interdependencia, justifican por esta circunstancia ese trato rec¨ªproco.
Son muchos los europeos, incluidos 200.000 espa?oles, que amparados por la legislaci¨®n de la UE residen y trabajan en el Reino Unido contribuyendo al crecimiento y riqueza de aquel pa¨ªs, y que se ver¨ªan afectados por la limitaci¨®n unilateral propugnada por Johnson. Pero son tambi¨¦n muchos los brit¨¢nicos que residen y se benefician de todo tipo de servicios en otros pa¨ªses de la UE. Su peculiar primer ministro les est¨¢ diciendo que esta situaci¨®n puede terminarse la noche de Halloween, el 31 de octubre.
Mientras esto sucede, las autoridades de Gibraltar y el denominado Grupo Transfronterizo, integrado por agentes sociales de ambos lados de la verja piden a Espa?a un trato id¨¦ntico al actual, no solo para los trabajadores de ambos lados, sino tambi¨¦n para cualquier residente, persona f¨ªsica o jur¨ªdica en el Pe?¨®n. Esto que hoy es posible por la condici¨®n de miembro de la UE del Reino Unido, dejar¨¢ de serlo tras el Brexit y los hoy ciudadanos brit¨¢nicos dejar¨¢n de tener la ciudadan¨ªa de la Uni¨®n y sus beneficios asociados, salvo que adquieran la nacionalidad de alg¨²n Estado miembro.
Cualquier negociaci¨®n sobre Gibraltar solo puede recaer en los Gobiernos de Espa?a y del Reino Unido
Ante el aviso de Londres de un final de la libre circulaci¨®n de trabajadores de pa¨ªses de la UE en su territorio, las autoridades del Pe?¨®n se han apresurado a recordar que Gibraltar tiene jurisdicci¨®n propia para legislar sobre inmigraci¨®n y trabajo, intentando convencer de que el Brexit no les afectar¨¢. Vano esfuerzo porque ignoran que los acuerdos internos entre Londres y Gibraltar no son m¨¢s que eso, acuerdos internos, y cualquier negociaci¨®n al respecto solo puede recaer en los Gobiernos de Espa?a y del Reino Unido, en su caso; y en ello est¨¢ el Gobierno espa?ol, quien en noviembre de 2018 suscrib¨ªa cuatro memorandos de entendimiento con el Reino Unido, uno de ellos sobre trabajadores transfronterizos; pactos que ten¨ªan duraci¨®n temporal, durante el denominado per¨ªodo transitorio, y de cuya aplicaci¨®n se duda en caso de salida de la UE sin acuerdo.
Sometido, en parte por razones hist¨®ricas, en parte por ocupaci¨®n ilegal, a la jurisdicci¨®n del Reino Unido, Gibraltar no puede pretender una subjetividad internacional que en modo alguno le corresponde. La parte que detenta esa jurisdicci¨®n en la actualidad, desoyendo los llamamientos de la ONU para poner fin a la situaci¨®n colonial de Gibraltar, el Reino Unido puede negociar con Espa?a qu¨¦ trato dispensar a los trabajadores espa?oles en Gibraltar y viceversa garantizando para ellos, eventualmente, la libre circulaci¨®n entre el Pe?¨®n y La L¨ªnea, para evitar el colapso de actividades en este enclave; pero cualquier acuerdo se torna m¨¢s dif¨ªcil sin la reciprocidad que implica cerrar las fronteras al otro lado del canal de la Mancha a los trabajadores comunitarios. Si el juego de la reciprocidad recompensa comportamientos que contribuyen al bien com¨²n, tambi¨¦n castiga a quienes persiguen intereses ego¨ªstas afectando negativamente al grupo.
Aunque la bravata de Johnson sea una cortina de humo ante los temores suscitados en Londres por el informe Yellowhammer, que prev¨¦ interrupciones en los transportes, el suministro de alimentos, agua y medicinas, o eventuales protestas ciudadanas, desvela una intenci¨®n de obtener ventajas de una situaci¨®n que los ¨²ltimos Gobiernos del Reino Unido han provocado, sin hacer concesiones a cambio. Si la UE mantiene su frente unido, no ser¨¢ por intereses individuales sino porque lo negociado con May responde con equidad a un reparto rec¨ªproco de compromisos y derechos.
Natividad Fern¨¢ndez Sola es titular de la c¨¢tedra Pr¨ªncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown.
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