Besarte en la boca es broma, mujer
El empresario acusado de abuso contra Teresa Rodr¨ªguez dice que fue una broma, pero a los jueces no les ha hecho gracia
Por fortuna, ni pensar ni sentir son delito, ninguna de esas acciones est¨¢ tipificada en el C¨®digo Penal. Pero lo que pas¨® por la cabeza de Teresa Rodr¨ªguez y del empresario que supuestamente la agredi¨® bien merece pararse un instante. Sus ideas, impresiones y pensamientos no tendr¨¢n gran valor judicial, pero al menos nos ayudan a forjar los nuestros.
Despu¨¦s de que Manuel Mu?oz asaltara y arrinconara a la l¨ªder andaluza en un despacho y simulara besarla en la boca mientras colocaba una mano en su cara y otra en su nuca, ella sinti¨® al menos cuatro cosas: asco; que ¨¦l ten¨ªa los brazos muy largos; que no pod¨ªa reaccionar; y que la trataban como un objeto. Lo cont¨® ayer.
Lo que el acusado piensa, pens¨® o dice que pens¨® es que tras acabar de recibir un diagn¨®stico de c¨¢ncer, con tres copas de m¨¢s y una medicaci¨®n que pudo influir un poquito, bien pod¨ªa hacer lo que consider¨® ¡°una broma¡±. Al fin y al cabo, qui¨¦n no se va a arrancar con un achuch¨®n forzoso a una joven desconocida, aunque ella no quiera, por un qu¨ªtame all¨¢ esas pajas. Que le den al c¨¢ncer y a los modales, estoy de cogorza.
La broma de Mu?oz, el muy salado, consist¨ªa pues en arrinconar a una mujer en un despacho. Y en su universo tal vez alguien a¨²n le est¨¦ riendo la gracia, pero los jueces de la Audiencia de Sevilla que llevan el caso no se han re¨ªdo demasiado. De hecho, tras analizar un v¨ªdeo del incidente ayer lo vieron tan crudo que ofrecieron a las partes la posibilidad de acusarle de abuso sexual y no de delito contra la integridad moral y atentado contra la autoridad, que era la mochila inicial con la que entr¨® al juicio. Sali¨® con otra m¨¢s pesada.
Hubo tambi¨¦n otro pensamiento interesante. Mu?oz consider¨® ¡°impensable¡± que eso pudiera ser delito siendo como era una simple broma, aunque reconoce de mal gusto.
Y ya que dudar tampoco es delito, una analiza todo esto y no puede encontrar buenas intenciones. Solo la conciencia de un dominio y un supuesto derecho a la imposici¨®n que no ha terminado, sino que ha sembrado frutos en las generaciones siguientes, en las que los patrones de agresi¨®n sexual y violencia prosiguen y crecen. En realidad no es una duda, es certeza, pero tampoco es delito.
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