Ciudadanos, clientes o rehenes
El populismo es un disparo en la diana de la ciudadan¨ªa. Pero cada vez m¨¢s votantes se averg¨¹enzan de la actitud barriobajera de algunos pol¨ªticos
Que Twitter se ha convertido en el ¨¢gora posmoderna es innegable. Por eso no deber¨ªan producir sonrojo las salidas de tono en que incurren muchos participantes en el di¨¢logo o el debate virtual, si es que tales ejercicios intelectuales son congruentes con el frenes¨ª del trino. Lo que resulta injustificable es que representantes de la soberan¨ªa popular, investidos por ello de cierta auctoritas, siembren de exabruptos e insultos la plaza p¨²blica. Sucedi¨® este verano, con las inaceptables soflamas de un diputado espa?ol sobre inmigraci¨®n, no muy distintas de las de Matteo Salvini, que hizo de su presencia en las redes sociales una vil arenga fascista.
A diferencia del espa?ol, a Salvini sus bravatas le han costado caras. Tambi¨¦n sus modales chulescos, afeados por el nuevo Gobierno italiano con una invitaci¨®n a cuidar las palabras y escoger las m¨¢s respetuosas con las personas y sus ideas para drenar el lodazal de la Liga. Tambi¨¦n en el enloquecido gallinero de Westminster hay lugar para la cordura, al reconvenir el presidente de la C¨¢mara a los diputados por su ¡°griter¨ªo extraordinariamente est¨²pido¡±. Nada que ver con el clamoroso silencio de su partido ante las bravuconadas del diputado espa?ol, signo tal vez de un peculiar esp¨ªritu tabernario¡ o de la completa asunci¨®n de lo dicho.
Los ciudadanos cabales se sienten cada vez m¨¢s perplejos, avergonzados ante los populistas. Igual que Italia acomete una regeneraci¨®n pol¨ªtica de urgencia, ser¨ªa imprescindible tambi¨¦n un rearme ciudadano, porque el concepto de ciudadan¨ªa parece haberse diluido en categor¨ªas vicarias. En epifen¨®menos: contribuyentes, usuarios, clientes. Tambi¨¦n consumidores, muy conscientes y voluntarios, adem¨¢s de votantes ¡ªy entonces s¨ª, ciudadanos de nuevo¡ª cuando toca. Algunas veces, los ciudadanos tambi¨¦n son rehenes, como los brit¨¢nicos del Brexit o los catalanes del proc¨¦s. De los populistas.
Pero estas condiciones no son necesariamente sin¨®nimas, ni mucho menos sin¨¦cdoques, de la noci¨®n de ciudadan¨ªa. Un ejemplo claro es China, con millones de consumidores que no son ciudadanos de pleno derecho. La marca textil m¨¢s importante de Espa?a lo ha corroborado ante las protestas de Hong Kong, al desmarcarse de las reivindicaciones democr¨¢ticas de los manifestantes y apoyar la soberan¨ªa china sobre el territorio. Es decir, al elegir a los clientes sobre los ciudadanos.
A m¨¢s ciudadan¨ªa ¡ªbien informada, con autoestima, cr¨ªtica, asertiva¡ª, menos populismo. Porque este se cuela tambi¨¦n por los resquicios que en el cuerpo social crean esas segmentaciones. Ejercer como ciudadanos no es firmar a mansalva peticiones online ¡ªotro cauce para las emociones, aunque se suscriban bienintencionadamente¡ª, ni manifestarse ¡ªo votar¡ª cuando corresponda, sino elegir a representantes dignos para no volver a o¨ªr, con verg¨¹enza, que cada pa¨ªs tiene los pol¨ªticos que se merece. La correcci¨®n del paso en Italia demuestra que la altura de miras, y la decencia, son posibles.
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