Amor y pol¨ªtica
?Qui¨¦n es el p¨²blico que sigue ya esas intervenciones mitineras con que nos martillean en los telediarios del domingo? ?Qui¨¦n atender¨¢ a los discursos de una nueva campa?a?
Podr¨ªa confeccionar una lista de personas con las que, a poco que me empe?ara, acabar¨ªa teniendo una discusi¨®n agria. Y si escribiera un listado de aquellos con los que eludo una discusi¨®n agria ser¨ªan los mismos. Pero un s¨ªntoma de la madurez en las relaciones diarias es, precisamente, evitar deslizarnos por enfrentamientos en los que acabaremos pronunciando palabras gruesas o haciendo gestos despreciativos. Es muy dif¨ªcil reconstruir una relaci¨®n tras haber mostrado antipat¨ªa o desconfianza. M¨¢s a¨²n cuando la escena es contemplada por terceras personas. Pero en estos tiempos la contenci¨®n se ha convertido en s¨ªntoma de debilidad y hay quien defiende la chuler¨ªa o el enfrentamiento como si no existiera una estrategia para defender tus principios que no pasara por rendir o derrotar al adversario.
Las diferencias pol¨ªticas han de quedar patentes en el debate, y el Congreso de los Diputados est¨¢ para eso, para mostrar la controversia, la astucia, la pasi¨®n, por supuesto que s¨ª, la dureza, cuando haga falta, el humor, para distender, pero el problema es que lo que hemos contemplado iba m¨¢s all¨¢ del debate program¨¢tico para colarse en un territorio personal desagradable y descorazonador. Los que hab¨ªan conseguido el apoyo de los votantes por una promesa no formulada, pero sobrentendida, de pactos, han sido, en el mejor de los casos, torpes, y en el peor, retorcidos, porque alentaban a un acuerdo sin tener voluntad sincera de llegar a ¨¦l. Pero m¨¢s all¨¢ de la incapacidad pol¨ªtica notoria han despreciado las t¨¢cticas que d¨ªa a d¨ªa los ciudadanos en nuestro quehacer social ponemos en pr¨¢ctica para no frustrar relaciones con quien m¨¢s tarde o m¨¢s temprano nos vamos a tener que encontrar. La divergencia ideol¨®gica es crucial en el juego pol¨ªtico, pero tambi¨¦n lo son las habilidades psicol¨®gicas, aunque poco se hable de ellas. No s¨¦ si el af¨¢n de que haya un Gobierno progresista lograr¨¢ que haya un acuerdo de ¨²ltima hora entre quienes casi no se han cruzado una mirada ni delante ni a espaldas de los ciudadanos, pero ser¨ªa dif¨ªcil que sus votantes se tragaran el cuento ahora de que existe una m¨ªnima sinton¨ªa.
Ha resultado caprichoso, desabrido, maleducado, un juego de ni?os que no se han aprendido las reglas: te ofrezco algo que t¨² desprecias pero cuando al rato t¨² lo aceptas yo te desprecio a ti. Y mientras esto sucede se van publicando encuestas de intenciones de voto, y de esas encuestas los jugadores, muy cucos, deducen si les conviene m¨¢s volver a convocarnos a las urnas o tratar de arreglarlo a la desesperada. La pregunta es: ?qui¨¦n esperan que les premie por esa actitud est¨¦ril y por prolongar su protagonismo hasta el pr¨®ximo a?o? ?Qui¨¦n es el p¨²blico que sigue ya esas intervenciones mitineras con que nos martillean en los telediarios del domingo? ?Qui¨¦n atender¨¢ a los discursos de una nueva campa?a?
Si movidos en parte por ese miedo a la derecha que tanto sirvi¨® para mitinear a quienes han sido incapaces de formar un Gobierno que la contuviera, vamos a elecciones; si a pesar de esta farsa interminable los sufridos votantes vuelven a prestar su apoyo a los mismos l¨ªderes, no contendr¨¢ este voto ni confianza ni simpat¨ªa, por la simple raz¨®n de que ellos han estado carentes de estas dos cualidades de las que hemos de servirnos los ciudadanos para sobrevivir en todos los escenarios de la vida. ?C¨®mo recomponer la sonrisa, la afabilidad, la cercan¨ªa despu¨¦s de semejante alejamiento? Y no hablo de amor sino de pol¨ªtica. Son cosas distintas, pero se parecen.
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