Lucha de agendas
Si falla otra vez la investidura y se nos convoca de nuevo a las urnas no estaremos ante una repetici¨®n electoral sino ante unos nuevos comicios completamente distintos
Si falla otra vez la investidura y se nos convoca de nuevo a las urnas no estaremos ante una repetici¨®n electoral sino ante unos nuevos comicios completamente distintos. Son muchas las diferencias que habr¨¢ entre una y otra convocatoria, como el hecho de que el 28-A era la primera vuelta de un t¨¢ndem seguido de elecciones locales y territoriales destinadas a corregir los resultados de aquellas, y esta vez en cambio votaremos a una sola vuelta. Pero la diferencia m¨¢s significativa entre aquella primavera y el pr¨®ximo oto?o electoral ser¨¢ que la cuesti¨®n central habr¨¢ cambiado de manera radical. Ante el 28-A, la agenda se centraba en la estrella ascendente de Vox y su potencial de sumar mayor¨ªa con las otras dos derechas. Mientras que ahora se centra en el debate entre el Gobierno a la portuguesa que solicita S¨¢nchez y el Gobierno de coalici¨®n que reclama Iglesias. Y esto desactiva en gran medida la amenaza de abstenci¨®n electoral.
Lo cual resulta extraordinario, pues nunca se ha visto que la cuarta fuerza pol¨ªtica le dicte la agenda a la primera, que adem¨¢s le triplica en n¨²mero de esca?os. Pero eso es lo que ha conseguido el l¨ªder de Podemos con su capacidad de coacci¨®n: invertir los papeles entre el actor principal y su socio minoritario para pasar a dictarle sus condiciones. Quien estaba llamado a obtener la investidura era S¨¢nchez, que propuso un Gobierno monocolor al estilo dan¨¦s. Pero Iglesias no solo rehus¨® apoyarle, sino que logr¨® intercambiar los papeles, monopolizando la iniciativa de proponer un Gobierno de coalici¨®n fiscalizado por ¨¦l. Y este debate, en vez de aquel, se ha convertido ahora en el centro de la pol¨¦mica, pasando a erigirse en la agenda central de las pr¨®ximas elecciones, que as¨ª se transforman para los electores progresistas en un plebiscito entre coalici¨®n s¨ª o coalici¨®n no.
As¨ª retoma Iglesias su verdadera vocaci¨®n como sucesor de Julio Anguita, recuperando la pinza con la derecha mediante su teor¨ªa de las dos orillas. Y ello a pesar de que, caracteriol¨®gicamente, a quien m¨¢s se parece Iglesias no es al califa cordob¨¦s sino al otro brazo de la pinza: el antih¨¦roe de las Azores, con quien comparte la misma hybris megal¨®mana de orgullo desmedido que le lleva a jugarse el destino del pa¨ªs para satisfacer sus ansias de grandeza. Por eso no se sabe d¨®nde situar la barrera que separa las dos orillas, si es la izquierda contra la derecha, a la que desea desterrar a S¨¢nchez y al PSOE para monopolizar la patente de pureza ideol¨®gica, o es la que enfrenta al propio Iglesias contra todos, y por eso ha desterrado a Errej¨®n, Carmena y dem¨¢s compa?eros de viaje. Es el destino de aquellos populistas que inician su periplo desde el centro del pueblo soberano para acabar derivando hacia un extremo u otro, sea la extrema derecha con la que coquetea Rivera o la extrema izquierda que acaricia Iglesias. Un viaje en el que estamos todos embarcados a nuestro pesar, y que suele acabar en naufragio.
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