Comprar mucho le sale caro a la Tierra
La industria textil se ha convertido en la segunda m¨¢s contaminante del mundo. Cada a?o se tiran millones de toneladas de ropa, de las que solo se recicla el 1%. Si el ritmo de despilfarro se mantiene, en 2050 el sector ser¨¢ responsable de un cuarto de las emisiones globales de CO2
TIENE EN su armario armario desde hace m¨¢s de un mes ropa con la etiqueta a¨²n puesta? ?En alg¨²n cambio de temporada o reorganizaci¨®n ha descubierto una prenda cuya existencia hab¨ªa olvidado? ?Se ha dado cuenta ¡ªcon pavor¡ª de que la camiseta negra que acaba de comprar es exactamente igual que otras tres que se amontonan en un caj¨®n (ponga aqu¨ª el objeto y la cifra que mejor represente su compulsi¨®n)? ?Cu¨¢nta ropa atesora que no se ha vuelto a poner desde que la estren¨®? Tranquilo: no est¨¢ solo. Pero ya sabe qu¨¦ tipo de consuelo es ese. El ciclo de consumo esp¨ªdico en el que estamos inmersos hace que jubilemos las prendas cada vez m¨¢s pronto, lo que se traduce cada a?o en 500.000 millones de euros tirados a la basura o, en el mejor de los casos, al contenedor de reciclaje, seg¨²n recoge el ¨²ltimo informe elaborado por la agencia McKinsey & Company en colaboraci¨®n con el portal especializado en moda The Business of Fashion.
Este desperdicio se cifra entre 10 y 14 kilos anuales por espa?ol, seg¨²n la Asociaci¨®n Ib¨¦rica de Reciclaje Textil. El pa¨ªs europeo que m¨¢s prendas consume, Reino Unido, alcanza las 300.000 toneladas. Y solo en las 800 tiendas de Zara dotadas de contenedores desde 2015 se han recogido ya m¨¢s de 34.000. Pero hay una cifra a¨²n m¨¢s devastadora: solo el 1% de la fibra textil se recicla, seg¨²n datos de la Fundaci¨®n Ellen Mac?Arthur, referente mundial en la promoci¨®n de la econom¨ªa circular. Este ingente despilfarro ha contribuido a convertir a la industria textil en la segunda m¨¢s contaminante del mundo. Un sector que, de seguir as¨ª, ser¨¢ responsable de un 25% de las emisiones de CO2 en 2050.
La llamada ¡°regla del 80-20¡± afirma que el 80% del tiempo usamos solo el 20% de nuestra ropa
Llegados a este punto, como reivindica la activista Ellen MacArthur, no basta con hacer menos da?o. ¡°Tenemos que cambiar la forma en la que fabricamos, pero tambi¨¦n en la que usamos la ropa¡±. Utilizar algod¨®n org¨¢nico y nuevos materiales biodegradables est¨¢ bien ¡ªalivia conciencias y ahorra recursos¡ª, pero resulta insuficiente.
Por eso, entre otras razones, cada vez m¨¢s gente apuesta por una nueva forma de consumir moda que es tan antigua como el hilo negro. Y que se basa en el m¨¦todo de las tres erres: reutilizar, reparar y reciclar. El objetivo es comprar menos y mejor. Que la ropa tenga una vida m¨¢s larga y eficiente. Tambi¨¦n porque, en ese c¨ªrculo vicioso que nos lleva a acumularla como si fuese gratis, pierde valor independientemente del precio que marque su etiqueta. Cuando hay yogures que duran m¨¢s en la nevera que vestidos en el armario, la moda se convierte en algo fugaz e irrelevante: un bien de usar y tirar. Eso defiende Cynthia Bagu¨¦, una bloguera de moda que el 1 de enero de 2016 se levant¨® con un prop¨®sito de a?o nuevo kamikaze (teniendo en cuenta su forma de ganarse la vida): no hacer ni una sola incorporaci¨®n a su armario hasta 2017. Cierto que el suyo recib¨ªa a?o tras a?o muchas m¨¢s piezas que las 34 que, de media, adquiere cada espa?ol; y que gracias a ello consigui¨® superar el ¡°s¨ªndrome de abstinencia¡±. Por el camino, ahorr¨® dinero, descubri¨® que ten¨ªa los altillos llenos de tesoros olvidados y confirm¨® que, como la mayor parte de la gente, cumpl¨ªa ¡°la regla del ?80?-20¡±, que reza que el 80% del tiempo usamos solo el 20% de nuestra ropa: ¡°Con la que nos sentimos m¨¢s c¨®modos y que nos representa¡±. Desde entonces, cuenta que consume muchas m¨¢s piezas vintage: ¡°Son las m¨¢s antiguas que tengo, claro, pero, como est¨¢n cosidas primorosamente y hechas con telas estupendas, se encuentran en mejores condiciones que muchas nuevas¡±. Adem¨¢s, ha empezado a organizar fiestas de intercambio de ropa con amigas, pero tambi¨¦n otras abiertas a un p¨²blico cada vez m¨¢s implicado a trav¨¦s de Instagram. El mercado de ropa usada y de segunda mano siempre ha estado ah¨ª, pero desde hace unos a?os ha sufrido un gran auge motivado fundamentalmente por el revival constante que imponen las pasarelas. Las marcas de lujo saquean sin remordimiento la est¨¦tica de d¨¦cadas pasadas para construir sus colecciones y hoy casi cualquier prenda rescatada de los setenta, ochenta o noventa puede pasar del ba¨²l de los recuerdos a la calle sin necesidad de grandes adaptaciones.
¡°Aunque a¨²n es emergente, existe otra tendencia ¡ªcasi un cambio de mentalidad¡ª en la que tengo puesta toda mi fe. Conf¨ªo en que comprar y tirar ropa sin parar termine consider¨¢ndose hortera¡±. La que habla es Mar¨ªa Almaz¨¢n, fundadora de Latitude, una empresa especializada en asesorar a grandes y peque?as firmas en su transici¨®n sostenible. Las ¨²ltimas noticias confirman que este movimiento que preconiza, aunque t¨ªmido, ya est¨¢ en marcha: en septiembre, Oxfam Interm¨®n lanzaba una campa?a en la que ped¨ªa a los consumidores que se abstuviesen de comprar ropa durante 30 d¨ªas y, de hacerlo, que se decantaran por las tiendas de segunda mano de organizaciones ben¨¦ficas.
¡°El cambio real llegar¨¢ cuando exista una normativa global sobre desperdicio textil¡±
Llegar¨¢ el momento en que despilfarrar ropa estar¨¢ tan mal visto como no reciclar basura. As¨ª lo cree tambi¨¦n Judit Barrullas, experta en econom¨ªa colaborativa y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya. ¡°Se considerar¨¢ inc¨ªvico¡±. Y apunta que las nuevas generaciones ¡ª¡°esas que han estudiado en sus libros de texto el cambio clim¨¢tico¡±¡ª ya est¨¢n en ese punto. No se trata, sin embargo, de volcar toda la responsabilidad en el consumidor: resulta, en su opini¨®n, abrumador y contraproducente. ¡°Estamos hablando de una macroindustria que lleva a?os dici¨¦ndonos que lo mejor es que no repitamos modelo, que vayamos a la tienda todas las semanas. No podemos exigirnos hacer cambios radicales cuando hablamos de pautas arraigadas durante a?os¡±, coincide Almaz¨¢n. Tampoco se puede despreciar lo que esta capacidad de compra ha significado en un pa¨ªs como Espa?a, ¡°donde en los setenta varias generaciones pasaron de atesorar un abrigo a poder tener cuatro¡±. El objetivo no es, pues, abrazar con la fe del converso el h¨¢bito y apretar el cilicio, sino consumir ropa de forma responsable igual que se nos invita a hacer con los alimentos o la energ¨ªa.
Pero para lograrlo, la industria textil tambi¨¦n debe desempe?ar su papel y ofrecer prendas de calidad que duren: renunciar a la obsolescencia programada textil. Qui¨¦n no ha sido v¨ªctima del incre¨ªble caso del jersey al que le salen bolas con solo mirarlo o del de los vaqueros negros que tras solo un lavado adquieren un tono ala de mosca. Cu¨¢ntas veces ¡ª?como en una relaci¨®n¡ª nos hemos enamorado de una prenda ¡ª?cara o barata¡ª por c¨®mo nos queda, nos hace sentir o por lo que nos evoca, y hemos querido estirar su existencia m¨¢s all¨¢ de sus posibilidades, ignorando agujeritos, mangas ra¨ªdas, coderas desgastadas: ropa que hemos jubilado a rega?adientes ¡ªy hasta con sincero agradecimiento por los servicios prestados¡ª deseando que hubiese aguantado un poco m¨¢s. La prueba de que esta tendencia no se va a quedar en un capricho burgu¨¦s es, en opini¨®n de Barrullas, que el sector ya est¨¢ entrando al trapo. Desde las sastrer¨ªas tradicionales, como la madrile?a Burgos, que ofrece a sus clientes la posibilidad de sustituir los cuellos gastados de sus camisas, hasta firmas fast fashion como Arket, una ense?a perteneciente al grupo H&M que se precia de haber construido su concepto de marca en torno a la longevidad de sus prendas y la apuesta por un dise?o y calidad duraderos. Entre ambos extremos se encuentra una creciente oferta de tejidos tecnol¨®gicos m¨¢s resistentes que el tefl¨®n: el Blocktech de Uniqlo, que promete frenar el viento y la lluvia; el Laminar de Herno, que es transpirable e impermeable, o los tweed antimanchas de Ermenegildo Zegna.
¡°El cambio real en el sector llegar¨¢ cuando exista una normativa global sobre desperdicio textil y los consumidores ralenticen el ritmo de compra. Pero la industria sabe que va a suceder y se est¨¢ preparando para que no le pille con el pie cambiado¡±, resume Mar¨ªa Almaz¨¢n.
Mientras esto ocurre, un sector vuelve a ganar protagonismo: el de la reparaci¨®n. ?Por qu¨¦ descartar un bolso que nos gusta cuando se le rompe un asa? ¡°Porque a veces, por lo que cuesta el arreglo, sentimos que no merece la pena¡±, responde Cynthia Bagu¨¦. ¡°Hace poco llev¨¦ a ajustar un vestido maravilloso que mi abuela se puso para el bautizo de mi hermano hace 25 a?os y que a su vez ella hab¨ªa ya modificado acortando las mangas. Y mi novio me dec¨ªa: ¡®Por el dinero que has pagado podr¨ªas haber comprado uno nuevo¡¯. Pero no es lo mismo¡±, sentencia. Una vez m¨¢s ¡ªargumenta Almaz¨¢n¡ª, todo depende del valor que se da a las cosas y de si estamos dispuestos o no a reconocer y asumir las consecuencias que tiene producir ese objeto con el que vamos a sustituir al estropeado: el gasto en tejido, la energ¨ªa empleada en su producci¨®n y transporte, la emisi¨®n en gases de efecto invernadero que este proceso representa (y que se calcula que para todo el sector textil asciende a 1.200 millones de toneladas), las microfibras de pl¨¢stico que se vierten al oc¨¦ano (20 millones de toneladas en 2050, de seguir a este ritmo)¡
Lo m¨¢s significativo, seg¨²n Mar¨ªa Almaz¨¢n, es que ¡°ya no es algo de lo que se hable al final de una asamblea de Greenpeace, como hace 10 a?os, sino en una cena con amigos que hacen fotos a sus tostadas de aguacate, viven en adosados y conducen SUV¡±. Gente que con sus decisiones de compra ha llevado la comida org¨¢nica de una esquina escondida en algunos supermercados selectos a los lineales centrales de cualquier tienda de barrio, como se?ala la profesora Judit Barrullas. Y que, armados con su tarjeta de cr¨¦dito, pueden cambiar tambi¨¦n el consumo textil.?
Laura del Pozo
¡°Aspiramos a hacer prendas con las que establezcas una relaci¨®n de cari?o como la que tienes con el jersey de tu padre: ropa que, cuando te canses de usarla, guardes y recuperes pasados dos a?os, y que dentro de 15 te la roben tus hijos¡±.
¡°Un algod¨®n puede ser muy org¨¢nico, pero, si viene en avi¨®n desde Turqu¨ªa, tiene una huella medioambiental enorme. El tejido influye mucho en el precio y algunas marcas sacrifican un poco de calidad ¡ªy durabilidad¡ª para ser m¨¢s competitivas. Si es bonito y una ganga, lo compras sin pensar que en tres lavados se convertir¨¢ en un trapo¡±.
Reparaci¨®n de Calzado S¨¢nchez
¡°Antes, la inercia era comprar un zapato cuando se romp¨ªa otro. Que es como tirar un coche nuevo porque se pincha una rueda. Y esto sirve para zapatos que cuestan 1.000 euros o para unos del chino. Pero hemos notado que, desde hace cinco a?os, la gente arregla cada vez m¨¢s. De hecho, estamos planeando abrir nuestra cuarta tienda¡±.
¡°La primera es de 1978, as¨ª que tenemos clientes de 104 a?os y de 18. A veces, sobre todo los j¨®venes, no saben que hay muchas cosas que permiten dejar un bolso, zapato o cintur¨®n como nuevos. Es cierto que algunos de esos arreglos son caros porque son aut¨¦nticas obras de artesan¨ªa, pero, si se valora el producto, merece la pena¡±.
Cynthia Bagu¨¦
¡°Cuando compras menos, piensas m¨¢s cada decisi¨®n. Le das m¨¢s valor a la prenda que finalmente escoges y se convierte en algo especial¡±. ¡°Adem¨¢s, a¨²n existe el prejuicio de que reutilizar o reparar resulta cutre y de que si lo haces es porque no tienes dinero. Pero, si viajas por Europa, te das cuenta de que est¨¢ mucho m¨¢s normalizado, incluso con la decoraci¨®n o la cosm¨¦tica. Recoger un mueble precioso del contenedor ya no es algo solo de perroflautas¡±.
EL PA?S forma parte de Covering Climate Now, una iniciativa global de m¨¢s de 220 medios de comunicaci¨®n enfocada a poner atenci¨®n en la crisis clim¨¢tica.