Exploraci¨®n submarina
DE REGRESO A ?TACA, Ulises tuvo que atravesar el estrecho de Mesina, que une el mar Tirreno con el J¨®nico. Un lugar real y fant¨¢stico a la vez, pues muchos estudiosos sit¨²an la presencia de los monstruos Escila y Caribdis a la entrada de ese estrecho. Escila ten¨ªa seis cabezas de perro y doce patas. Caribdis era un torbellino de agua que devoraba cuanto ca¨ªa en sus contornos para vomitarlo luego en forma de naufragio. No pod¨ªas alejarte de uno sin caer en las garras del otro y al rev¨¦s, de ah¨ª la expresi¨®n de hallarse entre Escila y Caribdis, que es como encontrarse entre la espada y la pared. Escila atra¨ªa hipn¨®ticamente a las naves para lanzarlas luego a las fauces de Caribdis. Si Ulises no hubiera recibido la ayuda de los dioses, lo hubiera pasado mal. Aun as¨ª, perdi¨® media docena de hombres en la traves¨ªa.
Todo esto era para decir que hablamos de un espacio sagrado para nuestra cultura cuyas profundidades hemos convertido en un estercolero. Verg¨¹enza deber¨ªa darnos, pero lo que ven ustedes en la foto es solo una peque?a parte de la basura que se amontona sin remedio en el lecho marino de la zona. Destaca, entre los desperdicios, el cuerpo de ese mu?eco-beb¨¦ que a?ade a la imagen un punto de terror de novela de Stephen King. Seg¨²n la cr¨®nica a la que la foto serv¨ªa de ilustraci¨®n, la exploraci¨®n submarina descubri¨® tambi¨¦n ¡°muebles de cocina, tazas de v¨¢ter, colchones, mesas, ropa, ruedas, alfombrillas de coche¡, incluso un coche entero¡±. ¡°Los cangrejos¡±, a?ad¨ªa la cr¨®nica, ¡°caminan por el fondo arrastrando jirones de pl¨¢stico¡±. Una Odisea de mierda, en fin.
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