Una semana com¨²n
La violencia simb¨®lica concentra todos los focos, pero la real, la que llena de sangre las calles de M¨¦xico, se limita a aplastarnos en la oscuridad
M¨¦xico. La pasada fue una semana com¨²n. En Zapopan, Jalisco, se encontraron 138 bolsas de restos humanos en un predio cercano al poblado de La Primavera. Tambi¨¦n aparecieron otras 17 en el municipio de Tala, a pocos kil¨®metros de all¨ª. Las autoridades se han dado a la tarea de reconstruir cuerpos con esos abigarrados fragmentos, una parodia siniestra del armado de rompecabezas. Los homicidios en Zapopan aumentaron 45 por ciento en el primer semestre del a?o en comparaci¨®n con el mismo periodo de 2018, por cierto.
Otra semana. Normal, sin duda. De lo m¨¢s com¨²n. En el estado de Michoac¨¢n, la noche del viernes 20 dos tipos entraron al bar California Grill, de Uruapan, y dispararon con armas largas sobre los clientes sentados en una mesa (dos de ellos, armados) y los empleados. Remataron a tiros de pistola a los ca¨ªdos antes de irse. El resultado fueron cuatro muertos y dos heridos graves. Asombrosamente, a las pocas horas el video de la c¨¢mara de seguridad del lugar circulaba en los medios y cualquiera pod¨ªa asomarse a ¨¦l para contemplar el triste fin de las v¨ªctimas. Apenas en agosto pasado, en Uruapan amanecieron 19 cuerpos colgados de varios puentes.
Otra semana como todas, rutinaria. El mi¨¦rcoles 18, en la Colonia Doctores de la capital del pa¨ªs, seis personas murieron a tiros, entre ellas una ni?a de cinco a?os de edad, y dos m¨¢s quedaron lesionadas a causa de un ataque rel¨¢mpago. Las autoridades atribuyeron el incidente a una ri?a entre bandas y, m¨¢s espec¨ªficamente, a la venganza por el asesinato de un "franelero", que trabajaba en el Mercado Hidalgo, el pasado mes de agosto.
Pura normalidad en la semana, pues. Lo de siempre. En la madrugada del d¨ªa 20, una casa del norte de Cuernavaca, en Morelos, fue atacada por un comando. Cinco hombres j¨®venes murieron en el lugar y otro en el hospital, al que fue llevado de urgencia. Apenas el 2 de septiembre, otros cinco hab¨ªan sido asesinados en la ciudad, en una terminal de autobuses.
Regular, caray: lo acostumbrado. El jueves 19, en Salamanca, Guanajuato, una camioneta tripulada por custodios del reclusorio local circulaba por una carretera cuando fue atacada a tiros. Algunos de los uniformados intentaron huir a pie por un campo cercano pero fueron alcanzados y asesinados. Solo dos de los seis que iniciaron el viaje sobrevivieron, aunque uno de ellos con heridas de gravedad. Cinco de sus compa?eros no lo lograron. En marzo pasado, hombres armados entraron al bar La Playa, en el mismo municipio, y dispararon a mansalva sobre los presentes. 16 personas murieron a consecuencias del incidente. Van m¨¢s de 300 homicidios registrados este a?o en la localidad, que durante decenios se caracteriz¨® por su vida serena.
Otra semana habitual. Otra semana en que las fuerzas de seguridad estatales y federales fueron superadas por la realidad. Otra en que la presencia perenne de la muerte, lo mismo en las grandes capitales que en las ciudades peque?as y los pueblos, se limit¨® a reinar en la oscuridad de las p¨¢ginas policiales de los diarios y los desesperados chismes de las redes.
Porque los temas dominantes de la semana, en los medios y la discusi¨®n p¨²blica en M¨¦xico, estuvieron muy lejos de esas bolsas, zanjas y balaceras continuas, incontenibles, desbordantes. Los mexicanos estaban ocupados discutiendo airadamente lo bien (o mal) que sali¨® la ceremonia del Grito de Independencia del 15 de septiembre, y pele¨¢ndose por la violencia simb¨®lica de las publicaciones en red de una piloto de la empresa Interjet, opuesta al gobierno, que dijo que alguien deber¨ªa tirar una bomba en el Z¨®calo (el lugar, por si alguien no lo sabe, donde se celebra el Grito) y la violencia, tambi¨¦n simb¨®lica, atribuida al funcionario Pedro Salmer¨®n, que llam¨® "valientes" a los integrantes de un comando que quiso secuestrar y termin¨® asesinando al empresario Eugenio Garza Sada en 1973. Esa violencia simb¨®lica concentr¨® todos los focos. La violencia real, la que llena de sangre las calles de M¨¦xico, se limit¨® a aplastarnos. Como cada semana. En la oscuridad.
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