El campo espa?ol se est¨¢ quedando sin p¨¢jaros
El entorno agr¨ªcola pierde 95 millones de aves en 20 a?os aunque los bosques y las ciudades est¨¢n ganando poblaci¨®n
En los ¨²ltimos 20 a?os, han desaparecido 95 millones de p¨¢jaros de los cielos espa?oles. La gran mayor¨ªa de las p¨¦rdidas se han producido en un campo cada vez m¨¢s inh¨®spito. Las p¨¦rdidas se han visto compensadas por dos procesos paralelos tambi¨¦n provocados por los humanos: la reforestaci¨®n por el abandono del agro y el avance de las ciudades. En estas sin embargo, las especies de siempre, como los gorriones, est¨¢n de retirada ante la colonizaci¨®n de especies venidas de fuera.
La calandria com¨²n es un pajarillo de tonos terrosos con los que se mimetiza con su h¨¢bitat preferido, los cultivos de cereales y pastizales. Desde 1998, la poblaci¨®n de calandrias de Espa?a se ha reducido en un 47,1%, quedando hoy cuatro millones menos, seg¨²n datos de SEO/Birdlife. P¨¦rdidas similares han tenido especies como el alcaud¨®n com¨²n (un -53,8%), la golondrina com¨²n, con 15 millones menos (un -51,4%) o la codorniz, que ha perdido 640.000 de los 860.000 individuos que ten¨ªa hace 20 a?os (un -73,9%).
Es la tendencia general entre las aves m¨¢s comunes observada ya en otras regiones del planeta. En otras especies, tales p¨¦rdidas no pasar¨ªan tan desapercibidas ocultas tras los millones de p¨¢jaros que a¨²n quedan. ?Qu¨¦ importa que haya 30 millones de gorriones menos si a¨²n quedan otros 130 millones? Pero que falte hasta la mitad de una ingente infanter¨ªa de pajarillos podr¨ªa tener consecuencias catastr¨®ficas.
De las algo m¨¢s de 500 especies de aves que se pueden ver en los cielos espa?oles, unas 280 son de las llamadas residentes. Y de estas, dejando aparte a las m¨¢s singulares (¨¢guilas, buitres, b¨²hos...) hay 110 de las consideradas comunes. Se trata en general de aves de peque?o tama?o, los pajarillos o pajaricos, que se cuentan o contaban por millones. De ellas, hay 40 especies en declive, 44 en aumento y 26 estables o con tendencia incierta. De las primeras, hay ahora 95 millones menos. De las segundas, 110 millones m¨¢s.
"El balance total es positivo, cerca de quince millones, pero no deber¨ªamos perder esos 95 millones de las especies en declive porque, si siguen as¨ª, en unas d¨¦cadas se habr¨¢n extinguido", destaca Juan Carlos del Moral, coordinador del programa de ciencia ciudadana de SEO/Birdlife, del que salen la mayor parte de los datos sobre la avifauna en Espa?a.
M¨¢s all¨¢ de los millones de subida o descenso, el terremoto est¨¢ en d¨®nde se pierden o ganan esos millones. Dejando a un lado el caso de los gorriones, la inmensa mayor¨ªa de los p¨¢jaros han desaparecido de los campos. Y la mayor¨ªa de las ganancias han tenido lugar en las zonas forestales de bosque o matorral. Tambi¨¦n en las ciudades han aumentado los p¨¢jaros, pero la historia aqu¨ª es muy diferente.
"La desaparici¨®n de los p¨¢jaros del campo es una tendencia que se viene observando desde hace tiempo", recuerda el investigador del grupo de ecolog¨ªa terrestre de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, Manuel B. Morales. Junto a su colega de grupo Juan Traba, este profesor ha estado buscando las causas del declive en los cambios que ha sufrido la agricultura en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Una de ellas, como publicaron recientemente en Scientific Reports, ser¨ªa el barbecho, su desaparici¨®n.
Los pajarillos de matorral y bosques han aumentado su poblaci¨®n gracias al abandono del campo y la reforestaci¨®n natural
"El barbecho tradicional, con el descanso de la tierra al ritmo de un a?o y vez, ofrec¨ªa alimento, refugio ante los depredadores y d¨®nde anidar en las parcelas en descanso", recuerda Morales. "Con la intensificaci¨®n de la agricultura, el barbecho moderno, en el que la tierra se rotura y se usan herbicidas para que no crezcan las malas hierbas, cumple su funci¨®n agron¨®mica pero ya no la ecol¨®gica", a?ade.
Los p¨¢jaros no son los ¨²nicos que salen perdiendo. Pierden todos los dem¨¢s miembros del ecosistema, agricultores incluidos. Entre los servicios ecol¨®gicos que ofrec¨ªan est¨¢n la polinizaci¨®n, el transporte de semillas de un lugar a otro, controlar las plagas de insectos y hasta las malas hierbas. Muchas especies son adem¨¢s herbicidas naturales. Estudios en Francia han mostrado c¨®mo la desaparici¨®n de la alondra com¨²n en Europa Occidental, donde se contaba por millones, ha favorecido la emergencia de las plantas arvenses, la maleza, de cuyas semillas se alimentaba. La consecuencia ha sido el aumento del uso de herbicidas qu¨ªmicos.
En paralelo al declive de los p¨¢jaros del campo, se ha producido un aumento de las especies de ¨¢mbitos forestales. En algunos casos, como el del mosquitero papialbo (+132,5%), el trepador azul (+147,1%) o el de la curruca capirotada, que ha pasado de 5 millones de ejemplares a m¨¢s de 13 millones desde 1998, las poblaciones se han doblado y m¨¢s. De nuevo las acciones humanas parecen estar detr¨¢s. Al tiempo que la intensificaci¨®n de la agricultura ha segado la base de las aves de pastizal, el abandono de las tierras menos productivas y la retirada de la ganader¨ªa extensiva ha conllevado la matorralizaci¨®n, cuando no el avance del bosque, en muchas zonas ganadas para las especies forestales.
Algo m¨¢s compleja es la realidad de las ciudades. Los entornos urbanos han visto crecer su poblaci¨®n de p¨¢jaros en las ¨²ltimas d¨¦cadas hasta en un 12%. Pero es un aumento con trampa. La mayor parte de ese incremento se debe a especies antes rurales, como la paloma torcaz, que han encontrado en la ciudad un territorio libre de depredadores y repleto de la comida que desechan los humanos. Pero el crecimiento explosivo se ha dado en un peque?o grupo de especies invasoras como la cotorra argentina, la de Kramer o la t¨®rtola turca. Al mismo tiempo, las poblaciones de vencejo com¨²n, golondrinas y, en especial, gorriones, han mermado por millones.
"El urbanismo actual es cada vez m¨¢s est¨¦ril, con menos arboledas, menor espacio entre los edificios y con sus superficies cada vez m¨¢s lisas, lo que hace de las ciudades un entorno menos favorable para estas especies", comenta el investigador de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana y especialista en fauna urbana ?lvaro Luna.
Se plantea entonces la pregunta de si es un error centrar los esfuerzos conservacionistas en unas pocas especies singulares como buitres o ¨¢guilas. "No es un error porque tambi¨¦n lo necesitan, pero es insuficiente. Centrar los esfuerzos en las especies ic¨®nicas da lugar al juego pol¨ªtico de aparentar que las cosas van bien, cuando en general van mal", opina Juan Carlos del Moral, de SEO/Birdlife, que a?ade: "Nos estamos enga?ando a nosotros mismos al decir que el ¨¢guila imperial y el lince est¨¢n evolucionando positivamente. El ecosistema es mucho m¨¢s amplio y no se deber¨ªan de estar perdiendo los millones de ejemplares de aves que se est¨¢n perdiendo. Son un indicador de calidad de vida".
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