Comunicaci¨®n epistolar
Hasta hace no muchos a?os era frecuente enviar y recibir cartas postales de familiares, amigos y compa?eros que utiliz¨¢bamos para mantener viva la llama de las emociones m¨¢s ¨ªntimas o, simplemente, conocer las circunstancias por las que iban atravesando sus vidas y las nuestras. Todo ese mundo se esfum¨® y desapareci¨® de pronto. Se evapor¨®, sobre todo las m¨¢s ¨ªntimas, sin darnos cuenta de que esas peque?as quimeras que cont¨¢bamos y recib¨ªamos en nuestra comunicaci¨®n epistolar eran las que tej¨ªan gran parte de nuestra existencia. Y olvidamos que el cari?o y la amistad que no se alimenta, cada d¨ªa se va volviendo m¨¢s dif¨ªcil y m¨¢s rara.
Juan Antonio Valero Casado, Lleida.
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