El dise?ador Alber Elbaz, en su regreso a la moda: ¡°Es el momento de volver a la emoci¨®n¡±
Abandon¨® de forma traum¨¢tica Lanvin, la firma que lo hab¨ªa encumbrado. A¨²n con el coraz¨®n roto, el creador vuelve a dise?ar cuatro a?os despu¨¦s, y nos habla de una industria en guerra.
Llega al Palais de Tokyo parisiense sonriente y un poco nervioso. Es marzo y Alber Elbaz (Casablanca, 58 a?os) est¨¢ a punto de presentar su primera colecci¨®n tras cuatro a?os de silencio: una colaboraci¨®n con la firma de calzado italiana Tod¡¯s. Saluda uno a uno a los periodistas convocados y presume de su nuevo pelo platino. Resulta evidente, por el cari?o y la expectaci¨®n con la que se le recibe, que se trata de uno de los creadores m¨¢s queridos y respetados de la industria, condecorado con la Legi¨®n de Honor francesa en 2016. En cada grupo al que se acerca se repite la misma pregunta: ¡°?Cu¨¢ndo vas a volver a la pasarela?¡±. En 2015 sali¨® abrupta e inesperadamente de Lanvin, una ?maison decadente que dirigi¨® durante 14 a?os y convirti¨® en el ep¨ªtome de la sofisticaci¨®n al tiempo que en un gran ¨¦xito de ventas. Su falta de entendimiento con la magnate taiwanesa de los medios Shaw-Lan Wang, propietaria de la ense?a desde 2011, termin¨® con un Elbaz desencantado en la calle y la marca sumida en la irrelevancia. Por el contrario, los dise?os de aquella ¨¦poca dorada siguen m¨¢s vigentes que nunca y sus nost¨¢lgicas propietarias contin¨²an luci¨¦ndolos como si el tiempo no hubiese pasado por ellos. Quiz¨¢ por eso, entre otras cosas, la despiadada industria de la moda, lejos de olvidarse del creador israel¨ª, se muestra, como sucedi¨® en la presentaci¨®n de Tod¡¯s, ansiosa por su regreso a la aguja.
Durante estos a?os, su nombre ha sonado en las quinielas para ocupar la direcci¨®n art¨ªstica de toda gran casa que se ha quedado hu¨¦rfana: de Dior a Chanel. Experiencia no le falta. Antes de Lanvin, ya hab¨ªa dirigido firmas de creadores consagrados como Guy Laroche o Yves Saint Laurent, donde se ocup¨® de las colecciones de pr¨ºt-¨¤-porter desde 1998 hasta 2001. Sin embargo, Elbaz sigue hoy sin silla. Al margen de alguna peque?a colaboraci¨®n con Converse o la firma estadounidense de art¨ªculos de viaje LeSportsac, se ha centrado en su labor docente y como jurado de distintos premios de moda. Hasta ahora. Este mes de octubre se pone a la venta una colecci¨®n de zapatos, deportivas y bolsos realizados bajo el paraguas del grupo Tod¡¯s ¡ª?propietario de la marca hom¨®nima, Hogan y Fay, entre otras firmas¡ª y auspiciado personalmente por su presidente, Diego Della Valle. ¡°Al final, Diego y yo tenemos muchas cosas en com¨²n. A los dos nos gusta la moda y comer, como prueba el hecho de que seamos los dos ¨²nicos hombres del sector que llevamos una americana de doble abotonadura que no podemos abrochar¡±, bromea momentos antes de mostrar su trabajo. Su sentido del humor y ternura han definido su imagen p¨²blica, pero la distancia que ha tomado con respecto a la industria ha potenciado otra cualidad muy poco com¨²n entre los dise?adores: Elbaz dice lo que piensa. Se moja. Aunque a veces eso suponga meterse en charcos. Y no tiene miedo a mostrar sus debilidades y heridas. Algunas a¨²n en proceso de cicatrizaci¨®n. Una generosidad en un mundo de discursos dictados por la mercadotecnia que le ha aupado a posici¨®n de referente y l¨ªder de opini¨®n incuestionado.
Se le ve muy bien. Acabo de volver de Espa?a. He estado a dieta. En el Sha Wellness, en Marbella. Es el ¨²nico sitio del mundo donde te abrazan. Y ?sabes qu¨¦?, a veces, cuando est¨¢s a dieta, necesitas un abrazo de verdad. Me encanta Espa?a.
¡°Ya no creo en el amor, solo en el respeto y la confianza. He amado mucho y he sido herido demasiado¡±
Han pasado cuatro a?os desde que se fue de Lanvin ?Ya se ha recuperado del luto? Lo que pas¨®, pas¨®. Y despu¨¦s sent¨ª que no iba a regresar a la moda jam¨¢s. Ya no quer¨ªa dibujar, ni siquiera tocar las telas. Aunque me segu¨ªan gustando las mujeres y muchas me preguntaban: ¡°?Cu¨¢ndo vas a volver?¡±. Pero yo no quer¨ªa. As¨ª que lo que hice fue viajar por el mundo y empec¨¦ a dar masterclass en distintas escuelas de dise?o; quer¨ªa entender hacia d¨®nde va ahora la moda. Vivimos en un mundo en el que, si no tienes la talla S y 18 a?os, eres viejo. Y eso no lo comprendo.
?Qu¨¦ aprendi¨®? El error m¨¢s com¨²n que cometemos es crear equipos de trabajo homog¨¦neos, donde todo el mundo tiene la misma edad aproximadamente y una visi¨®n muy parecida. As¨ª, nadie ve los errores porque todos tienen el mismo punto de vista. Y luego hay que establecer una conversaci¨®n m¨¢s amplia. Porque la moda es un di¨¢logo entre t¨² y la mujer. La moda no es el vestido, es lo que hay dentro: la mujer.
Y ahora, tras reflexionar sobre el futuro de la moda, ?no quiere volver a dise?ar? Llevo dos a?os desarrollando un proyecto del que no voy a hablar ahora.
Hablemos de su colaboraci¨®n con Tod¡¯s entonces. ?Por qu¨¦ decidi¨® romper su silencio firmando una colecci¨®n de zapatos, algo que no pertenece a su ¨¢rea de expertice? Siempre digo una cosa un poco rara, pero que creo que es verdad: en un desfile, lo m¨¢s importante son los zapatos, el peinado de las modelos y la m¨²sica. No la ropa. Los zapatos siempre han sido muy importantes para m¨ª. Adem¨¢s, ahora puedo permitirme el lujo de hacer solo lo que quiero y con quien quiero. Y no movido por el amor. Siempre he cre¨ªdo en ¨¦l, pero ya no. Ya no creo en el amor. Solo en el respeto y la confianza.
?Por qu¨¦ ya no cree en el amor? Tengo una cicatriz en el coraz¨®n de aqu¨ª a aqu¨ª [y se cruza con el dedo ¨ªndice el pecho]: porque he amado mucho y he sido herido demasiado. Creo que, si conf¨ªas en alguien y lo respetas, puedes enamorarte porque esa persona te gusta. Al rev¨¦s es peor. Puedes enamorarte de alguien y descubrir que no conf¨ªas en ¨¦l y, por tanto, no lo respetas.
Entiendo que con el presidente del grupo Tod¡¯s, Diego Della Valle, hubo confianza y respeto. Para m¨ª es muy importante llevarme bien con la persona con la que voy a trabajar y saber que puedo cometer errores. Cuando me presentaron a Diego ¡ªfue una periodista¡ª no sab¨ªa si ser¨ªa as¨ª. Pero estuvimos dos a?os de cenas y comidas, y finalmente me lanc¨¦ al agua.
¡°Ahora la mujer compra desde el m¨®vil, en la cama, con su marido roncando. Esa es la gran revoluci¨®n¡±
?Estaba fr¨ªa? Fue un proyecto muy f¨¢cil porque fue muy divertido. Cuando le dije a Diego que quer¨ªa cambiar la suela de los zapatos, pero manteniendo los dibujos tan caracter¨ªsticos de la base, me dijo: ¡°?Por qu¨¦ no se me ha ocurrido a m¨ª antes?¡±, y yo le respond¨ª: ¡°Porque por eso me pagas¡±. As¨ª fue nuestra relaci¨®n. Aunque al principio no estaba seguro de c¨®mo ser¨ªa trabajar con italianos.
?Qu¨¦ les pasa a los italianos? Aunque no soy franc¨¦s, he desarrollado toda mi carrera aqu¨ª. Solo estuve seis meses trabajando en Italia hace tiempo y, bueno, despu¨¦s no quise volver a comer pasta durante dos a?os. Pero finalmente este proyecto con Tod¡¯s result¨® ser un bonito encuentro.
Es el primer franc¨¦s que dise?a para la marca, que es, como muy bien dice, casi un s¨ªmbolo nacional en Italia. ?C¨®mo se los meti¨® en el bolsillo? Si conquistas a la gente del atelier, conquistas a toda la compa?¨ªa. Esa gente, la del taller, es mi gente, la que me gusta, la que se pasa una hora en el metro para llegar al trabajo con un s¨¢ndwich en la tartera, no los que salen fuera a comer sushi. Son los m¨¢s leales a la compa?¨ªa porque son artistas, pero est¨¢n entre bambalinas. Tampoco suelen tener un gran reconocimiento aunque toda la empresa se cimienta en su trabajo. Pero, no te enga?es, son la clave. Si les gusta lo que propones, todo fluye; si no, olv¨ªdate.
Y ?c¨®mo se les conquista? En mi caso, la clave es que no tengo ego. As¨ª que cuando llegu¨¦ a Yves Saint Laurent o Lanvin no cog¨ª y dije: ¡°Todo lo que hab¨¦is hecho est¨¢ mal, vamos a empezar desde cero¡±. Yo siempre mantengo una continuidad con el pasado, apuesto por la evoluci¨®n de la marca porque hay un gran negocio detr¨¢s, y no me refiero solo al dinero que tiene el propietario en el banco, sino a cientos de familias que cobran una n¨®mina cada mes. Ese es nuestro trabajo: ser capaces de mantener ese empleo para esa gente. En mi etapa anterior, cuando recib¨ªa tantas ofertas de todas partes de la industria, dec¨ªa siempre que no. Y no solo dec¨ªa no a esas compa?¨ªas, sino que dec¨ªa s¨ª a todas esas mujeres de mi taller: no quer¨ªa decepcionarlas. Esos son mis valores y mi educaci¨®n.
Usted no es zapatero. ?Teme las cr¨ªticas tras su primera incursi¨®n en este sector? Ya no temo las cr¨ªticas. Cuando entr¨¦ en Lanvin ten¨ªa fobia. Me levantaba el d¨ªa despu¨¦s del desfile para leerlas asustado, me sub¨ªa la fiebre, lo pasaba fatal. Hasta que empec¨¦ a ver que las periodistas llevaban mis vestidos y comprend¨ª que eran mujeres, no solo periodistas. Y yo amo a las mujeres, trabajo rodeado de ellas y las visto. Desafortunadamente, no las desvisto. As¨ª cambi¨® mi perspectiva.
En esta colecci¨®n ha dado bastante protagonismo al logo. Es verdad que en Tod¡¯s tiene un peso estrat¨¦gico y emocional, pero a usted nunca le han gustado. En Yves Saint Laurent tambi¨¦n hice logos. Cuando estaba en Nueva York trabajando para Geoffrey Bean [dise?ador estadounidense que visti¨®, entre otras, a Nancy Reagan y Faye Dunaway] me dec¨ªa: ¡°En la moda siempre hay que usar volantes o logos¡±. Sab¨ªa que no iba a utilizar volantes en los zapatos de Diego, as¨ª que emple¨¦ logos. Al final es un s¨ªmbolo y los s¨ªmbolos nos ayudan a orientarnos. Vivimos un momento de cambio y confusi¨®n: los hombres gais estamos bien, pero los hombres heteros est¨¢n un poco confusos.
?Y las mujeres? La mayor revoluci¨®n que ha presenciado la moda en los ¨²ltimos a?os no es ninguna tendencia ni tecnolog¨ªa: son las mujeres. La forma en la que compran ha cambiado. Ahora lo hacen desde el m¨®vil, en la cama, con su marido roncando al lado. En vez de ir a Galer¨ªas Lafayette y tocar la ropa. As¨ª que la mayor parte del tiempo se sienten atra¨ªdas por ropa o cosas que quedan bien en una foto. Y por mi experiencia s¨¦ que muchas veces lo que queda bien en la foto no lo hace en el cuerpo. Cuando estoy en un fitting, miro el vestido primero con mis ojos; luego, en el espejo, donde descubro proporciones diferentes; y si hago una foto y la veo en la pantalla, de nuevo el vestido resulta diferente. Entonces, ?de qu¨¦ debemos fiarnos: de tu ojo, de lo que ves en el reflejo o en el m¨®vil?
¡°Instagram ha creado una generaci¨®n de seguidores y quiz¨¢ lo que necesitamos son pioneros¡±
?Y la respuesta acertada es? Desde luego, no debemos fiarnos solo de lo que vemos en el m¨®vil.
Ha cambiado la forma de consumir moda, pero tambi¨¦n la velocidad a la que lo hacemos. Zara invent¨® un modelo en el que cada semana ¡ªo cada d¨ªa¡ª llega ropa nueva a la tienda. Nos hemos acostumbrado y le pedimos lo mismo al resto de la industria. ?Es sostenible crear a ese ritmo? Existe una bulimia por la rapidez. Hoy d¨ªa, una dise?adora como Madame Gr¨¨s estar¨ªa fuera del negocio porque solo trabajaba una t¨¦cnica, y ahora no puedes permit¨ªrtelo. Tenemos que hacer prendas en seis rangos de precio para siete mercados distintos. Y en realidad los dise?adores no creamos para mercados, sino para gente, ?sabes? Esta velocidad que nos impone el mercado hace que la ¨²nica forma de alcanzar todos los objetivos sea recurrir al vintage. Volver a hacer lo que ya ha triunfado. Pero las mujeres de 1979 no son como las mujeres de 2020. Tienen un cuerpo diferente y un trabajo diferente: son independientes, libres.
Pero en el ¨²ltimo decenio las pasarelas han revisitado pr¨¢cticamente todas las d¨¦cadas de los siglos XX y XXI. La nostalgia ha llegado hasta principios de los a?os 2000. Estamos a punto de alcanzarnos a nosotros en el presente como referente retro. S¨ª, lo veo en un mont¨®n de desfiles, pero cuando voy por la calle no veo esa ropa que se muestra en la pasarela. Y me pregunto por qu¨¦. Aunque, no s¨¦, igual es que no voy por las calles correctas.
?Y qu¨¦ hay de los mileniales y la generaci¨®n Z? Los grandes conglomerados de marcas construyen sus estrategias globales alrededor de ellos. Pero ?tienen tanta fuerza como consumidores de productos de lujo? Me encantan, pero no puedo evitar pensar en lo que dec¨ªa Yves Saint Laurent: ¡°Las mujeres solo necesitan un dise?ador despu¨¦s de los 30¡±. Antes no les hace falta mi ayuda, les basta con zapatos, jeans y logos, claro, porque son un s¨ªmbolo de pertenencia y esos son unos a?os muy confusos. Tambi¨¦n pienso en los CEO que dicen: ¡°En 2024 habr¨¢ 600 millones de ellos en China¡±. Pero cada uno de esos mileniales tiene padres y abuelos y t¨ªos que no lo son. As¨ª que por qu¨¦ no tratar de atraerlos a ellos.
?Le gustan las redes sociales: Instagram y los instagramers, las it girls? Instagram ha creado una generaci¨®n de seguidores y quiz¨¢ lo que necesitamos son pioneros. La tecnolog¨ªa es solo una herramienta. Como un piano: requiere una t¨¦cnica, pero sin un maravilloso int¨¦rprete nunca conseguir¨¢s sacar la m¨²sica que lleva dentro.
?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le molesta de la industria de la moda que se ha encontrado ahora a su vuelta? No creo que sea porque soy israel¨ª, pero sinceramente pienso que vivimos en un momento de guerra. Entre el pasado y el futuro. Entre lo global y lo local. Entre los algoritmos y la intuici¨®n. Entre el marketing y el dise?o. Todo es conflicto. Y creo que es el momento de volver a la autenticidad, a lo emocional y a la intuici¨®n.
Se ha perdido riesgo y capacidad de sorprender en aras de los objetivos de ventas y estudios de mercado. Pero ?es realista pedir m¨¢s atrevimiento a marcas de moda que funcionan como multinacionales? Te voy a responder con una historia: el otro d¨ªa estaba en Londres con un amigo m¨ªo que es matem¨¢tico y nos encontr¨¢bamos sentados en el lobby de un edificio que era como una iglesia con techos alt¨ªsimos. Todo gris y cemento. Y de repente, en el centro hab¨ªa un sof¨¢ rosa y azul claro. Y yo no pod¨ªa dejar de pensar qu¨¦ pintaba all¨ª: ?es que quieren que nos sintamos como beb¨¦s? ?Es un error? Finalmente conclu¨ª que pretend¨ªan que cuando nos sent¨¢semos nos sinti¨¦semos intimidados. Le pregunt¨¦ a mi amigo matem¨¢tico qu¨¦ opinaba y me dijo: ¡°Llevo viniendo aqu¨ª cinco a?os y nunca me hab¨ªa fijado en los colores¡±. Imag¨ªnate a un matem¨¢tico haciendo lo que yo hago. La moda no son solo algoritmos, pero ?y si los algoritmos y la intuici¨®n trabajasen juntos? Se trata de encontrar algo en medio de lo emocional y lo racional, pero sin caer en la mediocridad.
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