A oscuras en Tenerife
El apag¨®n en la isla merece una investigaci¨®n a fondo y revisar la gesti¨®n del suministro el¨¦ctrico
El apag¨®n general que dej¨® sin luz a la isla de Tenerife el domingo pasado es un incidente muy grave que no debe ni puede olvidarse como si se tratara de un fen¨®meno natural adverso o un error intrascendente. Por el contrario, es obligado llegar al fondo de sus causas con el fin de que los 900.000 vecinos y los miles de turistas afectados sean tratados con el respeto que se merecen. Durante algo m¨¢s de nueve horas, una isla espa?ola se qued¨® sin energ¨ªa el¨¦ctrica, hubo que ejecutar m¨¢s de 60 rescates de personas atrapadas por la falta de energ¨ªa y una zona tur¨ªstica destacada exhibi¨® una debilidad impropia en un servicio b¨¢sico para el bienestar de los usuarios.
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Reclamar una investigaci¨®n a fondo del incidente el¨¦ctrico es algo m¨¢s que mera ret¨®rica. No basta con recordar otros apagones hist¨®ricos, porque el sistema de distribuci¨®n el¨¦ctrica opera en un mercado regulado en el que las propietarias de las redes tienen asignados fondos p¨²blicos para mantener en buen estado el suministro de electricidad. Y, como es l¨®gico, deber¨ªan haberse asimilado las lecciones de apagones anteriores ¡ªen 2010 se produjo otra ca¨ªda general de suministro en la isla¡ª para evitar errores. Con m¨¢s raz¨®n cuando se trata de una isla, aislada del sistema el¨¦ctrico peninsular.
Tampoco deber¨ªa confundirse la explicaci¨®n del incidente con una justificaci¨®n de este. Es posible que el apag¨®n generalizado se deba a un fallo de los sistemas que operan como cortocircuito y limitan los da?os de la red al per¨ªmetro m¨¢s reducido posible en torno al fallo el¨¦ctrico. Pero si esto fuera as¨ª cabr¨ªa preguntarse por qu¨¦ no funcionaron correctamente, cuando es evidente que los operadores del sistema y los propietarios de la red deber¨ªan estar al tanto de su mantenimiento y renovaci¨®n. Los accidentes pueden ser inevitables, pero los da?os causados por los accidentes han de minimizarse con una gesti¨®n adecuada de las redes. Desde luego, la gesti¨®n deja mucho que desear cuando un fallo local en una subestaci¨®n, concretamente en la de Granadilla, de Red El¨¦ctrica de Espa?a, se convierte en oscuridad total durante nueve horas para casi un mill¨®n de personas.
Conocer los hechos, explicar las causas del apag¨®n y actuar en consecuencia es lo que cumple ahora; y no solo para imponer sanciones y exigir responsabilidades a los causantes del desaguisado, que tambi¨¦n, sino para examinar de cerca cu¨¢les son los problemas de la distribuci¨®n el¨¦ctrica, como la obsolescencia total o parcial de las redes, las necesidades de renovaci¨®n y los fallos de coordinaci¨®n entre empresas operadoras y distribuidoras. Episodios como el de Tenerife o de otras zonas de Espa?a sumen a las poblaciones afectadas en la perplejidad y la indefensi¨®n; por eso es necesario explicarlos sin dejar resquicios a la duda.
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