La mu?eca

En algunas pel¨ªculas de terror resulta inquietante esa mu?eca de trapo con la cabeza de porcelana que te mira desde el anaquel de la estanter¨ªa; o ese ni?o que discurre con un triciclo a lo largo del pasillo enmoquetado de un hotel totalmente vac¨ªo; o esa bailarina que rueda sin cesar sobre una caja de m¨²sica al son de la Barcarola. Los ni?os suelen dar buen resultado en las pel¨ªculas de terror. Y tambi¨¦n los falsos payasos. Cualquiera quedar¨ªa aterrorizado si una noche de niebla en una gasolinera perdida saliera a atenderte un payaso riendo a carcajadas con la manguera del surtidor en la mano. Los maestros del g¨¦nero saben que el terror se produce m¨¢s por lo que el espectador imagina o presiente que por lo que ve en la pantalla. Eso es lo que sucede ahora en este perro mundo en el que los glaciares se lic¨²an, las tempestades son cada vez m¨¢s violentas, los incendios m¨¢s pavorosos, las inundaciones m¨¢s masivas y las sequ¨ªas m¨¢s angustiosas. Los cient¨ªficos afirman que esta creciente intensidad de las cat¨¢strofes se debe al cambio clim¨¢tico, aunque no todos est¨¢n de acuerdo. De pronto en medio de este debate ha aparecido una adolescente, Greta Thunberg, cuyo rostro inquietante recuerda al de esa mu?eca de porcelana que mira fijamente desde la estanter¨ªa y con su sola presencia el cambio clim¨¢tico se ha convertido en una pel¨ªcula de terror. Con su ira y sus l¨¢grimas ha ejercido un exorcismo en la tribuna de las Naciones Unidas como una m¨¦dium enviada desde el fondo de las inminentes tinieblas frente a Donald Trump en el papel de siniestro payaso color calabaza. El terror del cambio clim¨¢tico no es por lo que vemos sino por lo que presentimos en un futuro que se debate entre una mu?eca de porcelana que llora y un payaso que r¨ªe. Tal vez la venganza de un mar ah¨ªto de basura que est¨¢ dispuesto a ahogar a la humanidad en su propia mierda.