Impunidad
Un a?o despu¨¦s, el asesinato de Jamal Khashoggi por el r¨¦gimen saud¨ª sigue sin castigo
El asesinato del periodista saud¨ª Jamal Khashoggi sigue impune un a?o despu¨¦s de que se cometiese. Pese a que organizaciones tan diferentes como la CIA, la ONU, el Congreso de Estados Unidos y la Fiscal¨ªa turca consideran responsable del crimen de Estado al pr¨ªncipe heredero Mohamed Bin Salm¨¢n, las relaciones del hombre fuerte de Arabia Saud¨ª con las democracias occidentales no han cambiado. Los l¨ªderes mundiales, como qued¨® claro en las fotos de familia de las cumbres del G20 en Buenos Aires y Jap¨®n, act¨²an como si este crimen nunca hubiese ocurrido. Sin embargo, s¨ª ocurri¨® y sus implicaciones son demasiado grandes como para obviarlas. Si el asesinato de un periodista molesto, en un recinto diplom¨¢tico, no tiene ninguna consecuencia, ni jur¨ªdica ni diplom¨¢tica, ser¨¢ una muy mala noticia para la libertad de prensa y para los disidentes de todo el mundo.
Jamal Khashoggi era un periodista, colaborador de The Washington Post, cr¨ªtico con el poder que estaba alcanzando el pr¨ªncipe Mohamed, pero dif¨ªcilmente podr¨ªa ser definido como un disidente, puesto que se trataba de alguien cercano a la familia real y a los c¨ªrculos que controlan el reino. El 2 de octubre de 2018 entr¨® en el Consulado de Arabia Saud¨ª en Estambul para realizar una gesti¨®n y nunca sali¨®. Fue asfixiado y despedazado. Su cad¨¢ver nunca ha sido localizado. Las burdas mentiras con las que Arabia Saud¨ª intent¨® ocultar el crimen se desmoronaron r¨¢pidamente, cuando se supo que los servicios secretos turcos hab¨ªan grabado lo ocurrido.
Las diferentes reconstrucciones ¡ªincluyendo un minucioso trabajo de la investigadora especial para ejecuciones extrajudiciales de la ONU, Agn¨¨s Callamard¡ª coinciden en los hechos b¨¢sicos: Arabia Saud¨ª envi¨® un equipo especial de asesinos a Estambul para cometer el crimen y deshacerse del cad¨¢ver, dirigido por uno de los hombres de mayor confianza del heredero, Saud al Qahtani, que se encuentra en paradero desconocido. Para intentar calmar las protestas iniciales, 11 personas est¨¢n siendo juzgadas en Arabia Saud¨ª en un proceso secreto que no cumple las m¨¢s m¨ªnimas garant¨ªas legales. El pr¨ªncipe Mohamed ha seguido adelante con su programa de reformas y, a la vez, con su implacable campa?a de represi¨®n. Un ejemplo de esta paradoja es que ha permitido conducir a las mujeres, pero encarcel¨®, y presuntamente tortur¨®, a las activistas que lucharon para lograr este avance.
Lo ocurrido hasta ahora con este caso demuestra, desgraciadamente, que los s¨¢trapas pueden estar mucho m¨¢s tranquilos que sus v¨ªctimas. La memoria de Khashoggi, y de todos aquellos que alzan su voz contra la tiran¨ªa, merecen algo m¨¢s que la indiferencia y unos l¨ªderes internacionales que miran hacia otro lado.
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