L¨ªderes tuneados para el 10-N
Ahora no solo se trata de decidirse a votar unas siglas, sino saber qu¨¦ representa esa candidatura en ese momento
Ante la falta de incentivos para votar de nuevo entre la decepci¨®n y la rabia, los candidatos parecen haberse lanzado a un restyling de s¨ª mismos, una reinvenci¨®n de su propio cartel, un tuneado de la oferta. Claro que la pol¨ªtica l¨ªquida es el ecosistema perfecto para el ¨¦xito de las especies camale¨®nicas, pero el riesgo es que esto parezca un festival de impostores. No se trata solo de Pedro S¨¢nchez, aunque se preste con facilidad a la caricatura, sobre todo desde que Calvo lo dualiz¨® esquizofr¨¦nicamente como Presidente S¨¢nchez y Simplemente Pedro.
La trayectoria de S¨¢nchez da para un Manual de Imposturas tanto o m¨¢s que el Manual de Resistencia. Pact¨® con Cs, vet¨® abstenerse con el PP de Rajoy, confes¨® que su pareja genuina era Podemos, vet¨® a Podemos tras el 28-A e incluso foment¨® su fragmetaci¨®n con M¨¢s Pa¨ªs, y ahora conf¨ªa en que la derecha le d¨¦ las llaves de La Moncloa. No es f¨¢cil que todo eso suceda en un plazo tan corto. En la temporada primavera-verano ha ido del miedo al trifachito al miedo a los populistas radicales, de pactar con los indepes a campe¨®n de la Ley de Seguridad Nacional y el 155. S¨¢nchez nunca agota todos los S¨¢nchez posibles.
Quienes m¨¢s retuercen la caricatura a menudo no reparan en que todos los dem¨¢s act¨²an bajo la misma l¨®gica. Tambi¨¦n Casado, que en primavera disputaba la derecha genuina a Vox y ahora la moderaci¨®n a Cs. Quien era capaz de insultar 21 veces a S¨¢nchez de un tir¨®n ha llegado a proclamar su respeto por ¨¦l; la barba es parte del ejercicio de transformismo. A pesar de las iglesias quemadas, el PP vende centrismo, y por momentos parece dejar a Cs en off side a su derecha. El recorrido mutante m¨¢s largo le corresponde a Rivera, que hace una d¨¦cada irrumpi¨® con un desnudo socialdem¨®crata, pact¨® con S¨¢nchez en vano, pact¨® con Rajoy, oscil¨® del centroizquierda a centroderecha, se oficializ¨® liberal con hechuras de Macron y ha acabado en un discurso de tintes rancios. Ha arruinado su m¨¢ximo valor, que era la transversalidad: el adalid contra el bipartidismo ha devenido garante del bibloquismo.
Pablo Iglesias, a pesar de que los extremos est¨¢n m¨¢s anclados, tambi¨¦n ha hecho un recorrido apasionante desde ir a asaltar los Cielos a instalarse en Galapagar. El viejo cabecilla antisistema ha terminado reclamando carteras ministeriales. Eso s¨ª, ya no con luz y taqu¨ªgrafos, sino con mensajes encriptados. Iglesias ha pasado de refutar el R¨¦gimen del 78 a verle recitando pasajes de la Carta Magna en los debates como el Padre Mundina del constitucionalismo. En verano se ofrec¨ªa a mirar para otro lado en Catalu?a, y ya ha vuelto al zafarrancho aquel de V¨ªa Layetana con ret¨®rica indepe. Y Abascal, el funcionario del PP aferrado a la red de chiringuitos de Esperanza Aguirre, casi lleg¨® a parecer Salvini con menos botones del pecho desabrochados pero m¨¢s cruces, aunque pronto ha remitido a facha folcl¨®rico del tebeo de Mart¨ªnez. Y Errej¨®n. Ya no solo se trata de decidirse a votar unas siglas, sino saber qu¨¦ representa esa candidatura en ese momento¡ y eso cu¨¢nto va a durar.
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