El pa¨ªs de la izquierda

La campa?a comienza bien: con una pintoresca disputa sobre las dificultades de cierta izquierda espa?ola para decir el nombre del pa¨ªs que quiere gobernar. Errej¨®n no pod¨ªa esperar menos: m¨¢s que nombre de partido, ¡°M¨¢s Pa¨ªs¡± lo es de s¨ªndrome: el de no poder articular las seis letras de la palabra Espa?a. Tampoco en 2015 la izquierda alternativa tuvo la audacia de concurrir a las elecciones con un "Espa?a en com¨²n", an¨¢logo a la f¨®rmula usada en auton¨®micas y municipales.

M¨¢s informaci¨®n

Los lemas de campa?a siempre vuelven

L¨ªderes tuneados para el 10-N; por T. Le¨®n Gross

Los mareos y trasudores que le entraban ante la idea de decir Espa?a fueron confesados por el propio Pablo Iglesias, en un corte de v¨ªdeo que a¨²n anda por YouTube. En ¨¦l se escucha al l¨ªder de Podemos decir esto: ¡°la identidad Espa?a, una vez perdida la Guerra Civil, est¨¢ perdida para la izquierda¡±. Un diagn¨®stico aturdido y sin fundamento que enfurecer¨ªa a miles de republicanos de izquierda que defendieron la Segunda Rep¨²blica, empezando por los intelectuales antifascistas agrupados en la mejor revista literaria publicada durante la guerra: Hora de Espa?a se llamaba.

La cuesti¨®n est¨¢ lejos de ser anecd¨®tica. Iglesias y Errej¨®n supieron desde el principio que sus agobios para relacionarse de manera saludable con Espa?a y sus s¨ªmbolos eran plomo en las alas de Podemos. Por eso tuvieron que acudir a categor¨ªas vicarias como ¡°patria¡± o ¡°gente¡±. No es a Franco a quien deben culpar por ello, sino a ellos mismos, por haber comprado de manera acr¨ªtica el relato del nacionalismo subestatal que, de Prat de la Riba a Fuster, sostiene que Espa?a es un Estado sin naci¨®n: es decir, una realidad hist¨®rica ileg¨ªtima. Ahora el PSOE les ataca por ah¨ª, pero todo espectador honesto de la pol¨ªtica espa?ola sabe que los problemas del partido socialista en esta materia son quiz¨¢ menos intensos, pero de parecida ¨ªndole. Decir Espa?a puede ser ahora una eficaz p¨¦rtiga electoral, pero de poco sirve si, siempre que hay la opci¨®n, se escoge gobernar en las autonom¨ªas con partidos nacionalistas que de manera confesa quieren menos Espa?a y se hace, adem¨¢s, asumiendo o aceptando su programa de gobierno, y en especial, el educativo.

Al hablar de estas cosas, es frecuente salir al paso alegando que un pa¨ªs no son sus s¨ªmbolos, sino la calidad de sus servicios p¨²blicos. Pero esto es confundir conceptos. Una excelente cobertura social nos persuadir¨¢ de ser un gran pa¨ªs, pero no nos dir¨¢ qu¨¦ pa¨ªs somos. Para saberlo, ninguna comunidad puede prescindir, sin inducirse un lento suicidio, de s¨ªmbolos y memoria compartida, cosas por las que la izquierda espa?ola afecta desd¨¦n desde la Transici¨®n. No as¨ª la izquierda nacionalista vasca o la catalana. Porque la seriedad nacional no desaparece, solo se traslada a otro sitio. Una izquierda que no sabe cual es el pa¨ªs que construye ha de pasarse el d¨ªa dando explicaciones; peor lo pasar¨¢ el pa¨ªs que no tiene una izquierda que le escriba.