El fujimorismo, alcanzado por un bumer¨¢n
Hace 30 a?os, Fujimori disolvi¨® el Congreso para hacerse con el poder. Ahora sucede todo lo contrario
La mec¨¢nica perversa que ha planteado desde hace a?os el fujimorismo para volver al poder, usando la zancadilla sistem¨¢tica a cualquier iniciativa de gobierno y contaminando la escena pol¨ªtica con el disolvente feroz de la corrupci¨®n, parece haber terminado v¨ªctima del mismo mecanismo que hace 27 a?os instaurara su fundador, Alberto Fujimori. El lunes pasado, Martin Vizcarra decidi¨® disolver el Congreso de la Rep¨²blica. Pero all¨ª terminan las similitudes y que nadie se llame a equ¨ªvoco, pues el primero quer¨ªa del Legislativo ¡ªen ese entonces, bicameral¡ª amplios poderes para gobernar a su antojo y cambiar la Constituci¨®n, manejar el pa¨ªs con la impaciencia y la impunidad brutal de los dictadores, cosa que al final logr¨® hacer, inaugurando uno de los periodos m¨¢s vergonzosos y corruptos de la historia reciente de Per¨², que se cerr¨® con la huida de Fujimori y la ca¨ªda de su siniestro asesor, Vladimiro Montesinos, quien termin¨® con sus huesos en la c¨¢rcel, igual que ocurrir¨ªa con el propio Chino a?os despu¨¦s.
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Pero, por desgracia, el fujimorismo tiene la marca de agua de todos los populismos, que una vez que se asientan en la conciencia ciudadana tardan en desenraizarse de ella. Es lo que ha ocurrido en Per¨², donde no hab¨ªa sido del todo extirpado y la hija del aut¨®crata, Keiko Fujimori, tuvo todav¨ªa tiempo de aprovechar las bases sentadas por su padre para seguir en la carrera por la presidencia y por el Congreso. No consigui¨® la primera pero s¨ª alcanz¨® la mayor¨ªa parlamentaria en el segundo aunque la ciudadan¨ªa peruana, o un gran porcentaje de la misma, parec¨ªa ya tener suficiente, asqueada cada vez m¨¢s de la impunidad con la que el fujimorismo actuaba en el legislativo. La hij¨ªsima est¨¢ actualmente en prisi¨®n preventiva acusada de lavado de dinero, alcanzada por el tsunami Odebrecht, el mismo caso que salpic¨® a numerosos pol¨ªticos peruanos, entre ellos el defenestrado Kuczynski, como si todo fuera un interminable d¨¦j¨¤ vu que ha ensombrecido a¨²n m¨¢s en estos ¨²ltimos tres a?os el siempre incierto panorama pol¨ªtico del pa¨ªs: recientemente, el suicidio del expresidente aprista Alan Garc¨ªa se convert¨ªa en el pen¨²ltimo acto de un ejercicio dram¨¢tico sin precedentes en la historia nacional. La corrupci¨®n, el dinero bajo cuerda, la financiaci¨®n ilegal y un poder judicial corrupto y en manos del aprofujimorismo estaban haciendo pr¨¢cticamente ingobernable el mandato de Mart¨ªn Vizcarra, quien plante¨® ya tres ¡°cuestiones de confianza¡±, la ¨²ltima de las cuales era un ob¨²s en el coraz¨®n del indeseable Parlamento: efectuar modificaciones al proceso de elecci¨®n de candidatos al Tribunal Constitucional, ese mismo que hasta el momento estaba permitiendo copar dicho tribunal con miembros adeptos a la organizaci¨®n fujimorista y asegurar as¨ª la impunidad de sus fechor¨ªas, como ya ocurri¨® con ¡°los cuellos blancos del puerto¡±, una organizaci¨®n que abarcaba entre sus principales cabecillas a jueces y empresarios, asunto que elev¨® otro poco el nivel de indignaci¨®n de la sociedad, que asist¨ªa at¨®nita a la cada vez m¨¢s evidente relaci¨®n entre estos y los parlamentarios fujimoristas.
Al ser rechazada esta tercera cuesti¨®n de confianza por el Congreso, y sin apartarse una l¨ªnea de la Constituci¨®n, el Gobierno ha decidido que es necesario acabar con ¡°la desverg¨¹enza de la mayor¨ªa parlamentaria, trabajando para blindar a los suyos¡±, en palabras textuales del presidente. Los congresistas, en una grotesca vuelta de tuerca, han pretendido declarar a la vicepresidenta Mercedes Ar¨¢oz, presidenta en funciones, pero ni las Fuerzas Armadas, que le han dado todo su respaldo al Gobierno, ni la ciudadan¨ªa parece tomar esta payasada en cuenta. Porque lo realmente fant¨¢stico, lo inusual en todo este largo proceso de descomposici¨®n al que el pa¨ªs se ha visto arrastrado, es que una abrumadora mayor¨ªa de peruanos entienden y apoyan la decisi¨®n de Vizcarra y han salido a la calle a respaldarlo.
Podr¨ªa arg¨¹irse que es lo mismo que pas¨® con Alberto Fujimori, cuando en 1992 se convirti¨® en un aut¨®crata con el respaldo enfervorecido de la poblaci¨®n, pero es importante precisar un matiz, la manera en que un mismo mecanismo constitucional puede usarse para medrar o para mejorar la situaci¨®n de una sociedad. Con la decisi¨®n del presidente de convocar elecciones parlamentarias y sin sugerir siquiera la posibilidad de extender su mandato, ha quedado claro que no usa esta medida para perpetuarse en el poder, como hizo Alberto Fujimori en su momento, sino para sanear en lo posible un Congreso hirviente de parlamentarios que nunca se postularon all¨ª para legislar como solvencia y honradez sino exclusivamente para enriquecerse, dedic¨¢ndose a una larga y mareantemente lista de felon¨ªas y latrocinios, de negociados y corruptelas en todos los niveles de la vida pol¨ªtica. Casi treinta a?os despu¨¦s de que Fujimori disolviera el Congreso para poner en marcha su organizaci¨®n de sesgo criminal, el bumer¨¢n que lanz¨® le ha sido devuelto. Esta vez, sin embargo, en un impecable ejercicio democr¨¢tico.
Jorge Eduardo Benavides es escritor.
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