Renta b¨¢sica: las piezas de un debate ineludible
La discusi¨®n debe ser abordada con rigor en vez de atrincherarnos en las viejas concepciones del bienestar y las pol¨ªticas sociales o emboscarnos en convicciones para imponer nuestro punto de vista
Si se entiende en su sentido m¨¢s amplio (como un ingreso m¨ªnimo destinado a quienes carecen de ¨¦l o reciben alg¨²n otro insuficiente para sobrevivir), puede decirse que todas las corrientes ideol¨®gicas defienden la renta b¨¢sica. El economista Milton Friedman, el mayor referente del liberalismo en la segunda mitad del siglo XX, fue el promotor del impuesto negativo sobre la renta, una figura cercan¨ªsima a la renta b¨¢sica universal que defienden quienes est¨¢n en sus ant¨ªpodas. Y en Espa?a todos los grandes partidos defienden en sus programas electorales alg¨²n tipo de ingreso m¨ªnimo, renta b¨¢sica o complemento salarial.
Es cierto que a partir de ah¨ª surgen las diferencias. Desde quienes piensan que una renta m¨ªnima s¨®lo se debe percibir si se est¨¢ en situaci¨®n de extrema necesidad y a cambio de alg¨²n tipo de contraprestaci¨®n, hasta quienes la defienden como un derecho universal de ciudadan¨ªa, incondicionado y sin contrapartida alguna.
Podr¨ªa parecer que ese com¨²n punto de partida es poco, pero quiz¨¢ sea suficiente para empezar si se tiene en cuenta que hoy d¨ªa hay ya legiones de personas sin ingreso alguno, y que en el horizonte no se percibe la posibilidad de que toda la poblaci¨®n tenga empleo por cuenta propia o ajena. Los avances de la productividad son inevitables y si continua la tendencia a no repartir sus frutos, bien reduciendo dr¨¢sticamente la jornada laboral o modificando los objetivos de las pol¨ªticas econ¨®micas, el paro masivo ser¨¢ inevitable.
Debemos hacer bien las cuentas y tener presente que el coste financiero no se puede calcular solo en bruto
Eso me lleva pensar que el debate sobre qu¨¦ entender por renta m¨ªnima, a qui¨¦n debe llegar y a cambio de qu¨¦, es ineludible. Y ante ¨¦l, podemos atrincherarnos en las viejas concepciones del bienestar y las pol¨ªticas sociales; tratar de innovar, pero emboscados en nuestras propias convicciones intentando tan solo imponer al otro nuestra propuesta, como si de una guerra de religiones se tratara; o abordar el debate democr¨¢ticamente y con el rigor que demanda la complejidad de nuestras sociedades tan diversas y da?adas.
Si se quisiera avanzar por este ¨²ltimo camino me parece que es imprescindible poner sobre la mesa algunas piezas esenciales para poder poner en marcha con ¨¦xito cualquier tipo de renta b¨¢sica.
Hay que ponerse de acuerdo, en primer lugar, sobre el significado que en cada momento le damos al t¨¦rmino renta b¨¢sica pues ahora se esta utilizando para referirse a diferentes modalidades de ayudas. Para avanzar y para poder llegar a conclusiones comunes, hemos de utilizar palabras que tengan el mismo significado para todas las personas.
Es imprescindible asumir sincera y formalmente, quiz¨¢ llev¨¢ndolo a nuestras constituciones, que nos comprometemos a evitar que queden en la indigencia quienes no disponen de medios para vivir con un m¨ªnimo de dignidad. Puede parecer una simpleza, pero es inevitable empezar por ah¨ª si realmente queremos evitar, por ejemplo, que s¨®lo el 8% de las personas que se encuentran bajo el umbral de pobreza en Espa?a reciban alg¨²n tipo de las rentas m¨ªnimas ya reconocidas en nuestra legislaci¨®n.
Tambi¨¦n deber¨ªamos asumir como presupuesto de partida que la renta b¨¢sica ha de ser un derecho o un mecanismo de ayuda, pero tambi¨¦n un incentivo para crear riqueza, aunque entendiendo que la riqueza que necesitamos los seres humanos para vivir no es solo la que tiene expresi¨®n monetaria.
Debemos hacer bien las cuentas y tener presente que el coste financiero de cualquier tipo de renta b¨¢sica no se puede calcular solo en bruto, sino que se deben contabilizar los ahorros que pueda significar, los costes de oportunidad, y las externalidades positivas y negativas que lleve consigo. Y no s¨®lo los de expresi¨®n monetaria inmediata.
El debate se realiza sobre un problema social que no admite soluciones t¨¦cnicas en todos sus aspectos
Hay que poner sobre la mesa y evaluar bien todas las posibilidades reales que tenemos a nuestro alcance para su financiaci¨®n y no solo las disponibles a corto plazo. Hay que ir m¨¢s all¨¢ y explorar las que sin duda se van a abrir antes o despu¨¦s en el mundo tan cambiante en el que vivimos. Es muy dif¨ªcil, por no decir que imposible, financiar pol¨ªticas realmente innovadoras como la renta b¨¢sica con nuestras viejas figuras fiscales. O las cuentas no saldr¨¢n o ser¨¢n pol¨ªticamente inasumibles.
Se debe saber que la renta b¨¢sica puede ser o no una propuesta que reduzca derechos y est¨¢ndares de bienestar ya alcanzados. El debate ha de ser honesto al respecto para impedir que se hurte a la poblaci¨®n el conocimiento exacto de las renuncias que en cada caso implique su puesta en marcha.
Hemos de ser conscientes de que es imposible conocer con antelaci¨®n cu¨¢les ser¨¢n los efectos reales de la puesta en marcha de una renta b¨¢sica sobre todas las personas, sobre la sociedad y sobre la econom¨ªa. Las experiencias que se han realizado nos proporcionan indicios interesantes, pero no grandes certidumbres. Por ejemplo, que no es cierto que una renta b¨¢sica cree vagos integrales, pero s¨ª que disminuye en alguna medida las horas dedicadas al empleo remunerado (algo que podr¨ªa ser especialmente relevante en el caso de las mujeres), que no s¨®lo aumenta el bienestar personal, sino que tambi¨¦n mejora las condiciones del entorno (educaci¨®n, salud, seguridad ¡), y que est¨¢ claro que permite desarrollar actividades que generan nuevos tipos de riqueza. Pero de alguna de esas experiencias se podr¨ªa inferir tambi¨¦n que su implantaci¨®n puede ocasionar desajustes en el empleo remunerado o subidas de precios si no se dan condiciones de oferta adecuadas¡ O un profundo y agrio conflicto pol¨ªtico (como ocurri¨® en Estados Unidos) si no la acompa?a un debate sereno y ecu¨¢nime. Hay que ir, pues, con cautela y poco a poco porque de nada sirve querer llegar muy lejos si no se van consolidando avances efectivos.
Finalmente, hay que ser conscientes de que el debate sobre la renta b¨¢sica se realiza sobre un problema social que no admite soluciones t¨¦cnicas en todos sus aspectos pues gran parte de las interrogantes que plantea son normativos. Lo que se necesita, por tanto, es que todas las personas puedan revelar sus preferencias con conocimiento de causa y transparencia, y que haya condiciones efectivas para que las decisiones pol¨ªticas subsiguientes sean democr¨¢ticas.
Juan Torres L¨®pez es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Sevilla y autor de La Renta B¨¢sica. ?Qu¨¦ es, cu¨¢ntos tipos hay, c¨®mo se financia y qu¨¦ efectos tiene? (Ediciones Deusto 2019)
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