Despu¨¦s del despu¨¦s
Vivimos en la ¨¦poca del posliderazgo. Los l¨ªderes se dejan llevar por las emociones que ellos mismos desatan y que luego son incapaces de administrar

Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de la sentencia del proc¨¦s. El antes ya lo conocemos, el despu¨¦s nos lo tememos: el retorno de la revuelta a las calles y la inflamaci¨®n de los discursos. Dependiendo de su virulencia habr¨¢ tambi¨¦n una importante reacci¨®n ret¨®rica desde el otro lado, algo que el momento electoral contribuir¨¢ a acentuar. Por eso es tan imprevisible el resultado de las elecciones. Acudiremos a ellas con Catalu?a en la retina y en las v¨ªsceras. Pero precisamente por eso, porque hemos acumulado ya un exceso de pasi¨®n sin resultados tangibles, habr¨¢ llegado el momento del desarme emocional y del recurso a la imaginaci¨®n pol¨ªtica.
No hac¨ªa falta que el Estado hablara por boca de sus jueces para saber que un Estado de derecho es incompatible con una intentona de secesi¨®n unilateral, ni es preciso que un important¨ªsimo sector de la poblaci¨®n catalana salga a las calles para verificar que, en efecto, el independentismo est¨¢ ah¨ª para quedarse. Despu¨¦s de la sentencia el dinosaurio seguir¨¢ all¨ª. Con la decisi¨®n judicial y la reacci¨®n posterior viviremos, sin embargo, un importante momento cat¨¢rtico, de depuraci¨®n de las contradicciones: cada parte se ver¨¢ confirmada en su antagonismo, pero deber¨¢ enfrentarse tambi¨¦n a su impotencia. Quedar¨¢ claro que ninguna de ellas puede ganarlo todo y que para recuperar la convivencia habr¨¢ que volver a la pol¨ªtica; abandonar la utop¨ªa de que es posible la soluci¨®n judicial de un conflicto pol¨ªtico o que sea factible doblegar y fracturar a un Estado sin contar con el adecuado apoyo popular. Ni es posible crear un Estado de nuevo cu?o con la mitad de su poblaci¨®n siendo leal a lo que ser¨ªa su pa¨ªs vecino, ni puede ignorarse la alienaci¨®n que hacia el actual modelo de Espa?a sienten m¨¢s de dos millones largos de habitantes de una de sus regiones m¨¢s pr¨®speras.
Por eso mismo, a veces para seguir adelante hay que saber dar marcha atr¨¢s. A estos efectos, y en un reciente e interesante libro, Ensayo general de una revuelta, Fran?esc-Marc ?lvaro recupera la figura de los l¨ªderes que H. M. Enzensberger calificaba como ¡°h¨¦roes de la retirada¡±. Este ser¨ªa el modelo que ahora necesitamos. En un art¨ªculo publicado en 1989 en estas mismas p¨¢ginas, Enzensberger se refiere a ellos como ¡°h¨¦roes de nuevo estilo que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolici¨®n, el desmontaje¡±. Y a?ad¨ªa, ¡°el non plus ultra del arte de lo posible consiste en abandonar una posici¨®n insostenible¡±. Lo f¨¢cil es arrojar las bombas, lo dif¨ªcil es desactivarlas. ?Hay alguien de estas caracter¨ªsticas en el mundo del independentismo? ?Tenemos alg¨²n l¨ªder nacional dispuesto a arrostrar el riesgo electoral que supone la modificaci¨®n del statu quo constitucional de Catalu?a?
Vivimos en la ¨¦poca del posliderazgo. Los l¨ªderes ya no gu¨ªan, sino que se dejan llevar por las emociones que ellos mismos desatan y que luego son incapaces de administrar. El resultado est¨¢ a la vista. Pero despu¨¦s de la reacci¨®n a la sentencia entraremos en un nuevo despu¨¦s. Habr¨¢ llegado el momento de apartar a los pomposos demagogos y dejar hablar a los estadistas fr¨ªos y calculadores. Pero, sobre todo, de poner a prueba el coraje civil que significa el asumir una derrota parcial rec¨ªproca para que acabemos ganando todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
