Ley y Justicia vuelve a ganar en Polonia
En unas elecciones entre la democracia y el autoritarismo, gan¨® la segunda opci¨®n
Quiz¨¢s la raz¨®n primordial detr¨¢s del triunfo de Ley y Justicia (PiS, en siglas polacas) en las elecciones del domingo sea que durante su mandato llev¨® a cabo un programa de pol¨ªticas sociales de redistribuci¨®n de riqueza muy generosas. Empezando por el programa de ¡°500+¡± de ayudas directas a familias con m¨¢s de un hijo. No sirvi¨® para elevar la tasa de natalidad, pero s¨ª supuso una ayuda para las familias con dificultades y ¡ªen palabras del partido gobernante¡ª ¡°una redistribuci¨®n del prestigio¡±.
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Los cr¨ªticos acusan al Gobierno de compra de votos con dinero p¨²blico. Vistas las promesas de campa?a (segunda paga extra para jubilados sin mirar al presupuesto) es razonable verlo as¨ª. No obstante, el elevado gasto social no supuso un aumento de deuda o d¨¦ficit. La econom¨ªa polaca, una de las menos afectadas por la crisis, sigue creciendo ¡ªfavorecida por los fondos de la UE¡ª y, adem¨¢s, mantiene niveles de paro envidiables (el 3,3%).
PiS no es el ¨²nico partido europeo que apuesta por las pol¨ªticas redistributivas y un Estado fuerte desde la derecha (radical). Muchos nacionalpopulistas defienden pol¨ªticas econ¨®micas expansivas y un gasto social elevado. La mezcla del discurso nativista, de la defensa de los valores tradicionales y de las pol¨ªticas sociales redistributivas, al menos en Europa del Este, es un factor importante para revalidar su gobierno.
Al introducir sus pol¨ªticas sociales, PiS cumpli¨® las promesas electorales. Se present¨® como un partido aplicado y resuelto, caracter¨ªsticas poco comunes en el sistema de partidos polaco. Con todo, desde el punto de vista de la sensibilidad hacia las demandas sociales y seg¨²n la teor¨ªa del votante econ¨®mico, resulta racional que a PiS le acabaron votando 8 millones de personas.
Pero es aqu¨ª donde acaba la visi¨®n positiva del gobierno de PiS. El partido liderado por Jaroslaw Aleksander Kaczynski volvi¨® a ganar las elecciones tras desnivelar el terreno del juego democr¨¢tico para que le sea mucho m¨¢s f¨¢cil meter gol.
Kaczynski intenta instaurar, en palabras del polit¨®logo Radoslaw Markowski, un clientelismo autoritario
En primer lugar, pervirti¨® a la televisi¨®n p¨²blica, convirti¨¦ndola en un ¨®rgano de propaganda del partido (superando la del r¨¦gimen comunista). Ya no sorprende comparar a la oposici¨®n con los nazis. Una televisi¨®n envenenada que para muchos es la ¨²nica fuente de informaci¨®n m¨¢s all¨¢ del p¨²lpito de la iglesia local (que adem¨¢s repite lo mismo). Una f¨¢brica de fake news gubernamental. Todo un Ministerio de la Verdad orwelliano.
Seg¨²n Kaczynski, las ¨¦lites creadas tras 1989 son corruptas y antipolacas. Para crear nuevas ¨¦lites, leales al partido, PiS utiliza la yuxtaposici¨®n entre las ¨¦lites corruptas y el pueblo bueno, tan caracter¨ªstica para el populismo. Se ataca a la casta de los jueces, a los periodistas traidores de la patria o a la UE que quiere imponer sus valores presuntamente progresistas. Al cambiar las ¨¦lites, Kaczynski intenta instaurar, en palabras del polit¨®logo Radoslaw Markowski, un clientelismo autoritario. No llega a ser el estado mafia de Hungr¨ªa, pero s¨ª una red clientelar que prefiere la lealtad al partido por encima de la pericia. Una fuerza de apoyo no desde?able de mediocres, pero leales.
En las elecciones de 2015, PiS utiliz¨® al miedo a los inmigrantes. Tra¨ªan par¨¢sitos y quer¨ªan acabar con ¡°nuestro estilo de vida¡± (?les suena?). Esta vez alent¨® el odio hacia el colectivo LGBT+, tachado por el arzobispo de Cracovia de ¡°plaga arco¨ªris¡±, y hacia los que prefieren marchas por la igualdad antes que las de orgullo nacional.
El partido del Gobierno mantuvo unos niveles de apoyo alrededor de 40% durante toda la legislatura. Ning¨²n esc¨¢ndalo lograse tambalear al Gobierno. Ni la corrupci¨®n de altos cargos del partido, ni siquiera el descubrimiento de una f¨¢brica de odio hacia ciertos jueces dirigida desde el Ministerio de Justicia. ?Por qu¨¦?
Por un lado, Kaczynski convenci¨® a muchos polacos de que las antiguas ¨¦lites carec¨ªan de legitimidad (apoy¨¢ndose en la teor¨ªa conspiratoria del accidente de Smolensk). As¨ª es m¨¢s f¨¢cil creer en las mentiras y ser m¨¢s permisivo con los pecados de las ¨¦lites nuevas. Adem¨¢s, Kaczynski logr¨® retratar a sus antecesores como unos corruptos. Aunque no lo eran. Que se lo digan al antiguo ministro de Fomento, que dimiti¨® por no haber declarado poseer un reloj. ?Un reloj! ?Se imaginan a alg¨²n ministro en Espa?a dimitiendo por esto? Y si los ciudadanos acaban creyendo que todos los pol¨ªticos son corruptos, ?no parece razonable votar a los que al menos comparten lo que roban?
Aunque la oposici¨®n haya recuperado el Senado, el declive democr¨¢tico seguir¨¢ su rumbo. El asalto al sistema judicial se completar¨¢ con la toma del ¨²ltimo basti¨®n ¡ªel Tribunal Supremo¡ª. Le seguir¨¢ la ¡°repolonizaci¨®n¡± de los medios de comunicaci¨®n (l¨¦ase presiones y posibles cierres de medios privados cr¨ªticos) y la toma de control de la comisi¨®n electoral. La integridad de las elecciones depender¨¢ de la voluntad del partido. No es exageraci¨®n afirmar que la democracia corre serio peligro en el seno de Europa. Lo advert¨ªa la flamante premio Nobel de Literatura, Olga Tokarczuk: en estas elecciones se eleg¨ªa entre la democracia y el autoritarismo. Muchos polacos votaron a favor de la segunda opci¨®n.
Piotr Zag¨®rski es investigador en el Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y en el Colegio de Polit¨®logos y Soci¨®logos.
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