Salvar el Mar Menor
Para salvar la laguna hay que intervenir sobre un modelo de desarrollo econ¨®mico que tiene elevados costes ambientales
No puede decirse que lo ocurrido en el Mar Menor de Murcia, la mayor laguna de agua salada de Europa, haya sido una sorpresa. La p¨¦rdida de condiciones de vida por falta de ox¨ªgeno era una posibilidad que se ven¨ªa anunciando desde hac¨ªa tiempo. Las tres toneladas de peces y crust¨¢ceos muertos han sido solo el s¨ªntoma de la situaci¨®n de colapso ambiental a la que ha llegado la laguna, sin que se haya hecho nada por evitarlo. La gota fr¨ªa que hace unas semanas verti¨® en ella m¨¢s de 60 hect¨®metros c¨²bicos de agua y sedimentos contaminados solo ha sido el detonante. Lo ocurrido permite hacernos una idea de los catastr¨®ficos efectos que pueden tener las cada vez m¨¢s frecuentes manifestaciones clim¨¢ticas extremas causadas por el calentamiento global cuando impactan en ecosistemas tan da?ados y fr¨¢giles como el del Mar Menor.
Desde 1998, los planes hidrol¨®gicos de la cuenca del Segura vienen advirtiendo de que el uso intensivo de aguas subterr¨¢neas desalinizadas para la agricultura intensiva y el posterior vertido de nitratos y fosfatos procedentes de los fertilizantes pod¨ªan alterar las condiciones de vida de la laguna. As¨ª ha sido. A ello hay que a?adir el aumento de los vertidos fecales derivados del desarrollo urban¨ªstico. El aumento de sustancias nutritivas ha provocado un crecimiento desmesurado del fitoplancton que ha dejado sin ox¨ªgeno amplias zonas. La proliferaci¨®n de algas t¨®xicas ha provocado adem¨¢s diversos episodios de contaminaci¨®n que ha afectado a decenas de ba?istas.
El descontrol ha sido tal que en 2017 el fiscal de Medio Ambiente de Murcia present¨® una querella contra 34 pol¨ªticos, funcionarios, empresarios y agricultores por los da?os causados durante m¨¢s de 15 a?os ante la pasividad total de las Administraciones. La Fiscal¨ªa estima que en el Campo de Cartagena hay en estos momentos unas 20.000 hect¨¢reas de agricultura intensiva de regad¨ªo m¨¢s de las oficialmente censadas, un millar de pozos ilegales y decenas de desalobradoras no declaradas. Como consecuencia de esta actividad, cada a?o se vierten a la laguna unas 3.300 toneladas de nitratos.
Mientras se dilucidan las responsabilidades penales, lo m¨¢s urgente es ahora aplicar el plan de gesti¨®n integral del Mar Menor, pendiente desde 2012, que acaba de aprobar la asamblea regional y las medidas del Plan de Vertidos O, cuya memoria ambiental acaba de aprobar el Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica. Para salvar la laguna hay que intervenir sobre un modelo de desarrollo econ¨®mico que tiene elevados costes ambientales. Las medidas llegan, obviamente, demasiado tarde, pero son imprescindibles para tratar de revertir un deterioro al que todos han contribuido. Ser¨ªa inaceptable que la pugna que mantienen la Administraci¨®n central y auton¨®mica a prop¨®sito de quien debe asumir los costes retrasara su ejecuci¨®n.
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