El callej¨®n sin salida de la soberan¨ªa
El Brexit representa una pesadilla constitucional cuyo mayor exponente es la frontera irlandesa
La controversia a prop¨®sito de la frontera irlandesa nos recuerda que la soberan¨ªa ha estado en el centro del callej¨®n sin salida del Brexit desde el principio. Una de las tareas fundamentales de un Estado soberano es garantizar la seguridad nacional mediante el control de fronteras. El Acuerdo de Viernes Santo, que acab¨® con d¨¦cadas de brutal violencia pol¨ªtica en Irlanda del Norte entre cat¨®licos republicanos y protestantes unionistas, suprimi¨® la frontera entre el norte y el sur. La decisi¨®n fue la expresi¨®n de la soberan¨ªa de la Rep¨²blica de Irlanda y del Reino Unido.
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El de Viernes Santo fue tambi¨¦n un acuerdo sobre la identidad nacional, un corolario de la soberan¨ªa. La frontera abierta garantiza que las personas que viven en Irlanda del Norte puedan ser simult¨¢neamente irlandesas y brit¨¢nicas. Encarna la esencia de la identidad irlandesa tanto dentro de la Rep¨²blica como dentro de Irlanda del Norte. Para una isla dividida con una larga historia de colonizaci¨®n y violencia pol¨ªtica, el derecho a ser irland¨¦s en las dos partes es mucho m¨¢s que una conquista pol¨ªtica: simboliza su unidad geogr¨¢fica. Y durante d¨¦cadas la paz ha descansado sobre esos principios fundamentales.
La identidad nacional irlandesa tambi¨¦n favoreci¨® la integraci¨®n de la econom¨ªa irlandesa. La supresi¨®n de la frontera ha dado al norte y al sur la oportunidad de forjar la unidad comercial y la independencia econ¨®mica que han deseado durante siglos. Erigir una frontera destruir¨ªa ambas cosas.
Cuando tuvo lugar el Acuerdo de Viernes Santo, tanto la Rep¨²blica de Irlanda como el Reino Unido formaban parte de la UE, y su frontera era interna con relaci¨®n a ese ¨¢mbito, por lo tanto Bruselas no ten¨ªa raz¨®n alguna para interferir en su supresi¨®n. Sin embargo, el Brexit la transforma en una frontera con el exterior, equiparable a la que tienen las rep¨²blicas b¨¢lticas con Rusia. Bruselas ha exigido que tendr¨ªa que dotarse de controles aduaneros, como cualquier otra frontera de la UE con el exterior. Dicho de otro modo, el Acuerdo de Viernes Santo dejar¨ªa de aplicarse. En previsi¨®n de ese escenario, Theresa May, la anterior primera ministra, acord¨® que mientras Londres negociaba un acuerdo comercial con Bruselas, el Reino Unido permanecer¨ªa dentro de la uni¨®n aduanera de la UE. Sin embargo, el Parlamento no ha ratificado su propuesta, ni esta ha sido aceptada por su propio partido ni por el DUP, el partido unionista de Irlanda del Norte, socio de coalici¨®n del Gobierno.
El derecho a ser irland¨¦s en las dos partes es mucho m¨¢s que una conquista pol¨ªtica: simboliza su unidad geogr¨¢fica
Adem¨¢s, Parlamento y oposici¨®n tambi¨¦n se han abstenido tanto de presentar una propuesta distinta como, m¨¢s recientemente, de retirar su confianza a Boris Johnson. Mientras la cuenta atr¨¢s para otra fecha l¨ªmite del Brexit se acerca al cero, se ha hecho evidente que separarse de la Uni¨®n Europea tiene serias implicaciones dentro del Reino Unido, que, t¨¦cnicamente hablando, es tambi¨¦n una uni¨®n compuesta por Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Para impedir una frontera en Irlanda, el Reino Unido puede verse obligado a erigir otra en el mar de Irlanda, entre Irlanda del Norte y Escocia, Inglaterra y Gales.
Los efectos en cadena de la pugna de soberan¨ªa del Brexit tambi¨¦n se han hecho sentir en Westminster. Siguiendo el fallo del Tribunal Supremo escoc¨¦s, la decisi¨®n del primer ministro de suspender el Parlamento ha sido revertida por la Corte Suprema inglesa, un cuerpo creado por Tony Blair para remplazar a los Law Lords. La corte sentenci¨® que el cierre del Parlamento en septiembre era ilegal y al hacerlo as¨ª ha pasado por encima de Boris Johnson, pero indirectamente ha anulado la autoridad de la reina, porque por ley es el monarca el que cierra, abre y suspende el Parlamento.
El Reino Unido est¨¢ navegando por aguas constitucionales inexploradas y cada vez m¨¢s peligrosas. Sin una constituci¨®n escrita, la pol¨ªtica est¨¢ afectando a la interpretaci¨®n del derecho com¨²n del pa¨ªs. Desde el frente favorable al Brexit la gente ha protestado por el fallo de la Corte Suprema sobre lo que consideran que no es una cuesti¨®n constitucional sino pol¨ªtica. Los contrarios al Brexit han aplaudido la decisi¨®n e incluso han pedido la dimisi¨®n del primer ministro.
Todo ello se reduce a una cuesti¨®n de jurisdicci¨®n, ?Qui¨¦n tiene el poder en ¨²ltima instancia? ?Qui¨¦n gobierna? Sabemos que en ¨²ltima instancia la soberan¨ªa reside en el pueblo, es decir, el electorado; la cuesti¨®n fundamental es qu¨¦ instituci¨®n democr¨¢tica deber¨ªa interpretar y hacer efectiva esa voluntad popular. El Parlamento ratific¨® los resultados del refer¨¦ndum, pero ha estado cuestionando la autoridad del primer ministro en la aplicaci¨®n del Brexit, aunque no ha hecho nada por producir una alternativa. En pocas palabras, es el n¨²cleo de la batalla por la soberan¨ªa lo que ha estado haciendo trizas las instituciones brit¨¢nicas, dividiendo a la naci¨®n, afectando a la monarqu¨ªa y, en definitiva, bloqueando el pa¨ªs durante tres largos a?os, en un callej¨®n sin salida pol¨ªtico que a d¨ªa de hoy se ha transformado en una pesadilla constitucional.
Loretta Napoleoni es economista.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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