Halle - verg¨¹enza y n¨¢usea
Alemania no ha sabido crear una sociedad en la que los jud¨ªos no tengan que vivir con miedo ni las mujeres ni los musulmanes ni los homosexuales ni nadie que algunos consideren de ¡°fuera¡±
No hubo incredulidad ni indignaci¨®n. Cuando lleg¨® la primera noticia de que un hombre blanco hab¨ªa matado a una mujer delante de la sinagoga y a un hombre dentro de un local de kebab en la ciudad de Halle, mis reservas de incredulidad e indignaci¨®n estaban ya vac¨ªas. Lo ¨²nico que quedaba era el doble dolor de la verg¨¹enza y la n¨¢usea. Verg¨¹enza porque, para mi generaci¨®n, la reflexi¨®n cr¨ªtica sobre la Shoah fue el principal punto de referencia de nuestra educaci¨®n moral y pol¨ªtica y hab¨ªa dado forma a nuestra ansia de una sociedad (y una Europa) democr¨¢tica, antinacionalista, incluyente y antirracista. La realidad del antisemitismo descarado y brutal en este pa¨ªs me llena de verg¨¹enza. No hemos sabido crear una sociedad en la que los jud¨ªos no tengan que vivir con miedo.
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Y a esa verg¨¹enza se une la n¨¢usea. La repugnancia ante la incredulidad con la que reaccionan muchos ante los ataques de Halle. Como si la muestra p¨²blica de sorpresa pudiera disimular el hecho de que todo el mundo habr¨ªa podido verlo venir. Lo llaman ¡°impensable¡± (el presidente Frank-Walter Steinmeier), como si fuera la primera vez que unos jud¨ªos sufren una agresi¨®n p¨²blica, como si no hubiera todo el tiempo ataques brutales contra refugiados o incendios provocados en sus centros de acogida. Lo llaman una ¡°se?al de alarma¡± (Annegret Kramp-Karrenbauer, la l¨ªder del partido cristiano conservador CDU), como si el criminal de Halle no hubiera conseguido disparar a un hombre y una mujer, como si lo ¨²nico importante fuera que no logr¨® entrar en la sinagoga, una ¡°se?al de alarma¡±, como si el pasado mes de junio no hubiera muerto asesinado su colega Walter L¨¹bcke, un pol¨ªtico conservador de Kassel que hab¨ªa sido blanco del odio de la derecha radical y muri¨® por un disparo de un extremista de derechas, como si no hubiera sido la red terrorista de extrema derecha de la NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista) la que mat¨® a nueve inmigrantes y un polic¨ªa entre los a?os 2000 y 2007.
Este simulacro de sorpresa es repugnante porque pretende hacer del ataque de Halle algo inesperado, una excepci¨®n. No ofrece protecci¨®n a los jud¨ªos ni a ninguno m¨¢s de los se?alados como ¡°otros¡±; ¨²nicamente protege el estado de negaci¨®n de la realidad de que no solo existe un terrorismo violento de extrema derecha, sino tambi¨¦n una ideolog¨ªa supremacista blanca, mis¨®gina, hom¨®foba y antisemita. Existen redes de extrema derecha con ¡°listas de enemigos¡± en las que figuran los nombres y direcciones de intelectuales y activistas de los derechos humanos, abogados que representan a refugiados, pol¨ªticos locales, jud¨ªos, personas LGTBI; existen cacer¨ªas xen¨®fobas como la del pasado agosto en Chemnitz, existen declaraciones revisionistas e islam¨®fobas de miembros de AfD. ?Y todos estos fen¨®menos son casos aislados?
Es como dibujar siguiendo los puntos: hemos trazado todas las l¨ªneas, podemos ver las grandes orejas y el tronco, las cuatro patas, pero, si alguien se atreve a decir que es un ¡°elefante¡± ¡ªse atreve a llamar ¡°redes¡± a las redes de extrema derecha o?a?decir que el racismo es ¡°estructural¡±¡ª, todos se muestran sorprendidos y escandalizados y dicen que es un ¡°moralista¡± o un ¡°elitista cosmopolita¡±. Como si el respeto a los jud¨ªos o a las mujeres fuera un accesorio de lujo, solo al alcance de los privilegiados. Como si la igualdad de derechos fuera una demanda absurda. Como si odiar a los musulmanes y a los LGTBI fuera m¨¢s ¡°natural¡± que no odiarlos. Ha habido un deseo p¨²blico de mantener separados todos los s¨ªntomas de racismo estructural y de conexi¨®n entre la derecha radical, y eso ha creado un bucle en el que nos encontramos con criminales aislados y con unas autoridades y unos comentaristas que, ante cada caso, estudian la biograf¨ªa, la familia, el proceso de radicalizaci¨®n, reconstruyen el atentado y despolitizan los actos y la forma de inspirarse unos a otros.
El supremacista blanco de?Halle no sali¨® a matar a?¡°alguien¡± sin m¨¢s. Quer¨ªa asesinar a ¡°antiblancos¡±
Pero el odio no sale de la nada: se fabrica. La direcci¨®n en la que se vierten el odio y la violencia, a qui¨¦n apuntan, est¨¢ manipulada. El supremacista blanco de Halle no sali¨® a matar a ¡°alguien¡± sin m¨¢s. Quer¨ªa asesinar a ¡°antiblancos¡±, preferiblemente jud¨ªos, pero tambi¨¦n pens¨® en atacar un centro cultural de izquierdas o una mezquita. Estaba lleno de odio a las ¡°feministas¡± porque son ¡°responsables de la baja tasa de natalidad¡± y, ¡°por tanto¡±, de la ¡°inmigraci¨®n masiva¡±. Puede que actuara solo, pero estaba conectado mediante la c¨¢mara de su casco y dispuesto a comunicarse en directo con todos los dem¨¢s supremacistas blancos y mis¨®ginos que est¨¢n solteros a su pesar y cuyo mundo cultural es el de los memes en los tablones de im¨¢genes.
En toda Europa, y tambi¨¦n en Alemania, hemos podido ver en a?os recientes la (re)aparici¨®n de un discurso de la ¡°pureza¡±, un relato revisionista que fantasea con un supuesto ¡°antes¡±, un pasado inventado con otro orden: familias tradicionales, naciones homog¨¦neas a salvo de cualquier cosa que se considere ¡°de fuera¡±. Jud¨ªos, inmigrantes, feministas, trans,gente de otras razas, pasan a ser ¡°otros¡±. La diferencia se vuelve peligrosa e infecciosa para el cuerpo pol¨ªtico nacional.
Es evidente que siempre ha habido en esta sociedad cierto segmento con rencores antisemitas y racistas. Lo que ha cambiado en los ¨²ltimos a?os no es la cantidad, sino la calidad del odio: la obscena alegr¨ªa de romper los tab¨²es, la actitud exhibicionista de las declaraciones xen¨®fobas y mis¨®ginas. Los mensajes de correo cargados de odio ya no son an¨®nimos, sino a menudo firmados con nombre y domicilio. Parte del discurso pol¨ªtico ha querido centrarse en el fanatismo y la violencia de los yihadistas radicales mientras ignoraba el fanatismo y la violencia cada vez mayores de la derecha radical. Se supon¨ªa que el racismo y el antisemitismo deb¨ªan estar lejos, en la periferia, ser extraterritoriales. No en medio de nuestra sociedad y en nuestro Parlamento. Durante muchos a?os, la imagen del ¡°cabeza rapada borracho y est¨²pido¡± domin¨® la percepci¨®n p¨²blica del entorno neorracista y antisemita. Ahora, se han unido elementos que antes estaban separados: un entorno de escritores de extrema derecha intelectuales y muy sofisticados, una red ultraviolenta de bandas criminales, alborotadores, terroristas y una representaci¨®n pol¨ªtica en los Parlamentos y, sobre todo, en programas de televisi¨®n ¡ªes el caso de AfD¡ª forman hoy una amalgama aterradora de radicalismo de derechas. Son una minor¨ªa, pero reciben una atenci¨®n y una representaci¨®n desproporcionadas.
Por desgracia, el antisemitismo y la misoginia son m¨¢s f¨¢ciles de reconocer cuando pueden atribuirse a los musulmanes. Sin embargo, tambi¨¦n existe antisemitismo entre los inmigrantes de Oriente Pr¨®ximo, existe machismo mis¨®gino entre los inmigrantes, y es necesario afrontarlo y combatirlos. Pero, mientras solo veamos y luchemos contra el antisemitismo que consideramos ¡°importado¡±, mientras solo nos preocupe la violencia contra las mujeres cuando el autor es un refugiado o un musulm¨¢n, no comprenderemos el car¨¢cter universal de los derechos humanos.
Eso es lo que Halle podr¨ªa y deber¨ªa cambiar: no es posible seguir negando la violencia de los supremacistas blancos, ni fingir que solo puede haber antisemitismo en otros lugares. Ya no valen las sorpresas simuladas, ni seguir negando los v¨ªnculos de una internacional racista que inspira a personajes como Stephan B. Ni siquiera necesitan ya una estructura organizativa. Lo m¨¢s importante es quiz¨¢ que no puede seguir existiendo una jerarqu¨ªa de v¨ªctimas, no se puede seguir diciendo que el dolor o el miedo de unos es m¨¢s doloroso y m¨¢s grave que el de otros. El de Halle fue un atentado terrorista cometido por un nihilista. Tal vez actu¨® solo, pero su odio lo crearon y cultivaron todos los que niegan la igualdad de derechos y protecciones para todos los seres humanos. Lo que hace falta es disentir y protestar contra todos aquellos que dictan qu¨¦ sufrimiento es importante y el de qui¨¦n no, qu¨¦ piel, qu¨¦ cuerpo, qu¨¦ fe, qu¨¦ deseo se pueden rechazar, a qui¨¦n se puede humillar o herir y a qui¨¦n no. Es una verg¨¹enza que haya que volver a explicar todo esto.
Carolin Emcke es periodista, escritora y fil¨®sofa, autora de Contra el odio (Taurus).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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