Hacia un nuevo desorden internacional
En la coyuntura ca¨®tica en la que nos encontramos, el viejo mundo parece estar herido sin que el nuevo pueda todav¨ªa asomar cabeza
Escrib¨ªa Antonio Gramsci que una crisis consiste ¡°en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer¡±. El mundo de nuestros d¨ªas parece ajustarse de forma dram¨¢tica a la definici¨®n que el intelectual y marxista italiano apunt¨® en los cuadernos escritos durante el cautiverio al que lo someti¨® el r¨¦gimen fascista de Mussolini a partir de 1926.
La consolidaci¨®n de la hegemon¨ªa estadounidense despu¨¦s de la conclusi¨®n de la Segunda Guerra Mundial hab¨ªa ordenado el mundo occidental a partir de un moderado liberalismo econ¨®mico, del multilateralismo y de la garant¨ªa militar ofrecida por Washington en defensa de sus aliados. Despu¨¦s del colapso de la URSS, en 1991, los principios que hab¨ªan organizado la vida pol¨ªtica de los pa¨ªses occidentales se extendieron tambi¨¦n a las naciones que hab¨ªan formado parte del bloque socialista, transform¨¢ndose en piedras angulares de un nuevo orden global.
Los pilares del sistema internacional moldeado por Washington se tambalean, ahora, sin embargo, parad¨®jicamente, bajo los golpes del propio unilateralismo de la pol¨ªtica exterior estadounidense post Guerra Fr¨ªa, de una globalizaci¨®n econ¨®mica desregulada que ha enriquecido a unos pocos y agraviado a muchos y de la crisis de legitimidad que vive la democracia estadounidense, evidenciada por las fuertes tendencias iliberales de la presidencia de Donald Trump.
En la coyuntura ca¨®tica en la que nos encontramos y en la cual el viejo mundo parece estar herido sin que el nuevo pueda todav¨ªa asomar cabeza, se han vuelto frecuentes los intentos de buscar en las analog¨ªas con otros periodos hist¨®ricos puntos de apoyo que ayuden a orientarnos. La referencia al periodo de la Guerra Fr¨ªa se ha tornado, en este contexto, una de las m¨¢s recurrentes. La agresividad de la pol¨ªtica exterior de la Rusia de Putin o de una China empoderada, por un crecimiento econ¨®mico extraordinario, cuestionan el orden geopol¨ªtico estadounidense en Europa y Asia y parecen justificar la idea de un retorno a un escenario de Guerra Fr¨ªa. Se trata, sin embargo, de una referencia equivocada que, en lugar de ayudar a orientarnos, nos hace correr el riesgo de confundirnos fatalmente. El conflicto bipolar nunca fue una simple contienda de orden geopol¨ªtico entre Estados Unidos y la URSS. La contraposici¨®n entre Mosc¨² y Washington fue antes que todo el resultado de un enfrentamiento ideol¨®gico entre dos visiones de modernidad antit¨¦ticas de alcance universal, el capitalismo y el socialismo, a partir del cual se articul¨®, despu¨¦s de 1945, tambi¨¦n una competencia de naturaleza geopol¨ªtica. Por otra parte, despu¨¦s de una fase de mayor convulsi¨®n inicial, el bipolarismo otorg¨® estabilidad y una dosis importante de certidumbre al funcionamiento del sistema internacional. Aunque ese orden atraves¨® por momentos de crisis, el bipolarismo torn¨® el funcionamiento del sistema internacional previsible y razonablemente funcional.
Nada m¨¢s lejos de lo que ocurre en la actualidad. Aunque el activismo de las pol¨ªticas exteriores de Rusia y China ha producido un evidente aumento de las tensiones geopol¨ªticas internacionales, no existe en este momento ning¨²n elemento que nos permita entrever en el horizonte el surgimiento de un conflicto ideol¨®gico. Al contrario, el autoritarismo ruso tiene elementos de convergencia con la visi¨®n iliberal de la presidencia Trump y el turbo capitalismo chino parece una copia radicalizada del modelo econ¨®mico estadounidense. Adem¨¢s, el sistema internacional actual est¨¢ marcado por fuertes dosis de imprevisibilidad, donde las alianzas internacionales cambian con una rapidez impresionante y de una forma dif¨ªcil de prever. El conflicto sirio es solamente uno de los ejemplos de un escenario internacional vol¨¢til, donde los alineamientos pueden cambiar de un momento a otro.
De querer encontrar analog¨ªas con el pasado, el momento actual parecer¨ªa acercarse m¨¢s a la crisis del orden liberal europeo que se consum¨® entre el final del siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial, justamente cuando Gramsci acu?¨® su definici¨®n del concepto de crisis. Por un lado, la agresividad, el cinismo y la volatilidad de la pol¨ªtica exterior de pa¨ªses como Estados Unidos, Rusia y China recuerda la pol¨ªtica de poder¨ªo de los imperios europeos de final de siglo, preludio de la Primera Guerra Mundial. Por otro lado, la crisis que atraviesa el modelo democr¨¢tico occidental, particularmente evidente en la incapacidad de regular el s¨²per poder de la finanza global, evoca las dificultades que el liberalismo occidental encontr¨® para gobernar los complejos procesos socioecon¨®micos de los a?os 20 y 30, tan bien descrito en los textos del intelectual conservador alem¨¢n Carl Schmitt. Como en la actualidad, esas dos d¨¦cadas vieron tambi¨¦n intentos importantes para normar el sistema internacional que, sin embargo, estuvieron destinados al fracaso. De esa crisis, como sabemos, un nuevo mundo, el de la Guerra Fr¨ªa, pudo emerger solamente al precio de dos guerras mundiales, de millones de muertos y de un holocausto. Aunque la analog¨ªa con los a?os 20 y 30 es sin duda m¨¢s acertada que la que se suele hacer con el periodo de la Guerra Fr¨ªa, no estamos todav¨ªa frente a una situaci¨®n de crisis tan apremiante. Los ideales democr¨¢ticos han dado prueba, a lo largo de la historia, de fuerte resiliencia y el estado social, en su vertiente europea, ha resultado ser un elemento capaz de amortizar el estallido de graves perturbaciones sociales como las que siguieron en los a?os 30 a la crisis econ¨®mica de 1929.
Y, sin embargo, no cabe duda de que el mundo de ayer se encuentra en un estado de grave crisis. M¨¢s que pensar en la Guerra Fr¨ªa como referencia equivocada de la actualidad, tendr¨ªamos que imaginar estrategias e instrumentos que nos permitan evitar que unilateralismo, desprestigio de las instituciones democr¨¢ticas y falta de gobernanza econ¨®mica nos devuelvan al ca¨®tico escenario de final de los a?os 20, comienzo los 30.
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