Los muertos
Para eso tenemos la m¨²sica, para rescatar del infernal olvido a Eur¨ªdice, como hizo Orfeo
No creo que haya canci¨®n m¨¢s oto?al que Las hojas muertas, de Jacques Pr¨¦vert. La versi¨®n de Yves Montand ha marcado a tres generaciones. Tiene el inconveniente de que no es f¨¢cil de traducir. Les recuerdo el tema: Les feuilles mortes se ramassent ¨¤ la pelle, les souvenirs et les regrets aussi. El cantante piensa en los a?os juveniles cuando anduvieron juntos ¨¦l y su amiga. En aquel tiempo, dice, la vida era m¨¢s bella y el sol m¨¢s ardiente que hoy. Pero (y aqu¨ª entran las palabras terribles) los recuerdos y los lamentos, como las hojas muertas, se recogen con una pala y el viento del norte se los lleva a la fr¨ªa noche del olvido. Y ese es el problema, ¡°con una pala¡± rompe por completo la musicalidad del franc¨¦s. En espa?ol son cinco s¨ªlabas; en franc¨¦s son tres.
La belleza del oto?o pide exactitud. En el poema no se esclarece cu¨¢l era la relaci¨®n de quien canta y su amiga. ?Eran amantes? ?Amigos de infancia? ?Ser¨ªa un amigo? Tantas posibilidades abren un abanico grande que toca el coraz¨®n de cualquiera que haya amado alguna vez y sepa que los recuerdos y los lamentos se los lleva el fr¨ªo viento del olvido. Por eso Pr¨¦vert comienza la canci¨®n con una entrada emocionante. Lo primero que dice el cantante es: ¡°?Cu¨¢nto me gustar¨ªa que recordaras aquellos d¨ªas felices, cuando ¨¦ramos amigos!¡±. Forzar el recuerdo no es otra cosa que exigir el regreso de aquel amor desaparecido. Traerlo de nuevo a la presencia atemporal de quien conserva la memoria. No sabemos si han pasado tres, diez o cincuenta a?os. Ni siquiera sabemos si la amiga ha muerto. Solo sabemos que fueron tiempos dichosos y queremos que regresen, aunque solo sea en forma de canci¨®n. Porque para eso tenemos la m¨²sica, para rescatar del infernal olvido a Eur¨ªdice, como hizo Orfeo.
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