Chile on¨ªrico
Lo que vivimos hoy en Chile no hubiera ocurrido si no se hubiese arrasado con la educaci¨®n p¨²blica en los niveles b¨¢sico y medio
En un Chile on¨ªrico los celulares acumulan v¨ªdeos, textos e im¨¢genes. A lo largo de m¨¢s de cuatro mil kil¨®metros, en los ciento ochenta que separan la cordillera del mar, en este pa¨ªs tan improbable y, por eso mismo, tan real, es f¨¢cil detectar las fake news pues, hoy, son m¨¢s veros¨ªmiles que la verdad factual. Gente en n¨²mero desbordante deambula con carteles, gritos y cacerolas. Imposibles yuxtaposiciones de videos de militares: uno jugando con civiles a que una pelota-globo no toque el suelo y otro causando una herida transfixiante en el muslo de un civil. Hay muertos y heridos. Hay saqueos. Hay, y esto es in¨¦dito, incendios. Y hay mucha gente pac¨ªficamente marchando. Gente que se acerca y rodea a militares en las afueras de sus cuarteles como si no supieran que estos portan armas letales. Un sue?o.
Si los sue?os aspiran a satisfacer deseos inconscientes, quiz¨¢s el de este pueblo sea el de reencontrarse. Devolverle un sentido a cada vida para que converja en un destino com¨²n. Que a cada cual de nuevo le permitan, a trav¨¦s de un fondo solidario, ayudar a alguna anciana para que ella pueda recibir la atenci¨®n m¨¦dica que necesita. Sabe que eso hoy le est¨¢ prohibido. Quiz¨¢s ya no quiere m¨¢s seguir preocup¨¢ndose solo de s¨ª mismo y solo para s¨ª mismo. Quiz¨¢s tambi¨¦n quisiera que sus hijos reciban una buena educaci¨®n que no est¨¦ predefinida por el dinero que pueda pagar y que la reciban en un entorno plural, enriquecido por una diversidad de or¨ªgenes socioecon¨®micos, ideol¨®gicos, culturales.
No intentar¨¦ se?alar con certeza los determinantes causales de lo que hoy ocurre. S¨ª sugerir un factor permisivo. Como un edificio que se desploma cuando se destruye uno de sus muros estructurales, lo que vivimos hoy no hubiera ocurrido si no se hubiese arrasado con la educaci¨®n p¨²blica en los niveles b¨¢sico y medio. Y eso es lo que se ha venido haciendo por muchos a?os sin el menor remordimiento. Un documento del Ministerio de Hacienda de tiempos de Pinochet afirmaba que nada ser¨ªa m¨¢s perjudicial que tener una educaci¨®n p¨²blica, gratuita y de buena calidad. En efecto, se argumentaba, eso desincentivar¨ªa a las familias a querer pagar m¨¢s por una mejor educaci¨®n, perdi¨¦ndose ese esp¨ªritu competitivo basado en la libertad de elegir que est¨¢ a la base de todo progreso. Puedo enviar copia facsimilar de ese documento a quien me lo solicitare.
La Universidad de Chile ha jugado, desde la primera mitad del siglo XIX, un rol de torre de construcci¨®n permitiendo levantar ese y muchos otros muros estructurales para edificar esta rep¨²blica. El respeto a ese rol hist¨®rico y la tenaz defensa de ella que, en condiciones muy adversas, hizo su propia comunidad, impidi¨® que la educaci¨®n superior estatal corriera, en el per¨ªodo iniciado con la dictadura, la misma suerte que los niveles b¨¢sico y medio. Pero si no pudieron destruirla, cu¨¢nto esfuerzo hicieron por desnaturalizarla. Desde Pinochet, las universidades p¨²blicas chilenas fueron tratadas como universidades privadas sin due?o.
Quienes marchan hoy est¨¢n descontentos y frustrados. Muchos de ellos fueron enga?ados por un sistema que los empuj¨® a endeudarse para acceder al espejismo de una educaci¨®n universitaria que, en la realidad, no les proveer¨ªa ni una formaci¨®n integral que los convirtiera en reflexivos ciudadanos del mundo, ni un t¨ªtulo profesional que les garantizara empleo. Nadie se acordaba a esa altura que las universidades eran comunidades para la generaci¨®n, mantenci¨®n y transmisi¨®n del conocimiento. Muchos se entusiasmaban con este nuevo negocio consistente en incentivar a un joven a endeudarse hoy para ganar m¨¢s dinero ma?ana. No se trepid¨® en corromper el sistema de acreditaci¨®n. Se enorgullecieron de una gran ampliaci¨®n de matr¨ªcula, la que se logr¨® con cr¨¦ditos de estudio que llevar¨ªan caudales al sector privado. Hoy, un joven marchaba ante la vigilancia militar mostrando un pedazo de cart¨®n en que hab¨ªa escrito: ¡°El cr¨¦dito de estudio me tiene tan endeudado que no les conviene dispararme¡±. Perfecta s¨ªntesis econ¨®mica-militar-cultural.
Incre¨ªblemente, la institucionalidad en educaci¨®n superior impuesta por Pinochet en 1981, reci¨¦n se pondr¨¢ en discusi¨®n en 2014, al asumir Michelle Bachelet su segundo gobierno. El debate ha estado marcado por un contexto conceptual depauperado e intereses financieros desembozados. Entre las estrategias utilizadas para resistir los cambios, ha destacado la de hacer ambiguo el concepto de universidad p¨²blica, con fines tanto ideol¨®gicos como econ¨®micos.
Los fines ideol¨®gicos: negar a la Universidad Estatal sus especificidades distintivas, tales como pluralismo, laicidad, inclusi¨®n, vida interna participativa e independencia de controladores externos; adem¨¢s de su trabajo sin¨¦rgico con el resto del Estado en asumir y abordar los grandes problemas nacionales y locales. Como ejemplo insuperable de ignorancia y confusi¨®n de los roles regulador y proveedor del Estado, cuando se implement¨® la gratuidad para las familias por debajo del percentil 60, hab¨ªa acuerdo en que¡ ?la gratuidad no se aplicar¨ªa a universidades p¨²blicas que no alcanzaran un cierto nivel en la escala de acreditaci¨®n! (Tuvimos que explicar la inconsecuencia con los principios de la democracia que representar¨ªa tener universidades privadas gratuitas y universidades p¨²blicas pagadas y que la calidad de las instituciones p¨²blicas debe ser activa y permanentemente asegurada por el Estado).
Los fines econ¨®micos: en un ¨¢mbito en que lo estatal representa 16% de la matr¨ªcula de educaci¨®n superior y 25% de la universitaria, asegurarse que ¡°el Estado no tuviera un trato preferente para sus universidades¡± (sic), sino que siguiera proporcionando igual aporte a las privadas, como de hecho ocurri¨® al implementarse la gratuidad.
Las universidades p¨²blicas hemos desafiado el comando expl¨ªcito de rivalizar, y hemos ido fortaleciendo redes e instalando una ¨¦tica que reemplaza la competencia por la colaboraci¨®n y promueve un sentido de ciudadan¨ªa y cohesi¨®n social. Somos la instituci¨®n chilena mejor evaluada por el p¨²blico general. (Encuesta que considera todas las instituciones de todo tipo. El segundo lugar, lejos, es para el Metro). Somos las preferidas por los estudiantes al momento de postular, aunque la actual normativa, desoyendo el dogma de libertad de elegir, nos restringe dr¨¢sticamente cualquier aumento de matr¨ªcula.
Pareciera que en Chile estamos haciendo un camino de vuelta, que, desde luego, nunca es el mismo. Pero es bueno, en un recodo, conversar con los que podr¨ªan estar haciendo el de ida.
Quienes marchan hoy est¨¢n tambi¨¦n alegres y esperanzados. Es diferente caminar que marchar, como tambi¨¦n lo es salir de paseo que concurrir a una concentraci¨®n. Est¨¢n presentes todos los estratos socioecon¨®micos. Los chilenos ven at¨®nitos y emocionados que tambi¨¦n hay marchas en los barrios ricos. Todos entienden que se requieren cambios estructurales. Una nueva constituci¨®n. Otra forma de vida.
Suena mi celular con breve estridencia. Puede ser algo pol¨ªtico o l¨²dico. Alguna pregunta desde una mesa de trabajo en la universidad. Algo sobre un documento de an¨¢lisis. Alguna declaraci¨®n oficial del gobierno. Alguna tragedia. Alguna foto de un cartel ingenioso.
Se me viene a la cabeza Machado: tambi¨¦n la verdad se inventa. O, quiz¨¢s, se sue?a.
Ennio A. Vivaldi V. es rector de la Universidad de Chile.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.