Venezuela y el bochinche necesario
No se concibe, seg¨²n la di¨¢spora tuitera venezolana, que pueda haber otra causa para las conmociones sudamericanas distinta de la contumacia madurista en su af¨¢n de irrumpir en los asuntos de sus vecinos

Entre las reacciones que en Venezuela han causado la ristra de movilizaciones violentas o pac¨ªficas que vienen estremeciendo el continente, aparte el risible dragonear de Maduro y alguno de sus lugartenientes cuando se atribuyen, por cuenta del muy jaleado Foro de S?o Paulo, el papel de instigadores a distancia de los estallidos, est¨¢ la noci¨®n, muy compartida en las redes sociales opositoras, de que los dem¨¢s sudamericanos ¡ªlos chilenos, en particular¡ª son, si no tontos, ingenuos que no han aprendido nada de lo ocurrido en Venezuela en los ¨²ltimos 20 a?os.
Est¨¢ de moda entre la di¨¢spora tuitera venezolana, se halle en el sur de Florida o en Legan¨¦s, discurrir sobre la mar gruesa de inocultable malestar social latinoamericana despach¨¢ndola como obra de un protervo, omnipresente y todopoderoso ¡°internacionalismo bolivariano¡± teledirigido desde La Habana. No se concibe, seg¨²n este parecer, que pueda haber otras causas para las conmociones ecuatoriana y chilena distintas de la contumacia chavista-madurista en su af¨¢n de irrumpir desde hace 20 a?os en los asuntos de sus vecinos. Tan estrecha manera de ver las cosas concuerda con la provinciana arrogancia intelectual que ofusca a muchos de mis compa?eros de exilio hasta el punto de despachar todo lo que estremece al planeta ¡ªya sea la revuelta barcelonesa, las manifestaciones quite?as, guatemaltecas y santiaguinas, pac¨ªficas o no, las sangrientas chapuzas de L¨®pez Obrador, la marea verde colombiana o el triunfo kirchnerista¡ª, como un fat¨ªdico efecto de contagio del chavismo considerado como una virulenta cepa de encefalitis populista.?
Al mismo tiempo, ya se dejan ver en las grandes plataformas las primeras explicaciones expr¨¦s que, seg¨²n Nassim Taleb, siguen indefectiblemente a los cataclismos que hacen saltar paradigmas y sorprenden a los expertos con los calzones en los tobillos.
As¨ª, se invoca como plausibles causas eficientes de la sorpresiva agitaci¨®n social latinoamericana la dupla ¡°pobreza y desigualdad¡±, se oye hablar con mucho juicio sobre corrupci¨®n, d¨¦ficit de inversi¨®n social e ineptitud gubernamental. Tambi¨¦n del anhelo mayoritario de ver ampliarse los usos democr¨¢ticos y la urgencia en alcanzar pactos pol¨ªticos m¨¢s inclusivos.
Todos estos elementos han estado, por cierto, muy presentes en el programa de las luchas venezolanas contra la tiran¨ªa chavista. Venezuela ha sido, en nuestra regi¨®n, la naci¨®n decana de las movilizaciones multitudinarias y pac¨ªficas criminalmente reprimidas desde el poder. Que no se haya querido verlas as¨ª ya es otra cosa.
La violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos no puede ponerse ya en duda desde que la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, public¨® su bien averiguado e incontrovertible informe. En Venezuela act¨²an comandos homicidas cuya ¨²nica funci¨®n ha sido sofocar la protesta popular literalmente ametrallando en las barriadas a millares de seres humanos a quienes la jerga al uso llama ¡°excluidos¡± y ¡°vulnerables¡±.
Sin embargo, y como ya sabemos, para la biempensante izquierda reaccionaria ¡ªla atinada expresi¨®n es de V¨¢zquez Rial¡ª, los millones de fam¨¦licos desplazados venezolanos que han huido del hambre, la ineptitud y el terrorismo de Estado y que hoy buscan refugio en una convulsa Sudam¨¦rica parecieran ser exc¨¦ntricos oligarcas aducidos por el dogma neoliberal.
No creo, por otra parte, que cuadre hablar de una primavera latinoamericana ¡ªtal es el sentido que muchos comentaristas extranjeros parecen darle al complejo devenir latinoamericano en esta hora¡ª, sino de algo que en mi cabeza veo como el bochinche necesario en un continente que sigue siendo para las mayor¨ªas, y dig¨¢moslo a¨²n con Ciro Alegr¨ªa, ancho y ajeno. Solo espero que la dirigencia opositora de mi pa¨ªs sepa extraer las conclusiones adecuadas.
Para hablar solamente de Colombia, la representaci¨®n pol¨ªtica del Gobierno de Juan Guaid¨® en Bogot¨¢ har¨ªa bien en tomar al fin nota de la indetenible bajamar del uribismo ¡ªcasi su ¨²nico interlocutor local hasta ahora¡ª, y atender al ascenso de las renovadoras formaciones de centro izquierda y centro derecha que de ahora en adelante habr¨¢n de jugar un papel de creciente peso en la pol¨ªtica de nuestro hermano pa¨ªs.
Con el apoyo de Trump o sin ¨¦l, ya deber¨ªa estar claro para la coalici¨®n Guaid¨® que la dictadura en Venezuela va para largo y el bochinche en el vecindario tambi¨¦n.
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