La naci¨®n impuesta
En Catalu?a tropezamos con una religi¨®n pol¨ªtica de la que se deriva el deber sagrado de la lucha por la patria
La imagen de una Catalu?a enfrentada a Espa?a ha presidido los pasados acontecimientos. En discursos, movilizaciones y s¨ªmbolos. Nada nuevo. Estuvo en el debate estatutario antes del som una naci¨®! y creci¨® durante el proc¨¦s, hasta cuestiones secundarias, como la reciente insensibilidad independentista ante el accidente mortal de un aviador espa?ol, similar a la de abertzales homenajeando a verdugos de ETA. Los muertos son de ellos, dijo un profeta.
Otros art¨ªculos del autor
No existe norma alguna que proh¨ªba la exhibici¨®n de emblemas de un partido constitucional en tierra vasca, del mismo modo que era tan alegal poner como quitar lazos amarillos, y sin embargo m¨¢s val¨ªa no lucir un pin del PP o Ciudadanos en un bar rural guipuzcoano y si alguien arrancaba lazos en Catalu?a, pod¨ªa ver rota su nariz. As¨ª como nadie proh¨ªbe tampoco comerse un bocadillo de jam¨®n por la calle de un pa¨ªs musulm¨¢n durante el Ramad¨¢n, pero resulta poco aconsejable.
Lo que une a las experiencias rese?adas es el funcionamiento de sociedades cerradas ante cualquier tipo de proposici¨®n alternativa a la que definen los autodeclarados ortodoxos. Son el resultado de procesos donde una minor¨ªa impone una fe nacional de obligado cumplimiento, expresi¨®n pol¨ªtica de un totalitarismo horizontal, adecuaci¨®n de los ya impresentables totalitarismos anteriores a 1945.
Como punto de partida figura una sociedad supuestamente partida en dos, entre el bien y el mal, que se intenta homogeneizar desde una visi¨®n maniquea. Los ejemplos sobran desde la Revoluci¨®n china: revolucionarios contra gusanos en Cuba, islamizaci¨®n forzosa por el integrismo, "bolivarismo".
Tanto para los abertzales de viejo cu?o, como para los indepes, la divisoria se sit¨²a en la pureza. La sociedad se divide entre quienes la detentan y los impuros. Los puros est¨¢n legitimados para el ejercicio del poder y la violencia, al consistir su misi¨®n en imponer el proyecto patri¨®tico. Es lo que defini¨® Sabino Arana, m¨¢s tarde aplicado por ETA, y lo que hoy avala Torra. De ah¨ª la exigencia de excluir del espacio p¨²blico a los extra?os de raza ¡ª"espa?oles"¡ª e ideas.
El tradicional miedo a hablar de pol¨ªtica en p¨²blico era su expresi¨®n lograda en el Pa¨ªs Vasco bajo ETA. La v¨ªa catalana ha llegado al mismo punto
La ausencia de terror en el independentismo catal¨¢n pareci¨® marcar otro camino, aun cuando la distinci¨®n entre "pueblo catal¨¢n" y Estado espa?ol, en clave de pureza, siguiera siendo capital. Con su deje xen¨®fobo encubierto: comparemos el porcentaje de apellidos catalanes en la sociedad con quienes ocupan los ¨®rganos representativos y de gobierno. Pureza ¨¦tnica es poder.
La materializaci¨®n de ese poder desde la minor¨ªa independentista fue alcanzada mediante el control de la comunicaci¨®n social. El tradicional miedo a hablar de pol¨ªtica en p¨²blico era su expresi¨®n lograda en el Pa¨ªs Vasco bajo ETA. La v¨ªa catalana ha llegado al mismo punto. El monopolio de la comunicaci¨®n funcion¨® a la perfecci¨®n sobre tres ejes: discurso de la Generalitat, sus medios audiovisuales y radiof¨®nicos y difusi¨®n apremiante de los mensajes desde el n¨²cleo de militantes activos al conjunto de la sociedad. El otro fue marginado.
Hab¨ªa que llenar la vasija de ese control, para forzar el consenso; de ah¨ª la sacralizaci¨®n de la propia ideolog¨ªa. Tanto en la Vasconia de Ibarretxe y ETA, como ahora en Catalu?a, tropezamos con sendas religiones pol¨ªticas, de las cuales se deriva el deber sagrado de la lucha por la patria. A modo de fundamento interviene una argumentaci¨®n seudocient¨ªfica de car¨¢cter hist¨®rico-jur¨ªdico, que hoy desemboca en democracia contra Constituci¨®n. Todo envuelto en un principio convertido en mantra de la democracia: la autodeterminaci¨®n (l¨¦ase llegar por cualquier medio a la independencia).
Ese cors¨¦ produce un lenguaje identitario, sin matices, una lengua de palo. No para explicar, sino para mantener cohesionada la propia comunidad y cercar al oponente, hasta su exclusi¨®n definitiva. Algo que amparado por la zafiedad y el cinismo de Torra consigue el pressing independentista por todo el campo, y que ha culminado en la explosi¨®n de violencia dirigida de la ¨²ltima semana. Los dogmas y mitos de la doctrina sofocan toda reflexi¨®n individual. ?nicamente queda asumir la pasividad. No se puede ignorar a la mitad de los catalanes, advert¨ªa Tard¨¢, pero s¨ª al parecer excluir de la catalanidad a quienes disienten de la independencia como objetivo pol¨ªtico. Del s¨ªndic Rib¨®, en lamentable repliegue desde su antiguo progresismo, al sesudo Junqueras, nadie protest¨® ni protesta contra esa exclusi¨®n, convirti¨¦ndolos en ciudadanos pasivos.
Las experiencias totalitarias del novecientos muestran que al entrar en fase conflictiva, la negaci¨®n del otro, como est¨¢ sucediendo ahora en Catalu?a, constituye la base psicol¨®gico-social de la tragedia. La movilizaci¨®n no violenta, tipo Gene Sharp, se convierte en plataforma y m¨¢scara de violencia e intimidaci¨®n, dentro de una combinaci¨®n siniestra, pero eficaz, entre el incendio provocado por los CDR y el supuesto pacifismo de los independentistas. Una noche toca fuego, la siguiente lucecitas de paz. Todo bien orquestado para forzar el di¨¢logo, la rendici¨®n. Alardear de democracia es entonces profanaci¨®n. El Estado es siempre el enemigo. La intoxicaci¨®n por la imagen funciona ante Europa. Ah¨ª estamos.
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Declaraci¨®n Unilateral Independencia
- Opini¨®n
- Sentencia Proc¨¦s
- Ley Refer¨¦ndum Catalu?a
- Independentismo
- Disturbios
- Legislaci¨®n auton¨®mica
- Refer¨¦ndum 1 de Octubre
- Catalu?a
- Autodeterminaci¨®n
- Sentencias
- Generalitat Catalu?a
- Refer¨¦ndum
- Gobierno auton¨®mico
- Elecciones
- Conflictos pol¨ªticos
- Comunidades aut¨®nomas
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Espa?a
- Proceso judicial
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Legislaci¨®n
- Proc¨¦s Independentista Catal¨¢n