Me gustas mazo
De entre todos los cortejos electorales de los ¨²ltimos tiempos merece pasar a la historia la mutaci¨®n de Pablo Casado
Facebook y la mayor¨ªa de redes sociales nacieron con una vocaci¨®n modesta: ligar. Era cuesti¨®n de tiempo que las contiendas electorales se dirimieran en ese espacio virtual. Porque pedir el voto tiene demasiados puntos en com¨²n con invitar a salir. De hecho, las campa?as electorales se parecen al periodo de seducci¨®n, en el que quien es objeto del afecto se siente escuchado, atendido, mimado e incluso reafirmado en su autoestima. Oyes eso de me gustas mazo, y te ves irresistible, joven y guapo. Luego ya vendr¨¢ la siguiente etapa, caracterizada por dos preguntas ret¨®ricas: ?Y qu¨¦ es lo que quieres ahora? y ?no ves que estoy ocupado? A esos dos estados de suspensi¨®n de la caranto?a los llamamos en la vida p¨²blica acci¨®n de gobierno y en las relaciones ¨ªntimas, vida en pareja. Pero vamos a tranquilizar la conciencia de todas las v¨ªctimas del talento sobrevalorado de los genios de Silicon Valley. Ya nos ment¨ªan antes de que tuvi¨¦ramos tel¨¦fono m¨®vil. No nos roben los recuerdos, por ah¨ª no pasamos. Porque aceptemos que nos est¨¢n robando el presente, un tiempo en el que han conseguido inocular el ansia y la sensaci¨®n de inexistencia, pero si nos dejamos robar el pasado no nos quedar¨¢ nada de raz¨®n.
De entre todos los cortejos electorales de los ¨²ltimos tiempos merece pasar a la historia la mutaci¨®n de Pablo Casado. En abril, se present¨® a las elecciones hecho una fiera, llamando fel¨®n a su rival y concediendo vida propia al sector m¨¢s extremo derecha de su partido, que termin¨® por sentirse tan s¨®lido que se fug¨® a una organizaci¨®n propia. Un mes despu¨¦s, logr¨® los peores resultados de muchas comarcas, pero consigui¨® gobernar comunidades potent¨ªsimas como Madrid ¡ªya lo hac¨ªa en Andaluc¨ªa¡ª tras blanquear esas opciones ultras y conceder el cogobierno a su partido rival, Ciudadanos. Entonces comenz¨® la mutaci¨®n. Se dej¨® barba para distinguirse de Albert Rivera, pero tuvo la suerte de que Rivera optara por distinguirse solo, se tir¨® al monte y a¨²n le est¨¢n buscando los centristas de buena fe. Casado se rindi¨® al talento de Rajoy, algo que hab¨ªa negado en su peripecia de rearme en las primarias del partido. Tambi¨¦n se quit¨® de encima los fichajes m¨¢s grotescos de sus listas. Y lo m¨¢s asombroso, devolvi¨® al ba¨²l del silencio a Aznar y Esperanza Aguirre, y tir¨® la llave al fondo del mar Menor. Pobres peces.
Cuando le preguntan ahora en las entrevistas por aquel Pablo Casado de hace seis meses dice que no lo reconoce, que no era ¨¦l, que estaba enfadado. Ha aprendido de sus mayores a delegar las malas palabras en sus colaboradores agresivos. Pero en septiembre Facebook y Twitter le anularon 359 cuentas falsas que sembraban perfiles inventados para soliviantar los ¨¢nimos. Cuentas de patriotas, josemaris, espa?oles puros, socialistas traicionados y podemitas arrepentidos. La pamema se ha prolongado en estas elecciones con invocaciones a la abstenci¨®n promovidas por perfiles de progresistas desmotivados. En el PP saben que existe un votante de izquierdas que exhibe un orgullo algo rid¨ªculo y posee el prurito de pensar que su voto es mejor que el de los dem¨¢s o que vale doble. Quien se cree los elogios evidencia su fragilidad. Que se lo digan a todos los que sucumbieron al o¨ªr aquello de t¨² siempre ser¨¢s alguien muy especial para m¨ª y ahora ya nadie les viene a recoger cuando llegan al aeropuerto. Ay, qu¨¦ chiquillos.
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