Facebook y la democracia
Regular la informaci¨®n pol¨ªtica en las redes sociales no es f¨¢cil, pero no podemos mirar para otra parte
La pasada semana, supimos de la existencia de una campa?a en Facebook montada de forma opaca por personas vinculadas al Partido Popular y destinada a provocar que los votantes de izquierda no acudan el pr¨®ximo domingo a las urnas. Varios millones de usuarios de la red social estuvieron expuestos a esta publicidad pol¨ªtica sin que supieran qui¨¦n estaba de verdad detr¨¢s de esta iniciativa. El PP atribuy¨® los miles de euros invertidos a la iniciativa individual de las personas implicadas, mientras Facebook se defendi¨® diciendo que ellos no juzgan el contenido de los anuncios de su plataforma.
Es un terreno muy pantanoso. Como reconoci¨® el CEO de Facebook en la C¨¢mara de Representantes americana hace unas semanas, la red social no puede garantizar que la publicidad de la plataforma incluya informaci¨®n pol¨ªtica falsa. De acuerdo con Zuckerberg, el filtrado de calidad de la informaci¨®n no lo ha de ejercer la empresa, sino la libre confrontaci¨®n de ideas en democracia. Es un argumento problem¨¢tico.
Primero, porque Facebook permite segmentar los anuncios a grupos de usuarios, lo que reduce la capacidad del supuestamente abierto y libre debate democr¨¢tico de contrarrestar la informaci¨®n enga?osa. Si ma?ana decido gastar mis ahorros en mandar anuncios a los pensionistas residentes en las zonas rurales de Castilla advirti¨¦ndoles de un (falso) cambio en el sistema de votaci¨®n en el Senado, ?qu¨¦ garant¨ªas tenemos de que esa gente tendr¨¢ acceso a informaci¨®n que desmienta mi publicidad y que desactive sus previsibles consecuencias electorales? En segundo lugar, el modelo de negocio de Facebook descansa en tenernos enganchados permanentemente a la Red. Es por ello natural que privilegie la difusi¨®n de noticias sorprendentes y llamativas, aunque incluyan mentiras y bulos (o precisamente por ello). Dif¨ªcil que la confrontaci¨®n serena de ideas prospere en ese contexto. Por ¨²ltimo, Facebook act¨²a como un monopolio. Si no nos gusta, no podemos irnos a la competencia. No existe.
Regular la informaci¨®n pol¨ªtica en las redes sociales no es f¨¢cil, pero no podemos mirar hacia otra parte. Mientras mantenemos regulaciones absurdas como la de que solo la gente con recursos tenga acceso a encuestas en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a, no puede ser que deleguemos a una empresa privada y monopol¨ªstica la capacidad de decidir sobre aspectos mucho m¨¢s centrales para el funcionamiento de nuestras democracias.
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