Tranquilo

Yo no soy como pienso. De hecho, pienso todo el rato cosas horribles, tan horribles que ni siquiera me atrevo a enumerarlas. Pero luego, en la realidad extramental, soy un tipo d¨®cil, contemporizador, dispuesto a darle la raz¨®n a todo el mundo, no por cortes¨ªa, sino porque todo el mundo la tiene. Incluso cuando dicen disparates, llevan un poco de raz¨®n si piensas en lo que han sido sus vidas, de modo que asiento con la cabeza mientras imagino la forma de matarlos. Ese tipo que se encuentra en el extremo de la barra, consumiendo lentamente una cerveza, ?estar¨¢ d¨¢ndole vueltas tambi¨¦n al modo de acabar con alguien?

Me ha sentado algo mal, tengo el est¨®mago revuelto. Intento, pese a ello, poner en marcha pensamientos misericordiosos. Ayer por la noche, en la tele, sali¨® un anuncio seg¨²n el cual, si enviabas un mensaje con la palabra ¡°HAMBRE¡± a determinado n¨²mero, dabas de comer durante varios d¨ªas a un ni?o de alg¨²n lugar de ?frica. Me qued¨¦ con el n¨²mero, de modo que saco el m¨®vil del bolsillo y ejecuto esa buena acci¨®n. Hago muy buenas acciones al cabo del d¨ªa para contrarrestar los pensamientos horribles. Para disimular que soy un mis¨¢ntropo.

Cuando escuch¨¦ por primera vez esta palabra, mis¨¢ntropo, y me enter¨¦ de su significado, pens¨¦ que eso era lo que me ocurr¨ªa a m¨ª, que odiaba a la humanidad, lo que significaba que me odiaba a m¨ª mismo. Tengo muy mal concepto de m¨ª mismo. Tal vez me comporto de forma amable con la gente para disimular la basura que llevo dentro. Me duele esa basura y me duele la humanidad, as¨ª que pongo otro mensaje con la palabra ¡°HAMBRE¡± al n¨²mero consabido y parece que me quedo m¨¢s tranquilo. El tipo del extremo de la barra acaba de sacar su m¨®vil, quiz¨¢ para lo mismo que yo.