Germania: as¨ª era la lun¨¢tica capital imperial nazi que salv¨® al arquitecto de Hitler de la horca por el Holocausto
El proyecto nazi se libr¨® de caer en el rid¨ªculo gracias a los alucinantes edificios que ide¨® Hitler y dibuj¨® Speer
P: ?Fue usted un entusiasta nazi, art¨ªsticamente hablando?
R: Hum... Eh... S¨ª.
Los franceses tienen un dicho: ¡°Comprender es perdonar¡±; pero en el caso de Adolf Hitler era m¨¢s bien ¡°comprender es condenar¡±.
Aunque, como apunt¨® el novelista Thomas Mann, es in¨²til negar (y necesario explicar) que las ambiciones sat¨¢nicas de Hitler, sus odiosos asesinatos, sus crueles esclavizaciones y sus cultos a la muerte, fueron facilitados en gran medida por el arte. Sin los uniformes alucinantes, los edificios asombrosos y las impresionantes m¨¢quinas, el proyecto nazi habr¨ªa parecido rid¨ªculo, as¨ª como malvado. La gente mala puede hacer cosas buenas, como descubri¨® Albert Speer.
Speer naci¨® en 1905 y trabaj¨® como asistente de Heinrich Tessenow, un arquitecto cuyo estilo y filosof¨ªa tend¨ªan un puente entre el clasicismo tradicional y el funcionalismo moderno. Speer se convirti¨® en cuanto escuch¨® a Hitler pronunciar un discurso en 1931. Si no necesariamente a la guerra total y al genocidio, s¨ª a la grandilocuencia, a los gestos altisonantes y a la creencia de que ¨¦l podr¨ªa ser el padre del nuevo Germanisches Techtonik (edificio alem¨¢n). En 1934, pas¨® a ser el l¨ªder de la Schonheit der Arbeit Office (la oficina de la belleza del trabajo).
Speer no era un mat¨®n nazi ignorante, sino un oficial de clase, un caballero (aunque de dudosos principios). Como arquitecto de Hitler, Speer recibi¨® el encargo de crear Germania, una reinvenci¨®n de Berl¨ªn concebida por un loco, e inspirada en Babilonia y Roma. Fue pensada como un centro simb¨®lico y pr¨¢ctico del nuevo imperio alem¨¢n global. Y el trabajo de Speer era realizar el Gesamtbauplan fur die Reichshauptstadt (el Plan Total para la Capital Imperial).
La modestia no ten¨ªa cabida en su concepci¨®n. Deb¨ªa haber un Prachtallee (paseo de los esplendores) de cinco kil¨®metros que recorriera la ciudad de Norte a Sur. Tanto las avenidas ceremoniales como las pragm¨¢ticas autopistas fueron fundamentales en la visi¨®n que Hitler ten¨ªa de la dominaci¨®n mundial en 1950. Hab¨ªa, por ejemplo, un plan de una ciudad llamada Nordstern (Estrella Polar) cerca de Trondheim, en Noruega, que se conectar¨ªa con Klagenfurt, en Austria, por una nueva carretera de 2.452 kil¨®metros de largo.
La superioridad alemana en granito sueco
La Reichshauptstadt (capital imperial) deb¨ªa tener un Arco del Triunfo inspirado en el de Par¨ªs, pero mucho mayor, pues en opini¨®n de Hitler, Napole¨®n no era m¨¢s que un enano. La Canciller¨ªa de Speer doblaba en tama?o a la Galer¨ªa de los Espejos de Versalles, para reflejar un ego el doble de grande que el del Rey Sol. Ir¨®nicamente, la expresi¨®n de la superioridad alemana de Germania deb¨ªa construirse con granito sueco importado.
Al final, poco de Germania se llev¨® a t¨¦rmino, aunque Speer lleg¨® a presentar una calzada que iba de Este a Oeste (lo que fue posible gracias a un cruel y ambicioso programa de demolici¨®n), justo a tiempo para el 50 cumplea?os del F¨¹hrer en 1939. Para 1943, la guerra acaparaba todos los esfuerzos y se detuvo el desarrollo. Y cuando el Ej¨¦rcito Rojo invadi¨® Berl¨ªn, se opusieron ¡ªde forma comprensible¡ª a la Canciller¨ªa de Speer y la destruyeron.
Es justo decir que Hitler, un artista y arquitecto frustrado de talento modesto, vio en estas disciplinas una forma convincente de articular su demente visi¨®n. Parece que sus primeras inspiraciones fueron las producciones de Wagner que vio de adolescente. Desde ese momento, Hitler qued¨® hipnotizado por los espect¨¢culos de luz y fuego. Con estos artefactos teatrales, como Fafner en Parsifal, Hitler se transform¨®, de un peque?o gusano desagradable, en un monstruo aterrador.
Aunque no se puede negar el compromiso del F¨¹hrer con la arquitectura. La Biblioteca del Congreso de Washington guarda m¨¢s de 3.000 documentos sobre arquitectura de su librer¨ªa privada, incluyendo el Gesamtplan para Germania. Este Plan Total, claro, hace referencia a la idea de Wagner de convertir la ¨®pera en una Gesamtkunstwerk (obra de arte total). Y las fotograf¨ªas muestran un Hitler verdaderamente absorto en discusiones sobre modelos arquitect¨®nicos.
Hay testigos de su entusiasta participaci¨®n en presentaciones de dise?o, haciendo intervenciones decisivas con sus propios bocetos. Se dec¨ªa que pod¨ªa retener en su cabeza los detalles de hasta 15 proyectos arquitect¨®nicos diferentes a la vez. Un compa?ero en un viaje en tren de M¨²nich a Berl¨ªn coincidi¨® con el F¨¹hrer que iba charlando sobre la Puerta del Le¨®n en Micenas, la Puerta de Ishtar en Babilonia, el Propileo de la Acr¨®polis de Atenas y la Puerta Roma, el arco triunfal de Federico II, en Capua.
Pero, ?qu¨¦ hizo realmente el arquitecto de Hitler?
El trabajo de Speer era satisfacer a su ves¨¢nico empleador. Aparte de la gran fantas¨ªa de Germania, Speer levant¨® una teatral Catedral de Luz, primero en Tempelhof, luego en Nuremberg. Para esto, requiri¨® pr¨¢cticamente todas las existencias de reflectores del Luftwaffe (el Ej¨¦rcito del aire alem¨¢n) y coloc¨® 130 de ellos espaciados a intervalos de 12 metros, disparando vigas verticales a m¨¢s de 7.600 metros de altitud. ¡°El efecto est¨¦tico¡±, anot¨® Speer, ¡°superaba todo lo que yo hab¨ªa imaginado¡±.
Como arquitecto, Speer se bas¨® en una f¨®rmula de columnatas cl¨¢sicas (despojadas de detalles arqueol¨®gicos), cornisas enf¨¢ticas y p¨®rticos, inspiradas en Schinkel, pero con un tope de 11. Su mayor edificio fue el pabell¨®n alem¨¢n para la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs de 1937. Como el pabell¨®n sovi¨¦tico de B. M. Iofan, era de un neoclasicismo lumpen. Seg¨²n apunt¨® Hellmut Lehmann-Haupt en Art Under a Dictatorship (¡°el arte en las dictaduras¡±), los reg¨ªmenes autoritarios tienden a hacer r¨¦plicas de mano dura de la arquitectura de la Atenas democr¨¢tica de Pericles.
Pero Speer muy probablemente exager¨® su papel como dise?ador interno de Hitler. El propio F¨¹hrer era a menudo el padre de los conceptos arquitect¨®nicos, as¨ª como quien eleg¨ªa los materiales y, por supuesto, aportaba la financiaci¨®n. De alg¨²n modo, Speer era el equivalente al Dr. Porsche, otro contratista que tan voluntariosamente cumpli¨® los deseos del F¨¹hrer. Uno ide¨® una ciudad lun¨¢tica, el otro cre¨® el Volkswagen, que naci¨® como el Kraft durch Freude-wagen (el coche de la fuerza a trav¨¦s del disfrute).
El aeropuerto Tempelhof de Berl¨ªn fue dise?ado por Ernst Sagebiel, no por Speer, y el Estadio Ol¨ªmpico (que pod¨ªa acomodar a 74.228 personas) fue obra de Werner Julius March, mientras el edificio nazi definitivo, el Hygienemuseum (museo de la higiene) de Dresden, fue dise?ado por Wilhelm Kreis.
Las verdaderas ruinas de Speer
Ruinenwerttheorie (la teor¨ªa de la ruina) fue la idea del culto a la muerte por la que los edificios deb¨ªan decaer con belleza. Aunque ¨¦l no utiliz¨® el t¨¦rmino hasta 1969, es un concepto fundamental en el m¨®rbido punto de vista de Speer sobre los edificios. Ir¨®nicamente, Germania nunca fue una ruina porque nunca existi¨®.
En los Juicios de N¨¹remberg, Speer persuadi¨® al tribunal con ¨¦xito de que, aunque ¨¦l era uno de los colaboradores m¨¢s habituales de Hitler, no sab¨ªa nada del Holocausto. Como resultado, consigui¨® que no lo ahorcaran y fue enviado en su lugar a la prisi¨®n de Spandau hasta 1966. Aqu¨ª, mantuvo un proyecto tan imaginario, y quiz¨¢ tan demente, como la propia Germania: utilizando mapas y gu¨ªas de viaje enviadas por benefactores, Speer caminaba por el patio de la prisi¨®n, tomando notas, como si estuviera recorriendo el mundo.
En 1955, la escritora brit¨¢nica-h¨²ngara Gitta Sereny public¨® una monumental semblanza de Speer, que lo descubr¨ªa como un embaucador y un mentiroso que siempre supo del asesinato de los jud¨ªos.
Germania nunca fue construida, pero la ciudad que m¨¢s sufri¨® la Blitzkrieg (la guerra rel¨¢mpago) del F¨¹hrer fue la ¨²ltima ciudad que vio Speer. Cuando muri¨® en 1981, Speer se alojaba en el Claridge¡¯s de Londres, la fantas¨ªa Art Dec¨® preferida de los roqueros y las estrellas de Hollywood.
(*) Stephen Bayley, consultor, reconocido escritor y cr¨ªtico cultural especializado desde hace m¨¢s de 30 a?os en dise?o y arquitectura, ha sido comisario de arte y profesor de Historia del arte en la Universidad de Kent. Fue el creador, junto con Terence Conrad del Boilerhouse Project, en el Victoria and Albert Museum, que fue el germen del actual Museo del Dise?o de Londres. Ha publicado 15 libros sobre est¨¦tica, dise?o, sexo y arquitectura (no necesariamente en ese orden).
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