S¨ª, pero, pero, pero

La extrema rapidez de las dos principales izquierdas en alcanzar un acuerdo de principio merece un respaldo inicial. Porque indica que ambas han sabido leer un claro mensaje de las urnas: el desaliento, la desafecci¨®n y el desconcierto porque no hubieran pactado antes.

Parece como que PSOE y Unidas Podemos reconozcan los da?os colaterales de su anterior di¨¢logo est¨¦ril. Claro que la brutal emergencia de la ultraderecha no se debe a eso, sino a los altercados de parte del secesionismo catal¨¢n y a la complacencia del a¨²n president con los des¨®rdenes.

Pero no se habr¨ªa plasmado si hubiese habido Gobierno desde el verano: no habr¨ªa mediado otra convocatoria electoral.

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El reconocimiento de los errores compartidos es, en todo caso, pacato, impl¨ªcito, ni siquiera perifr¨¢stico. Conviene que cuando sus protagonistas aparezcan en p¨²blico sean tan severos consigo mismos como agresivo el castigo psicol¨®gico que infligieron a sus seguidores: y a otros muchos. Por lavar las heridas.

Un acuerdo inicial est¨¢ pues bien, pero requiere m¨¢s arrojo, valent¨ªa y capacidad de encaje al presentarlo. Y tambi¨¦n m¨¢s humildad y habilidad en su gesti¨®n.

Porque este pacto queda a¨²n muy corto para garantizar una investidura. Si el escenario espa?ol se aproxima hoy ¡ªm¨¢s desde el domingo¡ª al del multipartidismo italiano que nuestros constituyentes quisieron sortear, habr¨¢ que aplicar el genio italiano en la fragua de pactos m¨¢s amplios.

La escuder¨ªa de izquierdas suma menos esca?os que antes. Por eso es a¨²n m¨¢s necesario el concurso ¡ªy con peso espec¨ªfico tangible¡ª de sectores centristas en la alianza en ciernes: como los que representa el Partido Nacionalista Vasco (PNV), por s¨ª o a trav¨¦s de personalidades independientes.

Y no solo por centrista: tambi¨¦n para primar al nacionalismo constructivo (mensaje al destructivo) y explicar (a las derechas) que en Espa?a convive una pluralidad nacional y que la Constituci¨®n no solo no la proh¨ªbe, sino que la recoge y, aunque parcialmente, la solemniza.

Un pacto inicial est¨¢ bien: pero la r¨¢cana brevedad de su carta de navegaci¨®n exige que el programa final de actuaciones sea tan detallado y cuantificado como son los acuerdos a la alemana. Para que sepamos a qu¨¦ atenernos, tras tanta sequ¨ªa.

As¨ª que el esbozo de pacto apunta maneras. Mejor: manera, en singular. La manera es haber intentado comprender algunas de las aspiraciones de los votantes: pacto; y gasto social, pero bajo ¡°control¡±.

Hay m¨¢s modos pendientes. Por ejemplo: dejar de parlotear de los constitucionalistas como un bloque, cuando algunos de quienes se aferran a ese t¨ªtulo reniegan de la Constituci¨®n al propugnar 155 eternos, o callan ante la propuesta de ilegalizar al PNV, como hizo Franco.

Y basta de referirse a los indepes como un bloque, pues, de forma acentuada por la presencia de la CUP en el Congreso, los hay de distintas orientaciones, y alguno (Esquerra) es incluso susceptible de evolucionar hacia el ¨¢mbito constitucional.

El mapa ha cambiado. ?Y sus actores?