Evo Morales, el hombre que no supo irse
El objetivo del mandatario en los ¨²ltimos a?os ha sido permanecer en el poder a cualquier precio. El sesgo autoritario era creciente
Evo Morales no se merec¨ªa este final; Bolivia, tampoco tras casi tres lustros de estabilidad. Las palabras nunca son inocentes, ?qu¨¦ ha pasado: golpe de Estado o palaciego, revoluci¨®n o una contrarrevoluci¨®n conservadora, o todo a la vez? Los hechos y el contexto, que es el material con el que trabajan los periodistas, ayudan a poner sordina a los esl¨®ganes.
Morales ha sido uno de los mejores presidentes de Bolivia, alabado incluso en sus primeros a?os por The Wall Street Journal, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Tiene las cifras a su favor: en sus 13 a?os de mandato, el PIB creci¨® a un ritmo medio anual del 4,9% y la pobreza se redujo a la mitad. Ha sido mejor gestor que tres de sus aliados regionales: Ch¨¢vez-Maduro, en Venezuela; Rafael Correa, en Ecuador, y Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, en Argentina. Solo le puede discutir el trono de la eficacia el brasile?o Lula da Silva y los uruguayos del Frente Amplio.
Los problemas del primer presidente ind¨ªgena del pa¨ªs, como el 60% de sus compatriotas, han sido pol¨ªticos. Su refundaci¨®n del Estado dej¨® fuera de juego a una minor¨ªa blanca y urbana que ha detentado el poder hasta que lleg¨® Morales aupado por su movimiento campesino. No logr¨® atraer a las clases medias urbanas ni generar dirigentes que pudieran sustituirle m¨¢s all¨¢ del vicepresidente ?lvaro Garc¨ªa Linera. El objetivo de Morales en los ¨²ltimos a?os ha sido permanecer en el poder a cualquier precio. El sesgo autoritario era creciente.
Retorci¨® en 2013 la interpretaci¨®n del art¨ªculo 87 de su Constituci¨®n, aprobada en 2009, para que no contabilizara su primer mandato, y disponer de otros dos (el l¨ªmite m¨¢ximo); despu¨¦s quiso forzar en 2016 un cuarto con un refer¨¦ndum confiando en su alta popularidad, pero hubo sorpresa: perdi¨® por 51,3% frente a 48,7%. Adujo interferencias extranjeras para deso¨ªr su resultado. Ah¨ª empez¨® su ca¨ªda avivada por una econom¨ªa que empieza a dar s¨ªntomas de agotamiento. La oposici¨®n oli¨® debilidad y se lanz¨® a la conquista del poder. Quiso evitar una segunda vuelta en las elecciones presidenciales del 20 de octubre, por temor a perderlas en una segunda. La OEA certific¨® las irregularidades y el presidente se vio obligado a convocar la repetici¨®n de las elecciones, pero ya era tarde. Se levant¨® contra ¨¦l Santa Cruz y la Polic¨ªa en varios departamentos. Hubo saqueos de casas de ministros. Para evitar un ba?o de sangre, Morales renunci¨® tras una sugerencia de los militares.
En esta crisis ha surgido un nuevo liderazgo, ajeno al tradicional, encabezado por Fernando Camacho, que se mueve con la biblia en una mano y la pistola en la otra. Aunque Bolivia vira a la derecha, el final a¨²n no est¨¢ escrito. Mientras discutimos si ha sido un golpe o una rebeli¨®n, Donald Trump ha dado el visto bueno a los cambios. Los hidrocarburos de Bolivia han pasado a ser el premio gordo. Las reglas democr¨¢ticas del juego pueden esperar.
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