El rearme liberal
Si se quiere volver a competir, los votantes deben saber el producto que est¨¢n comprando
Nadie antes que Rivera hab¨ªa conseguido construir una plataforma liberal con aspiraciones de victoria en la historia reciente en Espa?a. El resultado electoral y su marcha dejan un enorme vac¨ªo y una honda sensaci¨®n de desasosiego. Ahora es necesario abrir un periodo de reflexi¨®n abierto, respetuoso y tranquilo. Lo m¨¢s f¨¢cil es la elecci¨®n del l¨ªder: Ciudadanos tiene a una candidata con los mimbres necesarios para aspirar a todo en Espa?a. Sin embargo, no es suficiente con cambiar al l¨ªder. Ciudadanos necesita tambi¨¦n un rearme pol¨ªtico e intelectual. Si se quiere volver a competir, los votantes deben saber el producto que est¨¢n comprando. Seguro habr¨¢ muchas m¨¢s visiones de lo que debe ser Ciudadanos en el futuro. Aqu¨ª va la m¨ªa.
Lo primero es recuperar el pragmatismo. Los liberales tienen una gran debilidad que es al mismo tiempo su principal fortaleza. Su situaci¨®n en el centro del tablero les hace fr¨¢giles, puesto que sus votantes son inevitablemente m¨¢s infieles. Pero la centralidad tambi¨¦n les da un enorme poder: la capacidad de sumar mayor¨ªas a ambos lados del tablero. Vetar la posibilidad de sumar mayor¨ªas a un lado del tablero supone quedar condenado a la irrelevancia en una batalla de bloques. Pero tambi¨¦n, y sobre todo, supone renegar de los principios pol¨ªticos que justifican tu propia existencia: anclar al centro el rumbo del pa¨ªs, reducir la influencia de los nacionalismos y garantizar las reformas y la regeneraci¨®n pol¨ªtica. Por eso los liberales deben ser militantes del veletismo. Su valor es precisamente hacer lo que otros no hacen: entenderse con el que est¨¢ enfrente para avanzar.
Frente a los conservadores, los liberales abrazan el cambio y por eso deben ser siempre los garantes de las reformas y del progreso. La oportunidad hist¨®rica vilipendiada en las anteriores elecciones de transformar el pa¨ªs desde el centro es imperdonable. Es una mala estrategia siempre, para cualquier proyecto, poner por delante cualquier supuesto inter¨¦s, al inter¨¦s de Espa?a.
El valor de un partido liberal est¨¢ no en sumarse a la subasta, sino en ganarse a fuerza de honestidad la credibilidad ante los ciudadanos
La idea de reformismo es esencial. Pero hay que saber hacia d¨®nde reformar. Los liberales no tenemos men¨²s prefijados de pol¨ªticas como la izquierda y la derecha. Sabemos que para garantizar la igualdad de oportunidades, por ejemplo, el Estado debe intervenir de muchas maneras. En muchos casos, como en la educaci¨®n, el cambio clim¨¢tico o la igualdad efectiva de la mujer, m¨¢s de lo que lo hace ahora. Pero tambi¨¦n sabemos, a diferencia de la izquierda tradicional, que no hay que confundir objetivos progresistas con medios estatistas. El Estado y el mercado son complementarios, no sustitutivos.
Una caracter¨ªstica que debe distinguir siempre a los partidos liberales ¡ªno solo en sus programas, sino tambi¨¦n en sus discursos¡ª es el del rigor y la solvencia en sus propuestas. Siempre habr¨¢ mejores defensores de las bajadas infinitas de impuestos (que no cumplir¨¢n) o de promesas de gasto mayores (que tambi¨¦n mienten). El valor de un partido liberal est¨¢ precisamente no en sumarse a la subasta, sino en ganarse a fuerza de honestidad la credibilidad ante los ciudadanos. Esa es una tarea dif¨ªcil: reconocer la complejidad en un mundo de populistas, es como ponerte a debatir con uno que lleva un altavoz. Pero basar tus propuestas en la evidencia a la larga da resultados: las mentiras del populismo tienen las patas muy cortas.
En un entorno de auge populista mantenerse en el centro es dif¨ªcil. La polarizaci¨®n funciona como una fuerza centr¨ªfuga hacia los extremos, contaminando de radicalismo todo lo que se le acerca, para despu¨¦s engullirlo. En vez de sucumbir a esa tentaci¨®n, los liberales deben verla como una oportunidad. Como demostr¨® Macron, en un mundo de extremismos, los liberales est¨¢n mejor posicionados que nadie para erguirse como l¨ªderes del antipopulismo y ejercer de fuerza centr¨ªpeta, concentrando el calor de todos los que rechazan los extremos, como garantes inc¨®lumes de la moderaci¨®n.
Caminamos hacia un mundo en el que la batalla ya no va a ser entre la izquierda y la derecha, sino entre los defensores de la democracia liberal y sus enemigos. En Espa?a, donde las fuerzas moderadas ya suman menos de dos terceras partes del total, el reagrupamiento del gran centro va a ser una tarea inevitable. La segunda lecci¨®n, por tanto, es convencerse de que el liberalismo pol¨ªtico ¡ªque es un espacio pol¨ªtico donde caben diferentes sensibilidades y que lidera Gobiernos en media Europa desde hace m¨¢s de un siglo¡ª no es un estado de transici¨®n hacia ninguna parte. Sino todo lo contrario.
Es imprescindible un nuevo liderazgo valiente que no vaya por detr¨¢s de las encuestas a buscar votos que no son suyos
Pero para eso es imprescindible un nuevo liderazgo valiente, que en vez de ir por detr¨¢s de las encuestas a buscar votos que no son suyos, se ponga por delante y le diga a los votantes: ¡°Este es camino que debemos seguir¡±. Cuando Steve Jobs decidi¨® que las pantallas de los tel¨¦fonos no iban a tener teclas, le llamaron loco. No exist¨ªa la demanda de pantallas t¨¢ctiles. Hoy ya no se fabrican los tel¨¦fonos con teclas. Eso es el liderazgo.
Finalmente, Ciudadanos debe retomar con valent¨ªa algunos de los valores que han estado presentes en todas las batallas liberales desde John Stuart-Mill. En el coraz¨®n de la idea liberal est¨¢ la lucha contra la discriminaci¨®n por razones de raza, de sexo, de clase o de religi¨®n. Defender la idea de igualdad y de ciudadan¨ªa consiste en confrontar de cara y con m¨¢s convicci¨®n que nadie a sus enemigos. Los liberales no pueden ser tibios ante el nacionalismo, pero tampoco frente a la extrema derecha. Son nuestros valores, los de la sociedad abierta, los que encarna la Europa que ellos odian, los que nos salvaron de la destrucci¨®n del continente tras las guerras que trajeron sus ideas racistas y nacionalistas.
Hasta aqu¨ª las reflexiones normativas, ahora su implicaci¨®n estrat¨¦gica. La pol¨ªtica implica hacer renuncias. Cuando tratas de abarcar demasiado, te acabas quedando sin nada. Ciudadanos debe renunciar al mill¨®n de votantes que prefieren el veto al progreso y recuperar el mill¨®n que se fue a la abstenci¨®n, m¨¢s los otros dos millones que en las encuestas de octubre de 2015 estaban dispuestos a votar a Cs. Es inevitable, en la reconfiguraci¨®n de esa estrategia no obviar una cuesti¨®n evidente. Nadie ha sido m¨¢s valiente en la defensa de la igualdad en Catalu?a que Ciudadanos. Sin embargo, los ¨²ltimos resultados electorales ¡ªque dejan a Ciudadanos como octava fuerza en Catalu?a¡ª deben llevar a una reflexi¨®n. Hay que mantenerse firmes en los principios: pero el discurso de la guerra no sirve para construir la paz. Ciudadanos est¨¢ en una posici¨®n privilegiada para rebajar la confrontaci¨®n con los partidos constitucionalistas y atraerles hacia una posici¨®n com¨²n en Catalu?a que nos permita a todos empezar a salir del agujero.
Toni Rold¨¢n Mon¨¦s es director del Center for Economic Policy and Political Economy de Esade y?fue secretario de programas de Ciudadanos.?
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