Novedades que emergen con la crisis
El sistema democr¨¢tico puede corroerse desde dentro. Por ejemplo, cuando un l¨ªder autoritario se va apropiando, en busca de la perpetuidad, de los mecanismos de control

Las crisis que est¨¢n sacudiendo a varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, a pesar de tener or¨ªgenes espec¨ªficos, hacen aflorar problemas comunes. Uno de ellos es el ajuste al que est¨¢n siendo sometidas las econom¨ªas de la regi¨®n. La retracci¨®n obedece a los cambios que introdujo China en su modelo productivo. Esa correcci¨®n en la demanda determin¨® una ca¨ªda en el precio de las materias primas que exportan las econom¨ªas latinoamericanas. El historiador argentino Pablo Gerchunoff explic¨® ese reflujo en una conferencia dictada el 14 de octubre pasado en el Instituto Fernando Henrique Cardoso de S?o Paulo. Gerchunoff advirti¨® que es inexplicable la turbulencia actual si no se recuerda la bonanza del ciclo anterior. Entre 2003 y 2013 los precios de la soja, el cobre, el petr¨®leo y los minerales preciosos tuvieron aumentos significativos. Y m¨¢s notoria aun fue la mejora en los t¨¦rminos de intercambio, es decir, la comparaci¨®n de precios entre lo que se exporta y lo que se importa. Esa subida fue del 120% para Argentina, del 156% para Chile, del 131% para Brasil y del 274% para Venezuela. Entre 2013 y la actualidad, precios y t¨¦rminos de intercambio no hicieron m¨¢s que declinar. Estos ¨²ltimos cayeron un 16% para Argentina, un 6% para Chile, un 19% para Brasil y un 31% para Venezuela.
La expansi¨®n hab¨ªa permitido un salto en los niveles de consumo de los sectores m¨¢s postergados de la poblaci¨®n. A su vez, los Estados, asociados a trav¨¦s de los impuestos a esa ola de riqueza, ampliaron la cobertura social. As¨ª se crearon las denominadas nuevas clases medias. El ciclo descendente, iniciado en 2013, produjo una retracci¨®n. Y desencaden¨® un malestar social que tiene manifestaciones diferentes. En Chile se expresa con una convulsi¨®n interminable. En Ecuador, con la protesta enfocada en el precio de los combustibles. En Argentina, con el caudaloso repudio a la gesti¨®n de Mauricio Macri.
Esta atm¨®sfera de insatisfacci¨®n material es el tel¨®n de fondo de las movilizaciones callejeras de estos d¨ªas. Am¨¦rica Latina reproduce un fen¨®meno global: las redes digitales permiten concentrar en pocas horas decenas de miles de personas. En algunos pa¨ªses, como Bolivia o Ecuador, la gente marcha detr¨¢s de consignas espec¨ªficas. Existe all¨ª un m¨ªnimo grado de organizaci¨®n que permitir¨ªa, llegado el caso, negociar. En Chile, en cambio, las marchas son distintas. Se inspiran en reclamos infinitos y es muy dif¨ªcil identificar a un l¨ªder. Otro signo diferencial es la ferocidad. Una violencia que suele estar encapsulada en la vida cotidiana de los pobres, invade ahora los barrios elegantes y conecta lo que, por much¨ªsimo tiempo, hab¨ªa estado separado. Aparecen, adem¨¢s, escenas de vandalismo que s¨®lo se pueden comprender cuando se incorpora un actor que, desde hace algunos a?os, se ha vuelto inocultable: la droga, comercializada por redes delincuenciales.
El clima de desasosiego, que por momentos desata la furia, hace que la reposici¨®n del orden se convierta en un problema de dif¨ªcil soluci¨®n. En Chile y en Bolivia se advierte que las polic¨ªas han sido desbordadas. Los Gobiernos convocan, entonces, al Ej¨¦rcito. Pero los militares se niegan a intervenir sin un marco de protecci¨®n legal. Esta resistencia es el resultado del lento y constante avance de la defensa de los derechos humanos en la pol¨ªtica regional. Las Fuerzas Armadas negaron al chileno Sebasti¨¢n Pi?era el auxilio que ¨¦l les reclam¨® hace una semana. Le hicieron saber que s¨®lo participar¨ªan de la represi¨®n en el marco de garant¨ªas expresas otorgadas por la Justicia y el Congreso. Garant¨ªas imposibles de obtener. Mientras tanto, Pi?era se hace cargo de los atropellos ilegales cometidos por muchos agentes del orden durante las ¨²ltimas semanas. Jeannine ??ez, la autoproclamada presidenta de Bolivia, tom¨® otro camino: firm¨® un decreto liberando de responsabilidad penal a los soldados que, para reponer la estabilidad, ¡°act¨²en en leg¨ªtima defensa o en estado de necesidad¡±. Muchos organismos de Derechos Humanos, empezando por la Comisi¨®n Interamericana, encendieron una alarma frente a una peligros¨ªsima medida, que puede confundirse con un permiso para cometer abusos.
Estas nuevas circunstancias inauguran una discusi¨®n sobre el concepto de golpe de Estado. La prescindencia, que puede llegar a desobediencia, del aparato represivo del Estado para asegurar la tranquilidad, combinada con el estado de convulsi¨®n p¨²blica, pueden determinar la ca¨ªda deliberada de un Gobierno. Es el reclamo del boliviano Evo Morales: fue v¨ªctima de un golpe por omisi¨®n. Es lo que podr¨ªa suceder en Chile si el pedido de renuncia de Pi?era sigue montada en una corriente de violencia.
El parecido entre Bolivia y Chile es limitado. El conflicto boliviano est¨¢ originado en la sistem¨¢tica manipulaci¨®n institucional de Morales. El presidente exiliado en M¨¦xico ignor¨® la voluntad popular en febrero de 2016, cuando la ciudadan¨ªa se pronunci¨® en un refer¨¦ndum, neg¨¢ndole la oportunidad de postularse para otra reelecci¨®n. Morales consigui¨® un dictamen judicial que asegurara que la posibilidad de postularse para un nuevo mandato es un derecho humano. Volvi¨® a ignorar a su pueblo cuando llam¨® a elecciones y cometi¨® fraude, seg¨²n reconoci¨® al convocar otros comicios. Morales encarn¨® as¨ª otra novedad de ¨¦poca, que ya se registr¨® en la Venezuela de Nicol¨¢s Maduro. Es la que analiz¨® Steve Levitsky en su libro C¨®mo mueren las democracias. Este profesor de Harvard sostiene que el sistema democr¨¢tico puede derrumbarse no s¨®lo por un ataque externo, como sucedi¨® a lo largo del siglo XX tantas veces. Tambi¨¦n puede corroerse desde dentro. Por ejemplo, cuando un l¨ªder autoritario se va apropiando, en busca de la perpetuidad, de los mecanismos de control.
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